Si uno valora la satisfacción sexual basándose en los estándares de una película pornográfica, todo quedará reducido a tamaños, tiempos y frecuencias. Pero si uno tiene cierta experiencia en estos lares (y un poco de cabeza), descubrirá que su satisfacción poco tiene que ver con las cifras, sino más bien con las emociones, las sensaciones y, por supuesto, con lo que nuestro cuerpo nos permita.
Resultan determinantes los factores psicológicos y fisiológicos. ¿Cuáles en concreto? Como esta no es una pregunta individual, sino universal, la ciencia también se ha ocupado de buscar respuestas. Estas son algunas de sus afirmaciones, que, por supuesto, cada uno puede usar en su propio beneficio.
1. La madurez femenina es un valor al alza. Se dice que el sexo es cosa de jóvenes, pero, en realidad, la ciencia apunta a que la satisfacción sexual, sobre todo en las mujeres, aumenta con la edad. Esta era la idea que manejaron investigadores de la Universidad de California en un estudio publicado en American Journal of Medicine.
Su trabajo consistió en evaluar la actividad y la satisfacción sexual de un total de 806 mujeres con una media de edad de 67 años. El 61 por ciento de ellas afirmó sentirse satisfechas sexualmente, un porcentaje que aumentaba con la edad. “Al cumplir años, tenemos un mayor conocimiento tanto de la sexualidad, tanto propia como ajena”, aclara Almudena Herranz, del centro sexológico Sexorum.
“Por tanto, esta experiencia puede significar tener mayor claridad sobre lo que se desea, cómo se desea, en qué circunstancias y con quién”, añade. Investigadores de Luisiana, Florida y Baylor, por su parte, estudiaron, por su parte, la vida sexual en parejas casadas, concluyendo que a los 50 se volvía a encender la chispa.
2. La salud cardiovascular también se nota en la cama. Sabemos que el orgasmo mejora algunos indicadores de la salud, pero la otra perspectiva es analizar cómo nuestra salud afecta a la sexualidad. Según los resultados de la Encuesta Nacional de Actitudes Sexuales y Estilos de Vida, realizada en Reino Unido y publicada en The Lancet, la mala salud se asocia con la disminución de la actividad y la satisfacción sexual en todas las edades, y para colmo pocas personas buscan ayuda clínica sobre este aspecto.
Este es uno de los factores más preocupantes, ya que, a veces, las disfunciones sexuales pueden ser una señal de que existe una enfermedad oculta. “En los varones, por ejemplo, está bien documentado que la disfunción eréctil puede ser un marcador precoz de enfermedad cardiovascular, especialmente en pacientes con diabetes, y que su presencia se asocia a un mayor riesgo de infarto de miocardio y de mortalidad cardiovascular”, explica Ricardo Gómez Huelgas, vicepresidente segundo de la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI).
3. Los tacones altos no ayudan. La revista Time se hacía eco de los aspectos más llamativos del libro Vagina: una nueva biografía de la sexualidad femenina, de Naomi Wolf, basada en los estudios del ginecólogo Eden Fromberg. Entre las diversas conclusiones del libro, destacaba el hecho de que llevar tacones se relaciona con tener una mayor dificultad para alcanzar el orgasmo, no para el hombre (y no digamos si es fetichista), sino para la mujer.
Para entender un poco más esta afirmación, el fisioterapeuta Pablo Delgado de la Serna explica: “Los tacones desplazan la postura del cuerpo hacia delante, lo que produce una anteversión de la pelvis y, en muchos casos, esto lleva a un debilitamiento de la musculatura del suelo pélvico, siendo una de las posibles consecuencias la aparición de disfunciones sexuales”. “Lo recomendable es usar tacones de entre 2 y 4 centímetros de altura”, precisa De la Serna.
4. El sudor del hombre estimula a la mujer. Según el estudio publicado en The Journal of Neurosciencie, el líquido que segregan las glándulas del varón puede alterar los niveles de cortisol (hormona) en la fémina, predisponiéndola al sexo. Concretamente, el estudio habla de cambios hormonales en mujeres que habrían olido androstadienona, un compuesto del sudor masculino.
Como explica Lluís Bassas, miembro de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN) y jefe de la Sección de Seminología y Embriología de la Fundación Puigvert, “los niveles de cortisol pueden variar mucho y muy rápidamente ante diversos estímulos mediados por señales nerviosas, metabólicas o procedentes de otras hormonas, lo que pone de relieve las diferencias entre los sexos en cuanto a la sensibilidad de las terminaciones nerviosas que captan compuestos volátiles por el olfato”.
5. Disfrutamos más del sexo con una pareja estable. La tendencia biológica del ser humano al desliz contrasta con un mayor nivel de satisfacción íntima en el marco de una pareja estable, como afirman el 97% de los hombres y el 96 por ciento de las mujeres en la Encuesta Nacional de Salud Sexual, realizada por la Agencia de Salud Pública de Barcelona (ASPB).
La sexóloga Almudena Herranz sostiene que en una pareja estable existe mayor complicidad e intimidad que con compañeros esporádicos, "de manera que se construye un lenguaje propio que ayuda a entenderse con mayor facilidad y se genera un buen clima para que los sexos puedan expresarse de forma auténtica y coherente a sus peculiares deseos y anhelos”.
6. Dormir bien es esencial. Concretamente, cada hora adicional de sueño aumenta en un 14 por ciento la probabilidad de que una mujer mantenga relaciones sexuales al día siguiente, según el investigador David Kalmbach, de la Universidad de Michigan. Insiste en esta idea el fisioterapeuta de la Serna: “Un buen descanso, tanto en cantidad como en calidad, favorece el correcto funcionamiento de los ciclos hormonales que requieren de cierto número de horas de descanso; el caso más claro es el ciclo del cortisol”.
Pero, además, “haber descansado correctamente nos mantiene activos, con apetencia; mientras que no descansar nos apaga, y el cuerpo da prioridad a actividades básicas y relega otras no prioritarias, como puede ser la sexual”.
7. La comida picante no excita. No es que una enchilada predisponga al sexo, sino que suele ocurrir que los que prefieren este tipo de comida son picantes en todos los sentidos, debido a sus elevados niveles de testosterona. Según la publicación Physiology & Behavior, “los hombres con afición al picante tienen constitucionalmente más testosterona”, hormona relacionada con el mantenimiento del deseo sexual, tal como confirma Bassas.
8. Defender la igualdad de género le hará mejor amante. Cuando hablamos de sexo, hablamos también de sexos, es decir, del hecho de ser hombre y mujer, y cómo ambos conviven. Y si lo hacen en un entorno en el que se respeten sus diferencias y refuercen sus puntos en común, seguramente también acabarán por entenderse mejor en la cama.
Esa era la idea que intentaba demostrar el investigador de la Universidad de Chicago Edward Laumann, al asegurar, en un estudio realizado en 2006 en casi 30 países, que las parejas de los países occidentales que gozaban de mayor igualdad entre hombres y mujeres, tenían niveles de satisfacción sexual más elevados.
La sexóloga del centro Sexorum añade a este respecto: “Todo lo que facilite dejar de percibir que un sexo está contra el otro, en competición, y comiencen a entenderse en el plano de simetría y complicidad, fortalece las posibilidades de entendimiento en el campo del deseo y el placer”. Por descontado, esta regla también se aplica a las parejas del mismo sexo.
9. Los kilos de más estorban. Y no por cuestiones de flexibilidad. La Universidad de Medicina de Ilam (Irán) realizó un estudio, el pasado enero, vinculando el exceso de peso con las disfunciones sexuales femeninas, y concluyó que existía una relación de causa y efecto entre ellas. “En ambos sexos, la obesidad induce una serie de cambios hormonales que propician la disfunción en la esfera sexual. Es interesante resaltar que se ha demostrado que la pérdida de peso puede facilitar la recuperación de ese tipo de disfunción en muchos casos”, destaca Bassas.
10. Las atletas gozan más. El investigador Omer Faruk Karatas, de la Universidad de Ankara (Turquía), comparó a mujeres atletas con otras de vida sedentaria, y comprobó que a las primeras les llegaba mayor flujo de sangre al clítoris. “El deporte, además de eliminar estrés, mejora la respiración y la circulación, produciendo que los vasos sanguíneos aumenten de tamaño y mejore la llegada de sangre a la zona de la vagina, clítoris y musculatura cercana, cosa que repercute, para bien, en la calidad de las relaciones sexuales”, afirma Pablo Delgado de la Serna.
11. Apagar (un rato) el móvil favorece la intimidad. Para conectar con la pareja, bien sea estable u ocasional, necesitamos desconectar del resto de los asuntos. Y esto incluye las redes sociales. En esta idea insiste el reciente estudio El papel de los teléfonos inteligentes y la tecnología en la vida sexual y romántica, de la Universidad de Durham (Reino Unido).
La investigación, financiada por Durex, examinó el impacto de la tecnología y los smartphones en el romance, la intimidad y el sexo de las personas con relaciones de larga duración, demostrando que si bien esta tecnología tenía sus beneficios, lo cierto es que generaba múltiples tensiones en la pareja.
El consejo de los investigadores es simple: aprender a apagar el móvil cuando queremos disfrutar de un momento de intimidad. Y, de paso, llevar a la práctica la última chispa viral: fueron tan felices que no necesitaron publicarlo en Instagram.
Fuente: El País / Silvia C. Carpallo
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