domingo, 3 de junio de 2018

Ser olvidadizo es señal de inteligencia superior


Los científicos dicen que ser olvidadizo es en realidad una señal de inteligencia superior
Si usted es uno de los que se olvida de las cosas mundanas que a la gente le gusta recordar, es el momento de saber que usted debería estar más bien orgulloso de esto.
Recordar siempre ha sido percibido como el rasgo mental más fuerte. Sin embargo, investigadores de la Universidad de Toronto dicen que olvidar es tan importante como recordar.
El artículo publicado en Neuron se centró en varios estudios que analizaron la neurobiología detrás de recordar y olvidar. Resulta que estos dos procesos interactúan entre sí, lo que permite “tomar decisiones inteligentes en entornos dinámicos y ruidosos“.
El autor del estudio, el profesor Blake Richards, explica que el verdadero propósito de la memoria es la optimización de la toma de decisiones.
El cerebro logra esto filtrando los detalles irrelevantes y aferrándose a las cosas que contribuirán a tomar decisiones inteligentes en el mundo real.
La “mala memoria” en este sentido es en realidad un mecanismo del cerebro que sirve para crear rápidamente espacio para la información relevante y no permitir que el cerebro desperdicie energía y espacio recordando información mundana y trivial.
Los “datos”, no son lo que el cerebro percibe como datos. El cerebro se enfoca en crear una imagen general de los eventos o una versión simplificada de alguna información, que podría servir como medio para tomar mejores decisiones más tarde.
Esto significa que aprender de memoria, algo que es imposible para los “olvidadizos”, no es algo que el cerebro hará gustosamente por ti.
Cuanto más se olvides de tales “datos”, tanto más trabaja su cerebro al agregar información más relevante de ellos como una imagen más general, y obteniendo por lo tanto una percepción más aguda de la realidad.
El profesor Richards explica que “una de las cosas que distingue un entorno en el que vas a querer recordar cosas frente a un entorno en el que quieres olvidar las cosas es la cuestión de cuán consistente es el entorno y cuán probable es que las cosas vuelvan a tu vida“.
Para poner esto en perspectiva, Richards explica que la información que es fácilmente accesible, como los datos que se pueden encontrar en Google o los números de teléfono, no es algo que su cerebro sea probable que recuerde. En cambio, el cerebro liberará este espacio para almacenar la información que es verdaderamente necesaria para recordar.
También sugiere que deberíamos hacer una “limpieza” regular de nuestra memoria. Usted puede hacer esto yendo al gimnasio o haciendo otros tipos de ejercicio físico regularmente. “Sabemos que el ejercicio aumenta el número de neuronas en el hipocampo“, explica.
El aumento de las neuronas en el hipocampo borrará algunos recuerdos, pero no se preocupe – su cerebro sabe lo que usted necesita y lo que no necesita recordar.
No sólo su cerebro liberará espacio para información nueva y valiosa, sino que también reclasificará la ya existente para que sirva a un propósito mejor en la toma de decisiones.
“Usted no quiere olvidar todo, y si se olvida mucho más de lo normal, eso podría ser motivo de preocupación“, dice. “Pero si usted es alguien que olvida los detalles ocasionales, probablemente sea una señal de que su sistema de memoria está perfectamente sano y está haciendo exactamente lo que debería hacer “.
Entonces, ser un “genio olvidadizo” no es malo después de todo. ¿A quién le importa la letra de esa canción?

El toqui Lautaro, líder de la gran revolución mapuche

Figura legendaria, Lautaro fue uno de los líderes indiscutidos de la Guerra de Arauco. Tras vivir como indio de servicio con los españoles, jugó un importante rol al aplicar sus conocimientos sobre la cultura hispana a favor de la resistencia mapuche.



En el siglo XVI, diversas poblaciones nativas del Nuevo Mundo hicieron frente a la expansión de la monarquía española. En el actual centro-sur de Chile fueron las poblaciones reche-mapuche quienes se opusieron con tenacidad al dominio hispano, inaugurando la llamada Guerra de Arauco.
Entre los líderes reche destacó el Toqui Lautaro (Luan-taro o Leftraru= Halcón o ave veloz en mapudungun), quien habría nacido hacia 1534 en las proximidades de Tirúa, en la cordillera de Nahuelbuta, hijo de un lonko llamado Curiñancu. Con apenas 11 años de edad fue capturado y convertido en yanacona o indio de servicio en la caballeriza de Pedro Valdivia, experiencia que le dotó de un gran conocimiento de la cultura española. Fundamentalmente se dispone de una visión hispana de Lautaro a partir de lo que informaron los cronistas del siglo XVI.
La avanzada española comandada por Pedro de Valdivia había fundado ciudades con relativo éxito y derrotado a las poblaciones nativas, sometiéndolas a la encomienda y trabajos. Durante los primeros enfrentamientos los indios demostraron que su concepción de la guerra difería de la europea. Influenciados por la cultura Inca, los reche consideraban la guerra como una batalla ritual, antes que una empresa destinada al exterminio total del enemigo.
Hacia 1550, en su condición de indio sirviente, Lautaro observó los duros castigos que los españoles infligieron a los indígenas en las batallas de Andalién y Penco. Decidió abandonar a los españoles y en diciembre de 1553 apareció como el principal líder en la Batalla de Tucapel, primer levantamiento indígena de importancia en Chile. Lautaro habría adquirido protagonismo al informar en reuniones o cahuines de linajes, clanes y lonkos como Colocolo, sobre la vulnerabilidad de los españoles (armaduras pesadas, inutilidad de la pólvora con la lluvia) y las ventajas de utilizar modalidades de combate de origen hispano, como armas y caballos.
Rompiendo con las normas que regían la batalla ritual prehispánica, en la Batalla de Tucapel Lautaro y los reches salieron victoriosos, capturando y dando muerte al gobernador Pedro de Valdivia. La elección de la localización de combate y el empleo de olas sucesivas de ataque como estrategias militares por parte del Toqui Lautaro fueron cruciales para asegurar la victoria, triunfo que además puede explicarse por la importancia que poseía la institución de la guerra en la vida reche.
En febrero de 1554, dos meses después de la muerte de Pedro de Valdivia, Lautaro nuevamente demostró su liderazgo en la Batalla de Marigüeñu, donde aplastó al contingente comandado por Francisco de Villagra. Esto le permitió destruir y saquear completamente la ciudad de Concepción, práctica que será un antecedente del malón de los siglos XVII y XVIII, cuyo objetivo era obtener el máximo de bienes del grupo atacado.
Entre 1554 y 1555 la introducción de enfermedades europeas causó estragos en la población reche. Además de una peste de tifus, se vivió durante este período una falta de alimentos que atenuó la intensidad y frecuencia de los enfrentamientos. Hacia 1556 Lautaro reinició los combates, tratando infructuosamente de avanzar hacia Santiago, logrando llegar hasta el río Maule, al ser detenido en la batalla de Peteroa. Un año más tarde, las campañas destinadas a avanzar hacia la zona central continuaron. Lautaro logró establecerse en una zona protegida, construyendo un fuerte o malal que le permitiría controlar la región disponiendo de recursos para lograr la expulsión total de los españoles del Valle Central. Sin embargo, los excesos y castigos cometidos por Lautaro y sus hombres en contra de los indígenas de la zona -los promaucaes-, le valió la enemistad de varios caciques que se vengaron delatándolo. En un ataque sorpresa, los españoles cayeron sobre el campamento, dando muerte a Lautaro en 1557. Días después, su cabeza fue exhibida en la Plaza de Armas de Santiago.
La lucha de Lautaro como defensor de su pueblo lo catapultó como un personaje legendario en la historia mapuche y chilena.
Memoriachilena

Ha llegado el apocalipsis global de los insectos

Enzo Pérès-Labourdette

A 56 años de que Rachel Carlson advirtió en su libro Silent Springsobre las muertes de aves por el uso de pesticidas, parece que nos encontramos ante una nueva crisis biológica. Un estudio, publicado en otoño pasado, documentó un declive del 76 por ciento en la biomasa de los insectos voladores que cayeron en redes en varios lugares de Alemania a lo largo de las últimas tres décadas. Las pérdidas a mediados del verano, cuando estos son más numerosos, superaron el 80 por ciento.
Este alarmante descubrimiento, en esencia obra de naturalistas aficionados que forman el grupo de voluntarios Sociedad Entomológica Krefeld, genera un cuestionamiento evidente: ¿Esto sucede en otras partes del mundo? Desafortunadamente, no es fácil responder esa pregunta porque hay otro problema: una disminución a nivel mundial de naturalistas de campo que estudien estos fenómenos.
En la actualidad, la mayoría de los científicos viven en las ciudades y tienen poca experiencia con animales y plantas silvestres; además, muchos de los libros de texto de Biología se enfocan más en moléculas, células y anatomía interna que en la diversidad y los hábitats de las especies. Incluso se ha puesto de moda entre algunos educadores menospreciar la enseñanza de la historia natural y los hechos científicos que pueden ser memorizados con exámenes para en cambio favorecer conceptos teóricos.

Esa actitud podrá funcionar para la discusión teórica de la física y las matemáticas, pero no basta para comprender a los organismos y ecosistemas complejos del mundo real. Sirven poco los modelos y las ecuaciones de computadora si no se pueden contrastar con la información de campo.
¿Estamos en medio de un apocalipsis global de insectos que la mayoría de nosotros no ha percibido? He aquí otro detalle: en el noreste de Estados Unidos se ha reportado un declive de décadas en la población polinizadora de las polillas halcón, pero se desconocen sus causas y consecuencias porque se sabe muy poco sobre la ecología de estos insectos. En días pasados, reunir ese tipo de información habría sido un respetable trabajo de vida para un Linneo, un Humboldt o un Darwin. Ahora, a menudo se ignoran estas criaturas porque estudiarlas no garantiza publicaciones, titulares de periódicos ni becas que brinden antigüedad y prestigio en la vida académica.
Así, solo podemos trabajar con poco más que evidencia anecdótica. En un artículo reciente publicado en The Telegraph se destacó que los parabrisas de los automóviles en Reino Unido ya no quedan cubiertos por insectos aplastados. Me acordé de las diminutas alas, patas y antenas que solían manchar el frente de mi auto después de conducirlo a mediados del verano en la década de los setenta. Hoy en día, conducir por el norte de Nueva York, donde vivo, deja apenas una mancha. ¿Es porque los autos son más aerodinámicos? No creo. En julio pasado, examiné vehículos estacionados en el lago Saranac y encontré pocos o ningún resto de bichos, ni siquiera en las matrículas o en la parte frontal y chata de las furgonetas.
¿Qué hay detrás de la disminución? Lo más probable es que no sea el cambio climático, según los investigadores del estudio alemán, quienes también monitorearon el clima local durante la investigación.
¿Se deberá entonces a estrellarse contra los vehículos? A pesar de mi experiencia y las observaciones de las salpicaderas en Reino Unido, un estudio de 2015 estima que cada año miles de millones de insectos mueren en América del Norte a causa de los autos y los camiones. Los autores del estudio solicitaron una investigación adicional para determinar si lo que hallaron “contribuye al declive sustancial de los insectos polinizadores que está ocurriendo a una escala mundial, lo cual pone en riesgo el funcionamiento ecológico de las áreas naturales y la productividad agrícola”.
¿Lo que sea que ha provocado la muerte de estos insectos podría también ser una amenaza para nosotros?
Sin embargo, es probable que los autos no sean los culpables respecto a la disminución notada en el estudio de Alemania, porque este se concentró en reservas naturales donde es mínima la matanza de animales en los caminos. Para algunos expertos, por medio del proceso de eliminación, los pesticidas son los principales sospechosos.
¿Por qué nos debería importar este nuevo silencio de los bichos? Si en verdad hubiera una disminución global de insectos voladores, estaría en problemas todo un sector del reino animal, uno que representa una inmensa diversidad de formas de vida, desde mariposas y escarabajos hasta sírfidos y libélulas. El eminente biólogo Edward Wilson, quien ha pasado gran parte de su vida estudiando a las hormigas, ha advertido: “Si toda la humanidad desapareciera, el mundo se regeneraría al estado rico de equilibrio que existía hace 10.000 años. Si desaparecieran los insectos, el medioambiente colapsaría hasta quedar en caos”.
Así que, ahí lo tienen: ¿lo que sea que ha provocado la muerte de estos insectos podría también ser una amenaza para nosotros?
Los reportes del declive en la población de abejas de la miel (Apis melífera) palidece ante el desplome en la población de bichos en Alemania; tal vez no en escala, pero sí en pérdida de biodiversidad. Los insectos representan la gran mayoría de todas las especies animales. Debido a que son polinizadores y una parte vital de la cadena alimenticia, su ausencia tendría un impacto profundo en el origen de la vida en la Tierra.
Soy un científico especializado en lagos y, al igual que mis colegas, he tenido complicaciones para explicar nuestro propio misterio: una reestructuración de las comunidades de plancton en los lagos a nivel mundial en décadas recientes, lo cual hemos documentado al examinar muestras de sedimentos extraídas del fondo de los cuerpos de agua. Esto podría significar problemas para la calidad del agua, la pesca u otros aspectos de la ecología de los lagos. Si no hubiéramos tomado tales muestas, la escala geográfica de este cambio podría haber pasado desapercibida, porque no suele haber suficiente financiamiento ni un monitoreo riguroso de campo para estudiar la composición del plancton en los lagos.
Los insectos representan la gran mayoría de todas las especies animales.
Algunos expertos han atribuido la variación en las comunidades de plancton al cambio climático, otros a la contaminación por nitrógeno de los vertidos agrícolas, pero necesitamos más estudios de campo a largo plazo para confirmar la causa y anticipar sus efectos. La información sobre los insectos que recabaron los investigadores alemanes sugiere otra posibilidad. ¿Acaso los químicos agrícolas podrían envenenar los organismos acuáticos, entre ellos el plancton y los insectos que empiezan sus vidas como larvas acuáticas? Es algo que sencillamente no sabemos.
En Reino Unido, la noticia sobre los choques de los insectos contra los autos se basó en un estudio que recuperó datos provenientes de voluntarios que monitorearon “aplastómetros” con forma de rejilla que tenían en sus matrículas. Necesitamos más de este tipo de colaboración masiva dirigida por científicos. Los ciudadanos científicos y algunas comunidades universitarias orientadas a la investigación de campo, como mi universidad —Paul Smith’s College, ubicada en las montañas de Adirondack en Nueva York—, están convirtiendo sus patios, jardines, lagos y bosques en estaciones de monitoreo a largo plazo. Algunos centros de referencia en línea como iNaturalist, Budburst y North American Breeding Bird Survey reúnen y archivan información de campo para que la utilicen otras personas, y muestran que muchas especies están cambiando sus rangos y sus hábitos migratorios en respuesta al cambio climático.
Durante décadas, investigadores asociados con una red de más de dos decenas de centros de monitoreo ecológico a largo plazo en Estados Unidos también han llevado a cabo investigaciones de campo más detalladas. Sin embargo, estos esfuerzos aún no son suficientes para mantener el registro de un mundo que cambia a gran velocidad. Necesitamos nuevas generaciones de profesionales capacitados en la biología y la ecología de campo para concentrarnos en criaturas menos carismáticas o con un valor comercial menos significativo que las aves cantoras y las abejas melíferas.
En 1996, un editorial que publicó Conservation Biology advirtió que “los naturalistas se están acabando”, y postuló la pregunta: “¿La próxima generación de conservacionistas no será más que una bola de nerds que pasarán el tiempo en su computadora y no habrán adquirido ningún tipo de conocimiento de historia natural de primera mano?”.
Dos décadas después, empezamos a percatarnos de la suerte que tenemos de contar con expertos y naturalistas aficionados que observen y registren el destello distintivo de una luciérnaga o el suave repiqueteo que producen las alas de una libélula. Pero necesitamos más de ellos, y pronto.

Las bacterias intestinales afectan el tamaño de la cintura

Descubren que las sustancias químicas secretadas por los microorganismos influyen en la deposición de la grasa abdominal.


La influencia de las comunidades bacterianas que habitan en nuestro organismo sobre procesos biológicos, como el desarrollo o la respuesta inmunitaria, es cada vez más evidente. Ahora, investigadores del King's College de Londres han demostrado la implicación de estos microorganismos en el metabolismo y acumulación de lípidos, sobre todo en la zona abdominal.
El trabajo, liderado por Cristina Menni y publicado por la revistaNature Genetics, analiza muestras fecales de 393 parejas de mellizos, es decir 786 individuos, residentes en Reino Unido. A lo largo de su recorrido por el intestino, las heces recogen las pequeñas moléculas, conocidas como metabolitos, secretadas por las bacterias del tracto digestivo. Por consiguiente, su estudio proporciona información sobre la interacción entre el organismo anfitrión, la dieta y los microbios.
Según los resultados, alrededor del 10 por ciento de las 1116 sustancias químicas detectadas se relaciona con la acumulación de grasa visceral, un indicador de la obesidad abdominal. Para los científicos, este hallazgo demuestra la participación del microbioma intestinal en el proceso de almacenamiento lipídico.
Sin embargo, la correlación entre obesidad y actividad bacteriana no se observó en todos los grupos de hermanos. Ello sugiere la existencia de factores genéticos o ambientales capaces de modificar la acción de los microbios. En concreto, Menni y su equipo hallaron que la genética solo afecta a una quinta parte de los procesos metabólicos del intestino. En cambio, las causas ambientales influyen sobre el 68 por ciento.
Futuros experimentos intentarán esclarecer el modo en que el ambiente, y en especial el consumo de ciertos tipo de alimentos, altera la producción de metabolitos bacterianos. Comprender el porqué de la variabilidad entre individuos ayudará a diseñar tratamientos personalizados a fin de combatir la obesidad.
Marta Pulido Salgado / Investigación y Ciencia
Referencia: «The fecal metabolome as a functional readout of the gut microbiome», de J. Zierer et al. en Nature Genetics, publicado el 28 de mayo de 2018.

¿Es la Tierra el mejor mundo para poder alcanzar el espacio?

La mayor parte de los casi cuatro mil planetas extrasolares que conocemos son supertierras y minineptunos, dos tipos de mundos que no existen en nuestro sistema solar. Las supertierras son, como su nombre indica, planetas rocosos más grandes que nuestro planeta (con un radio comprendido entre uno y dos veces el terrestre). Este tipo de exoplaneta bien podría ser el más idóneo para albergar vida a lo largo y ancho de la Galaxia. Las supertierras tienen una mayor gravedad y, probablemente, una mayor actividad volcánica a lo largo del tiempo, lo que permitiría mantener una atmósfera densa durante eones. La actividad interna más intensa también se traduciría en una tectónica de placas más longeva y en un campo magnético más intenso, lo que ayudaría a preservar la habitabilidad del planeta por mucho tiempo. Por estos motivos se suele clasificar estos mundos como superhabitables. Pero, desde el punto de vista de una civilización tecnológica, ¿son las supertierras las más idóneas para alcanzar el espacio?




Recreación artística de una supertierra (NASA/Ames/JPL-Caltech).
Michael Hippke ha analizado este problema en un reciente artículo y lo cierto es es que los «superterrestres» lo tendrían bastante crudo para alcanzar el espacio. Para entender la cuestión necesitamos conocer dos fórmulas muy famosas. La primera es la que nos da el cálculo de la velocidad de escape de un mundo, una sencilla fórmula que se deriva de la expresión de la energía potencial gravitatoria y la conservación de la energía mecánica. Esta formulita nos dice que velocidad mínima tenemos que alcanzar para dejar atrás el pozo gravitatorio de un cuerpo celeste si queremos explorar lo que hay más allá.


Fórmula para calcular la velocidad de escape de un cuerpo (Hippke).
La segunda fórmula tiene que ver con la famosa ecuación del cohete de Tsiolkovsky, una relación que nos da la relación entre la masa inicial y la final de un cohete en función de la velocidad de escape del motor.


Proporción entre la masa inicial y final de un cohete en función de la velocidad de escape y la velocidad de salida de los gases de escape del motor (Hippke).
En la Tierra es bien sabido que la velocidad de escape es del orden de 11 km/s. Esta es la velocidad mínima que debemos alcanzar para explorar otros cuerpos del sistema solar. Al contrario de lo que mucha gente piensa, si llegas a la velocidad de escape no te vas a alejar de la Tierra a 11 km/s para siempre. Lo único que vas a lograr es quedarte en una órbita independiente alrededor del Sol. Si además queremos viajar a otros planetas debemos añadir a la velocidad de escape la velocidad necesaria para alcanzarlos, un término que recibe el nombre de velocidad de exceso hiperbólica. La confusión se produce porque es fácil olvidarse de que no estamos ante un problema con un solo cuerpo celeste, sino que también tenemos que tener en cuenta al Sol. Alcanzar la velocidad de escape terrestre nos debería situar en una trayectoria hiperbólica con respecto a la Tierra, pero como estamos en el sistema solar en realidad nos quedamos en una órbita elíptica alrededor del Sol. Como caso especial, para viajar a la Luna técnicamente no es necesario alcanzar la velocidad de escape y basta con situar nuestra nave en una órbita elíptica muy amplia. No obstante, la diferencia de velocidades es muy pequeña, de ahí que se suela considerar que las misiones lunares Apolo alcanzaron esta velocidad.
Ahora bien, ¿qué pasa con las supertierras? Tomemos como ejemplo Kepler-20b, una supertierra de 1,7 radios terrestres y una masa cercana a diez veces la de nuestro planeta. Kepler-20b no es un mundo habitable, pero nos sirve como ejemplo de este tipo de exoplanetas ya que por encima de las dimensiones de Kepler-20b la mayor parte de mundos serán minineptunos, no supertierras. Pues bien, la velocidad de escape de Kepler-20b sería de 27 km/s. ¿Y qué implicaciones tiene esta cifra para el viaje espacial?
La diferencia no parece excesiva, pero recordemos que en la ecuación de Tsiolkovsky la relación entre la masa final y la inicial de un cohete —y por tanto la masa de combustible necesaria— aumenta de forma exponencial según la velocidad final que queramos alcanzar. Para simplificar las cosas imaginemos primero un cohete de una sola etapa (SSTO) con un sistema de propulsión químico. La eficiencia de un sistema de propulsión viene dado por el impulso específico, una magnitud que es proporcional a la velocidad de las partículas de los gases de escape y que para un motor químico criogénico (hidrógeno y oxígeno líquidos) ronda los 350 segundos al nivel del mar (dejamos el empuje fuera de la ecuación porque se supone inmediato al ser un caso límite ideal).


Júpiter III, un cohete gigante de fantasía (y propulsión química) capaz de situar entre 200 y 500 toneladas en LEO (TeamVision).
Aplicando la ecuación de Tsiolkovsky nos damos cuenta de que en la Tierra un cohete de una etapa deberá tener una proporción de 26 entre la masa inicial y la final si quiere alcanzar la velocidad de escape. Esto es, por cada kg de masa final —o carga útil— deberá llevar 26 kg de combustible. Para una supertierra como Kepler-20b esta relación es de 2.700. Naturalmente esto es solo un límite inferior ideal. En realidad los cohetes tienen una masa estructural no nula y los motores poseen empujes no instantáneos que empeoran sus prestaciones, de ahí que se usen lanzadores con varias etapas para alcanzar la velocidad final. Por eso la mayor parte de cohetes tienen realmente una proporción entre la masa inicial y la final con un valor situado entre 50 y 150 (para los grandes lanzadores los valores habituales son entre 70 y 80).
Si suponemos una relación de 80 entre la masa inicial y final de un cohete, para una supertierra necesitaríamos un lanzador de más de 9.000 toneladas al lanzamiento solo para situar una tonelada de carga útil en una trayectoria de escape. Esto significa que el cohete debería tener una masa tres veces superior a la del Saturno V. Claro está que una tonelada no da para mucho. Si lo que queremos es lanzar algo más provechoso, como por ejemplo el telescopio espacial James Webb, de 6,2 toneladas, tendríamos que construir un cohete con una masa mínima al lanzamiento de 55.000 toneladas (por comparación el Titanic tenía una masa de unas 50.000 toneladas). ¿Y en el caso de que los superterrestres quisieran viajar a una hipotética luna? Si tomamos las 45 toneladas de carga que el Saturno V podía poner en trayectoria lunar como referencia, estamos hablando de un cohete con una masa superior a las 400.000 toneladas (fíjate que hasta ahora no hemos tenido en cuenta el peso de semejante monstruo sobre la superficie de una supertierra, algo que depende de la densidad del planeta y que podría ser entre una y tres veces el peso terrestre).
Así que, efectivamente, las supertierras puede que sean mundos superhabitables, pero sus habitantes se verían atrapados en su superficie, incapaces no solo de viajar a otros mundos, sino quizás incluso de poner en órbita satélites meteorológicos, de comunicaciones o científicos. Y en realidad la situación puede que sea mucho peor, ya que no olvidemos que las supertierras deben tener, de media, atmósferas más densas que la nuestra. Cuanto más densa sea la atmósfera, menor serán las prestaciones de los motores ya que los gases de escape se verán frenados por el aire circundante, por no hablar del rozamiento en las etapas iniciales del vuelo. En este punto muchos se estarán preguntando si no sería posible usar otros sistemas de propulsión aparte de los motores químicos. Evidentemente, los superterrestres no tendrían más remedio que acudir a otros sistemas, pero no sería sencillo. Los motores nucleares térmicos (NTP) apenas permitirían reducir la masa de los cohetes (estos motores tienen un Isp relativamente alto en el vacío, pero a nivel del mar las prestaciones son muy parecidas a los químicos), así que la única opción viable sería la propulsión nuclear por pulsos como en el proyecto Orión. O sea, deberían emplear armas nucleares para salir al espacio, una alternativa con obvias desventajas desde el punto de vista medioambiental. También se puede usar un ascensor espacial, pero primero debemos alcanzar el espacio para construirlo, así que no creo que sea una opción viable a corto plazo, aunque a la larga seguramente es la única.


Recreación de una nave de pulsos nucleares tipo Orión (Rhys Taylor).
Por tanto, ¿vivimos en el mejor de los mundos para el viaje espacial? Obviamente, un mundo más pequeño como Marte sería mejor, pero ya sabemos cómo ha acabado el planeta rojo. Un planeta muy pequeño es más favorable para acceder al espacio, pero puede perder su atmósfera y su condición de habitable después de unos pocos miles de millones de años. Visto lo visto, mejor la Tierra que una supertierra.
Referencias:

sábado, 2 de junio de 2018

Así será el sexo en 2050, según los expertos. Y habrá muchas sorpresas

Varios sociólogos, emprendedores y sexólogos se han atrevido a vaticinar qué ocurrirá con la sexualidad humana durante las próximas décadas, y parece prometer bastante



En el libro de 1984 The Second Self: Computers and the Human Spirit, la socióloga y profesora de la Universidad de Harvard Sherry Turkle reproducía una entrevista con un tal Anthony que reconocía que, después de haber probado suerte con distintas mujeres, prefería la compañía de su ordenador. 30 años antes, la fantasía presentada por Spike Jonze en Her ya comenzaba a tomar forma en la mente de muchas personas. Y ese es tan sólo el principio, como explican diversos expertos cuyas opiniones han sido reproducidas en los medios americanos durante las últimas semanas.
Frente a la visión apocalíptica que algunos mantienen, como es el caso del profesor de Cambridge David Spiegelhater, que opinaba que la despreocupación de los jóvenes por el sexo provocaría que, a este paso, el sexo podría desaparecer en 2040, todos los expertos coinciden en su optimismo sobre el futuro. En parte, porque el abanico de oportunidades que se abre ante nosotros es vastísimo e irá acompañado de un sexo mucho más seguro; en parte, porque muchos de ellos tienen importantes intereses económicos en que se invierta en sus proyectos, y para ello ya se sabe que no hay nada como presentarlos como la panacea. ¿Cómo haremos el amor en 2050, según estos visionarios?

La desmitificación del sexo

Quizá sería muy inocente considerar esto como el futuro y no el presente, pero es un punto de partida de radical importancia, como señala la terapeuta y sexóloga Laura Berman en un artículo publicado en The Wall Street Journal. Internet ha conseguido todo aquello que la revolución sexual de los años sesenta no logró, y eso es desmitificar el sexo y conseguir que seamos mucho menos celosos de nuestra intimidad. Hace diez años, buscar pareja por internet parecía ser el culmen de la desesperación sexual; hoy en día, es algo de lo más común.

Orgasmos a distancia

Hace décadas, era el sexo telefónico; hoy, lo es el sexting o el cybersexo, prácticas en las que dos personas que se encuentran lejos en el espacio mantienen relaciones sexuales a partir de la estimulación (psicológica) mutua. Muy pronto, afirman los expertos, esta situación en ocasiones frustrante puede ir un paso más allá al ser capaces de excitar a nuestra pareja con un simple clic del ratón.
Aunque suena distópico, ya hay proyectos que están intentando que esto ocurra. Es el caso de Kissinger –nada que ver con el político y sí con la palabra “beso” en inglés, “kiss”–, un invento del profesor la Universidad de la Ciudad de Londres Adrian David Cheok, que consiste en un dispositivo que imita una boca real y que reproduce los movimientos que, a distancia, realiza otra persona con su lengua y labios. En definitiva, lamiendo la pantalla podemos proporcionar sexo oral a la pareja que se encuentra en la otra punta del planeta. Las relaciones a distantica serán cada vez más frecuentes, por no decir la norma (¿por qué conformarse con el vecino si podemos ligar con cualquiera?), hasta el punto que podremos procrear sin vernos las caras.

La neurobiología permitirá tener orgasmos sin tocarse

Si prometedora resulta la posibilidad de hacer el amor sin contacto físico directo –con todo lo que ello supone en cuanto a prevención de enfermedades de transmisión sexual–, aún más lo es ser capaces de estimular el cerebro para obtener orgasmos muy potentes sin que haga falta ninguna estimulación física. Para Berman, los descubrimientos neurobiológicos nos ayudarán a entender mejor cómo funciona el cerebro durante el orgasmo, algo que no sólo echará a una mano a los más vagos sino que también servirá para mejorar la vida sexual de las personas con discapacidades físicas.

Ser heterosexual o gay es algo del pasado

Para la sexóloga, definir nuestra orientación sexual con una palabra pronto será algo del pasado. ¿Gay, heterosexual, bisexual?... Pronto todos seremos un poco de todo, como muestra que la mayor parte de jóvenes se definan como “en principio, heterosexuales”, una definición que deja la puerta abierta a probar nuevas experiencias… En las que la transexualidad tendrá un peso aún mayor.
Pronto podemos interactuar de manera individualizada con las actrices porno

La lucha contra la disfunción sexual femenina

El Viagra supuso un gran espaldarazo a la mejora de la salud sexual masculina pero, como recuerda Berman, vivimos en una sociedad centrada en los hombres y que pasa absolutamente por alto las necesidades femeninas, a pesar de que estas repercuten en ambos sexos: la FDA ha aprobado 20 medicamentos para hombres y ninguno para mujer. Pero eso cambiará pronto, lo que pondrá fin a las disfunciones sexuales femeninas, ese gran y silencioso enemigo de la satisfacción en la vida en pareja.

Una nueva educación sexual

A muchos no les gustará, pero algunos proyectos como Porn Star Sex Life, fundado por el emprendedor neoyorquino Josh Rosenberg, tienen el objetivo de proporcionar una educación sexual alternativa a través de la participación de estrellas porno junto a expertos sexólogos, con el objetivo de transmitir lecciones más realistas sobre la prevención de enfermedades y la realidad del coito, como expone un artículo publicado en Vice.

El nuevo porno será individualizado

Al igual que ocurre con la educación presencial del pasado y los MOOC del presente, la pornografía también está pasando de ser un modelo de uno a muchos (un productor difunde un vídeo a muchas personas) a ser otro modelo de muchos a muchos (cada persona es un productor de contenidos pornográficos que cuelga en la red). Ello también implica que las estrellas porno dejarán de rodar películas y pasarán a centrarse casi exclusivamente en la relación individual con los usuarios, como ocurre con el sitio web Dream Lover. Como explica en Vice Sydney Leathers, célebre por sus conversaciones subidas de tono con el político Anthony Weiner, “el sexting con estrellas porno será probablemente la nueva tendencia”. Es algo muy semejante a lo que ya está haciendo Ceara Lynch, la próspera “humiliatrix” que ha montado un interesante negocio en la red.

Sexo con robots

Dejamos para el último lugar el más esperado de todos los adelantos tecnológicos relacionados con el sexo: la posibilidad de hacer el amor, abrazar, enamorarnos y casarnos con un ser de inteligencia artificial. En el artículo de Vice, el fundador y CEO de Revel Body, una compañía de juguetes sexuales robóticos, nos recuerda que los androides tienen la capacidad de hacer las cosas mejor que los humanos, y si alguien no está de acuerdo, no hay más que recordar el gran éxito de la Roomba, mucho más eficiente a la hora de limpiar los suelos que la escoba y el recogedor.
De igual forma que todos nos hemos visto obligados a utilizar móviles, puede ocurrir lo mismo con alguno de estos adelantos

Adiós a los condones

Un nuevo método preventivo conocido como Truvada ha cambiado de arriba abajo las relaciones homosexuales. Este fármaco, que ya se consume en Estados Unidos, Brasil y Sudáfrica, puede prevenir el riesgo de infección del SIDA hasta en un 92% y, aunque ha recibido críticas (los primeros meses puede dar dolores de cabeza y náuseas, así como afectar al riñón), también puede permitir que terminemos por considerar los preservativos como un reducto del pasado.

El lado oscuro del sexo del futuro

No todo son ventajas, claro está. Berman recuerda que el mayor riesgo al que nos enfrentamos es que las adicciones sexuales aumenten, como suele ocurrir cada vez que la accesibilidad a un producto de consumo potencialmente compulsivo aumenta, así como la pérdida de la conexión emocional con nuestras parejas, que se multiplicarán en número. Además, es muy poco probable que podamos sustraernos a ello. Como explica Cheok en un artículo publicado en Newsweek, de igual forma que utilizar el móvil para comunicarse se ha convertido en la nueva social, es posible que nos veamos obligados a adoptar muchos de estos adelantos si no queremos quedarnos atrás.

El náufrago que aguantó 5 meses en una balsa de madera


Las historias de náufragos son un clásico e incluso la escena del hombre, sólo en una pequeña isla, es elemento base en muchos chistes e historias. Si no, recuerden esa pregunta tan tonta de ¿qué te llevarías a una isla desierta? Algunos de ellos han pasado meses en tierra y muy pocos han resistido años, como Pedro Serrano, que aguantó ocho años en una isla desierta. Hoy vamos a ver una historia casi más impresionante, la de un hombre que estuvo 5 meses a la deriva sobre una balsa hecha con palos.

El tipo en cuestión se llamaba Poon Lim, era chino y había nacido en 1918. En plena Segunda Guerra Mundial, en el Atlántico sur, el buque británico en el que trabajaba como cocinero fue atacado por un submarino alemán y enviado al fondo. Era noviembre de 1942 y el submarino U-172, bajo el mando del capitán de corbeta Carl Emmermann, torpedeó al mercante y de las 54 personas que iban a bordo, tan sólo salvó la vida el señor Lim. Después de un par de horas en el agua, tuvo la suerte de encontrarse con una balsa de madera, poco más grande que una cama de matrimonio, y se encaramó a ella.

Para su suerte, allí había una cantidad de provisiones más que aceptable, con galletas, chocolate, azúcar y agua, entre otras cosas. Aquello le sirvió para conseguir un poco de margen, pero no tardó en tener que pescar y recoger agua de lluvia para mantenerse vivo. Se fabricó un anzuelo con un poco de cable de una linterna y con algo de cuerda hizo una caña rudimentaria que la lanzaba al agua esperando hacerse con algún pececillo. Con una lata se construyó algo parecido a un cuchillo y llegó a capturar algún pequeño tiburón, que se comió.

Durante aquellos cinco meses en alta mar, dos veces pudo ser rescatado, pero por una u otra razón, los barcos que lo divisaron pasaron de lejos. Un avión de la armada estadounidense que lo vio, lanzó una boya de señalización pero una tormenta alejó a Lim de la boya antes de que nadie acudiera. En lugar de venirse abajo, Lim siguió luchando por vivir. Y su resistencia tuvo recompensa.

Al final, el 5 de abril de 1943 fue rescatado por un pesquero brasileño. Llevaba en el agua desde el 23 de noviembre del año anterior, lo que hace un total de 133 días, sólo, en una balsa de madera en alta mar. Es una historia magnífica, digna de una película o de una novela de Hemingway.

Cuando la historia se conoció, el rey Jorge VI de Inglaterra, que al fin y al cabo era el país del barco que lo convirtió en náufrago, le concedió la Orden del Imperio Británico. Por su parte, la Marina de ese país también incluyó su historia en la documentación de supervivencia.