viernes, 29 de junio de 2018

Carbohidratos y salud, resumen de lo que dice la ciencia


La relación entre la salud y los diferentes macronutrientes (proteínas, grasas y carbohidratos) ha pasado por tantas fases, modas y tendencias que es normal que entre la gente de la calle haya bastante despiste respecto a lo que dice el consenso científico sobre el tema. En ese sentido, este blog pueden encontrar bastantes post que desmontan mitos sobre cada uno de ellos: proteínas1proteínas2,  grasas1grasas2carbohidratos1 y carbohidratos2; pero siguen estando muy extendidas todo tipo de creencias contra las que es difícil luchar.

Respecto a los últimos, los carbohidratos, es posible que la confusión sobre ellos sea especialmente acusada, ya que han pasado por todas las situaciones posibles, de un extremo a otro: desde ser considerados la fuente fundamental de energía de nuestro cerebro hasta ser responsabilizados de la epidemia mundial de obesidad. Así que son de agradecer todas aquellas opiniones y evidencias que ayuden a aclarar las ideas sobre este macronutriente.

Hace tan solo unos días científicos internacionales - y con puntos de vista no siempre coincidentes - se han unido en este sentido y han redactado un documento de consenso accesible sobre lo que, a fecha de hoy, se podría afirmar con cierta seguridad sobre la relación entre los carbohidratos dietéticos y la salud.  Se ha publicado en BMJ, "Dietary carbohydrates: role of quality and quantity in chronic disease" (2018), y sus autores son David LudwigFrank HuLuc Tappie y Jannie Brand Miller, investigadores de prestigiosas universidades que, como ya he dicho, no siempre coinciden en sus planteamientos y teorías, por lo que es de suponer que habrán tenido que hacer un esfuerzo para llegar a puntos intermedios que puedan desembocar en conclusiones útiles para la población.

Sin más preámbulos, a continuación les presento una traducción del mismo:

"Carbohidratos dieteticos y el papel de su calidad y cantidad en las enfermedades crónicas

Los carbohidratos son es el único macronutriente sin necesidades mínimas establecidas. Aunque muchos pueblos han prosperado con los carbohidratos como su principal fuente de energía, otros lo han hecho con pocos o ninguno durante gran parte del año (por ejemplo los inuit, lapones y algunos nativos americanos). Si los carbohidratos no son necesarios para la supervivencia, podemos plantearnos preguntas respecto a su cantidad y tipo para conseguir una salud óptima y para maximizar la longevidad y la sostenibilidad. Esta revisión se centra en estas cuestiones, haciendo especial énfasis en la obesidad, la diabetes, las enfermedades cardiovasculares, el cáncer y la muerte prematura.

Papel del consumo de carbohidratos en el desarrollo humano

El gran cerebro de los humanos modernos es energéticamente costoso y, en comparación con otros primates, se queda con una gran una parte de la energía de la dieta. Las primeras sociedades cazadoras y recolectoras se caracterizaron por un mayor consumo de alimentos de origen animal y de plantas con mayor disponibilidad de carbohidratos que las hojas, incluidas las frutas maduras, la miel y de alimentos feculentos cocinados. La mayor densidad de nutrientes y energía de esta dieta permitió evolucionar hacia un tracto gastrointestinal más pequeño, compensando las demandas de energía del cerebro.

Como resultado de presiones selectivas relacionadas con cambios en la dieta, se produjeron dos adaptaciones genéticas importantes que afectan a la digestión de carbohidratos: el número de copias del gen de amilasa salival promedio (AMY1) aumentó más de tres veces, con una variación importante entre poblaciones que consumían almidón; y se desarrollo una persistencia de la lactasa en la edad adulta en múltiples poblaciones geográficamente distintas, facilitando la digestión de la lactosa de la leche. Después de nuestra transición a un estilo de vida basado en la agricultura en el Neolítico, que comenzó hace 12 000-14 000 años, la ingesta total de carbohidratos aumentó en la medida en la que los cereales se convirtieron en un alimento básico, pero la evidencia arqueológica muestra que también surgieron problemas relacionados con la dieta, incluidas deficiencias nutricionales endémicas, disminución de la altura media y caries dental.

Relación entre los tipos de carbohidratos y la salud

Los carbohidratos se definen formalmente como compuestos que contienen carbono, hidrógeno y oxígeno en una proporción de 1: 2: 1. En la práctica, los carbohidratos de la dieta comprenden compuestos que se pueden digerir o transformar metabólicamente directamente en glucosa, o que se someten a oxidación en piruvato, incluidos algunos alcoholes de azúcar (por ejemplo sorbitol). Se han usado varios sistemas para clasificar los carbohidratos, con relevancia variable en relación a la salud.

Longitud de la cadena

Los carbohidratos se pueden categorizar de acuerdo al grado de polimerización en monosacáridos (monómeros), disacáridos, oligosacáridos y polisacáridos (almidón). Tradicionalmente se ha creído  que la longitud del polímero determinaba la velocidad de digestión y absorción, y en consecuencia influía en la concentración de la glucosa en sangre después de comer. Por lo tanto, las personas con diabetes han sido instruidas para evitar los azúcares y enfatizar los alimentos con almidón.  Sin embargo, las investigaciones que se iniciaron hace 50 años no mostraban una relación significativa entre la longitud de la cadena de hidratos de carbono y la glucemia posprandial o la insulinemia. Los alimentos ricos en almidón como el pan, la patata y el arroz aumentan la sangre glucosa e insulina sustancialmente más que algunos alimentos altos en azúcar (por ejemplo fruta completa). Por el contrario, algunos alimentos ricos en almidon consumidos tradicionalmente (legumbres, cereales integrales, pasta, pan fermentado de fermentación larga) liberan glucosa más lentamente porque el almidón está protegido de la digestión por la matriz de alimentos (gelatinizada) o porque la presencia de ácidos orgánicos ralentiza el vaciado gástrico.

Índice glucémico y carga glucémica

Aunque los carbohidratos son el único componente alimenticio que aumentan directamente la glucosa sanguínea (el principal determinante de la secreción de insulina), los estudios poblacionales sugieren que para el riesgo de enfermedad crónica, la cantidad total de carbohidratos - como porcentaje de energía alimentaria - es menos relevante que la tipología de los carbohidratos. Los cereales refinados, las patatas y las bebidas con azúcar se asocian con un mayor riesgo, mientras que los cereales mínimamente procesados, las legumbres y las frutas enteras se asocian con un riesgo menor. Esta distinción puede explicarse en parte por diferencias en cómo los carbohidratos específicos afectan la hiperglucemia posprandial y la hiperinsulinemia , que se relacionan causalmente con el desarrollo de diabetes tipo 2, enfermedad coronaria y tal vez obesidad.

Se utilizan dos métodos empíricos para clasificar los alimentos de acuerdo a sus efectos sobre la glucosa en sangre: el índice glucémico (IG) y la carga glucémica (CG). El IG compara los alimentos según una cantidad estandarizada de carbohidratos disponibles. La carga glucémica (IG multiplicado por la cantidad de carbohidratos en una porción concreta) permite comparar el efecto glucémico de los alimentos, las comidas y las dietas completas y se ha demostrado que es un mejor predictor de la respuesta glucémica que las cantidades de carbohidratos, proteínas y grasas en los alimentos. Los estudios observacionales prospectivos han concluído que el IG ajustado a la energía más alta o la CG total es un factor de riesgo independiente para la diabetes tipo 2 en hombres y mujeres; morbilidad y mortalidad cardiovascular, incluido el accidente cerebrovascular, en mujeres; y ciertos tipos de cáncer en ambos sexos, aunque algunos han cuestionado la solidez y ​​consistencia de estos hallazgos.

Fibra y almidón resistente

La fibra o los polisacáridos sin almidón son carbohidratos de vegetales no digestibles por las enzimas humanas. La fibra y el almidón resistente proporcionan, en diverso grado, sustrato para la fermentación microbiana colónica, lo que lleva a la producción de ácidos grasos de cadena corta que proporcionan una fuente de energía directa para el epitelio colónico e influye en la sensibilidad hepática a la insulina. La fibra puede clasificarse como soluble (viscosa o no viscosa) y no soluble, propiedades que influyen en la absorción gastrointestinal y los efectos metabólicos. Las fibras viscosas como las gomas vegetales y las derivadas de la fruta, legumbres y psyllium disminuyen la digestión y reducen la glucemia posprandial y la absorción del colesterol, mientras que las fibras insolubles (por ejemplo, del salvado de trigo) tienen menores efectos metabólicos.

Azúcares añadidos y libres

Los azúcares añadidos se definen como azúcares que se agregan a los alimentos durante el procesamiento, la fabricación o la preparación de los alimentos. El término más reciente, "azúcares libres", también incluye azúcares presentes de forma natural en los zumos de frutas sin endulzar. Excepto en ese aspecto, ambos términos son intercambiables. Según esta definición, solo se excluiría la lactosa presente de manera natural en los productos lácteos y los azúcares contenidos en la estructura celular de los alimentos (por ejemplo, fruta completa) .

La mayoría de las autoridades sanitarias coinciden en que el consumo excesivo de azúcares añadidos, y particularmente bebidas azucaradas, ha contribuido a la epidemia de obesidad. En los estudios observacionales prospectivos de mayor calidad, los cambios en el consumo de bebidas azucaradas están directamente asociados con los cambios en la ingesta de energía y el peso corporal. Además, dos grandes ensayos controlados aleatorios encontraron que la eliminación de bebidas azucaradas redujo el peso corporal entre adolescentes y niños menores de 18 meses. En los metanálisis de ensayos en adultos que consumen dietas sin restricciones, la ingesta reducida de azúcares añadidos está asociada con una disminución modesta en el peso corporal, mientras que una mayor ingesta se asocia con una ganancia comparable. La sustitución isocalórica de azúcares por otros carbohidratos, sin embargo, no afectó el peso corporal.

Los posibles mecanismos de ganancia de peso relacionados con el azúcar siguen siendo un tema de debate. Varios investigadores han destacado el potencial papel de la fructosa. La fructosa se metaboliza principalmente en el intestino y el hígado y, bajo ciertas condiciones experimentales, puede estimular la lipogénesis de novo, la inflamación y la resistencia a la insulina. Sin embargo, se ha cuestionado la relevancia de estos hallazgos para los patrones de consumo habituales. Además, la ingesta elevada de frutas con cantidades relativamente altas de fructosa está asociada con una buena salud metabólica, lo que sugiere que la fuente de fructosa también es importante.

No se conoce la contribución relativa a la epidemia de obesidad del azúcar añadido respecto a otros carbohidratos. De hecho, los alimentos ricos en almidón y elevada CG (sin fructosa) aportan sustancialmente más calorías a las dietas occidentales habituales que el azúcar añadido. En Australia, la ingesta de azúcares añadidos y bebidas azucaradas ha disminuido progresivamente desde la década de 1990, pero el índice de masa corporal medio en adultos y los niños ha aumentado de forma importante.

Más allá del peso corporal, los metaanálisis de ensayos aleatorizados indican que una mayor ingesta de azúcares añadidos aumenta los triglicéridos, el colesterol total, la presión arterial y otros factores de riesgo de enfermedades cardiovasculares. Es especialmente preocupante el hígado graso no alcohólico, una afección relacionada con la obesidad que se ha convertido en una importante amenaza para la salud pública. La reducción del consumo de fructosa o azúcar en varios ensayos clínicos dio como resultado una menor grasa intrahepática. Sin embargo, cada uno de estos estudios tiene limitaciones de diseño, como la falta de un grupo de control y la interferencia del efecto de la pérdida de peso involuntaria. En un ensayo de seis meses, las personas que consumían bebidas azucaradas tenían niveles más altos de grasa hepática y ectópica que las que consumían bebidas sin azúcar añadido, aunque el peso corporal fue el mismo.

Basándose en el principio de que "aumentar o disminuir los azúcares libres se asocia con cambios paralelos en el peso corporal ... independientemente del nivel de ingesta de azúcares libres", las directrices de la OMS de 2015 recomiendan que el consumo de azúcares libres sea menor al 10% de la ingesta energética para adultos y niños, y se considera que puede haber beneficios adicionales si esta ingesta es inferior al 5% . El Comité Científico Asesor sobre Nutrición en el Reino Unido recomendó como límite superior el 5%, señalando los beneficios potenciales de estar por debajo de este nivel para la salud dental y la ingesta total de energía. (También los nuevos alimentos ricos en almidón pueden contribuir a la caries). Las Dietary Guidelines for Americans 2015-2020 recomiendan un máximo de azúcares añadidos del 10% de la energía total.

Índices de calidad complejos

Más allá de los mecanismos implicados en estos sistemas de clasificación, los alimentos que contienen carbohidratos pueden influir en la salud de otras formas. Los alimentos integrales derivados de vegetales contienen innumerables compuestos beneficiosos (vitaminas, minerales y antioxidantes y fitoquímicos antiinflamatorios) o posiblemente adversos (lectinas, fitatos). En última instancia, la dieta debe considerarse como algo global e integrado, y los cambios en el consumo de una categoría de alimentos suelen afectar a otros. La naturaleza de estos intercambios determinará la aparente relación con la salud de los alimentos específicos en los estudios epidemiológicos. Reconociendo esta dificultad, se han propuesto varios índices de calidad de los carbohidratos (basados ​​en el IG, la cantidad de fibra, la relación cereales totales entre cereales integrales, y otros) y la calidad de la dieta total.

¿Cómo afectan los alimentos que contienen carbohidratos a la salud?

Cereales

Los cereales y las familias de plantas similares son alimentos básicos y una fuente importante de carbohidratos en todo el mundo. Los cereales refinados se procesan para eliminar el germen rico en grasas y proteínas y el salvado rico en fibra, dejando solo el endospermo de almidón. Los cereales integrales mínimamente procesados ​​retienen los tres componentes de la semilla.  Los metanálisis de ensayos clínicos aleatorizados indican que, en comparación con las dietas sin ellos, los cereales integrales producen reducciones pequeñas pero significativas en el colesterol de lipoproteínas de baja densidad (LDL), colesterol total y porcentaje de grasa corporal; también mejoran los niveles de glucosa posprandial y la homeostasis de glucosa.

Los estudios observacionales también han demostrado asociaciones inversas significativas entre la ingesta de cereales integrales y la incidencia de diabetes tipo 2, enfermedad coronaria, accidente cerebrovascular isquémico, enfermedad cardiovascular total y varios cánceres, así como el riesgo de muerte global. Por el contrario, una mayor ingesta de cereales refinados, especialmente de arroz blanco, se asocia con un mayor riesgo de diabetes tipo 2. El cereal integral o los cereales molidos de forma gruesa tienden a tener un IG menor que los creales refinados y contienen mayores cantidades de fibra y fitoquímicos con posibles propiedades antiinflamatorias y antioxidantes .

Sin embargo, los beneficios relativos a la salud de los cereales y alimentos integrales en comparación con otras categorías de alimentos vegetales con un contenido de carbohidratos más bajo (por ejemplo, nueces, semillas, legumbres, aguacate, aceitunas) no han sido bien estudiados. Además, la mayoría de los cereales integrales de los alimentos procesados ​​no contienen todos los componentes del cereal, ya que se muelen y filtran hasta una harina de tamaño de partícula fino (por lo tanto IG más alto), con cantidades variables de salvado y germen que son añadidos posteriormente. Por lo tanto, los alimentos procesados etiquetados como "cereales integrales" pueden no tener los mismos beneficios para la salud que los realmente integrales o mínimamente procesados. Además, algunos alimentos integrales contienen altas cantidades de azúcar añadido.

Patatas

Las patatas, el principal alimento vegetal en la mayoría de los países, son otra fuente importante de carbohidratos en la dieta. Aunque las patatas tienen algunos nutrientes (como vitamina C, potasio y fibra), en la forma en la que se suelen comer contienen predominantemente almidón, lo que le confiere un IG alto. En tres estudios observacionales de hombres y mujeres de EE. UU., el aumento en la ingesta de patata se asoció con una mayor ganancia de peso y mayor riesgo de diabetes tipo 2, incluso después del ajuste del índice de masa corporal y otros factores de riesgo de diabetes. En los mismos estudios, una mayor ingesta de patatas horneadas, hervidas o en puré y patatas fritas se asoció de forma independiente con un mayor riesgo de desarrollar hipertensión. Por lo tanto, los efectos sobre la salud de las patatas se asemejan más a los de los cereales refinados que a los de otros vegetales.

Legumbres

Las legumbres como las judias, los guisantes y las lentejas, al igual que los cereales integrales, mejoran la calidad nutricional y los indicadores de salud cuando se incluyen en los patrones dietéticos habituales. Las legumbres contienen carbohidratos con IG bajo y cantidades relativamente altas de proteínas, fibra y otros nutrientes. Un metaanálisis de ensayos clínicos aleatorizados encontró una disminución significativa en el colesterol total y del LDL para las intervenciones dietéticas de legumbres (no soja) en comparación con las dietas control. Otro metanálisis encontró un riesgo 10% menor de enfermedad cardiovascular al comparar los grupos de mayor y menor consumo. En la población costarricense, aumentar la proporción de judías a costa del arroz blanco se asoció con factores de riesgo cardiometabólicos más bajos, incluyendo perfil lipídico y presión arterial.

Frutas

La fruta completa es rica en fibra, vitaminas, minerales y fitoquímicos y generalmente tienen una CG de moderada a baja. En estudios observacionales el consumo regular de frutas se asocia con un menor riesgo de diabetes tipo 2, enfermedades cardiovasculares, cáncer y mortalidad. Un mayor consumo de frutas enteras (especialmente arándanos, uvas y manzanas) se asocia significativamente con un menor riesgo de diabetes, mientras que un mayor consumo de zumos de frutas se asocia con un mayor riesgo en tres estudios estadounidenses. Comparado con la fruta entera, los zumos de fruta tienden a tener menos fibra, menos micronutrientes y un mayor IG y por estas razones es controvertido clasificarlos en el mismo grupo en las recomendaciones dietéticas.

¿Cuáles son los efectos metabólicos de los carbohidratos?

Las poblaciones con personas de longevidad extrema han consumido tradicionalmente dietas altas en carbohidratos, aunque la interpretación de la causalidad puede estar afectada por otros factores del estilo de vida. Por el contrario, el estudio PURE en 18 países concluyó que el mayor consumo de carbohidratos se asoció con una mayor mortalidad, pero también en este caso es posible la  existencia de factores de confusión (por ejemplo, muchas personas en países de bajos ingresos subsisten predominantemente con productos altos en almidón como el arroz blanco) . En grandes estudios de cohortes a largo plazo de EE. UU., el consumo total de carbohidratos también se asocia con una mayor mortalidad, aunque el tipo de grasa influye significativamente en el resultado. Análogamente, la sustitución de grasas saturadas por carbohidratos con un IG bajo se asocia con un menor riesgo de infarto de miocardio, mientras que su sustitución por carbohidratos con IG alto se asocia con un mayor riesgo.

Los ensayos clínicos han demostrado que las dietas bajas en carbohidratos producen una mayor pérdida de peso que las dietas bajas en grasa a corto plazo, pero esta diferencia disminuye con el tiempo debido la falta de adhesión. El reciente estudio DIETFIT detectó una diferencia no significativa para una dieta saludable baja en carbohidratos respecto a una dieta baja en grasas, pero a ambos grupos se les aconsejó que limitaran el azúcar, los cereales refinados y los alimentos procesados ​​en general. Por lo tanto, la evidencia sugiere que para la población el tipo de carbohidratos puede tener un efecto mayor en los indicadores de salud que su cantidad. Sin embargo, podría haber grupos específicos con respuestas diferentes a la cantidad y calidad de carbohidratos.

Resistencia a la insulina, síndrome metabólico y diabetes

El síndrome metabólico (caracterizado por adiposidad abdominal, hipertensión, dislipidemia, hiperglucemia e inflamación crónica) contribuye de manera importante al riesgo de diabetes y enfermedades cardiovasculares en todo el mundo. Una causa subyacente de este síndrome es la resistencia a la insulina y el aumento asociado en los niveles de insulina. Dado que la resistencia a la insulina refleja una menor capacidad para promover la absorción de glucosa en los órganos, algunos investigadores han propuesto una dieta baja en carbohidratos como parte del tratamiento. Los datos observacionales y experimentales sugieren que las personas con niveles bajos de actividad física u obesidad (principales contribuyentes a la resistencia a la insulina ) puede ser especialmente sensibles a los efectos metabólicos adversos de las dietas ricas en azúcar o elevada CG, lo que tal vez explique cómo las sociedades agrícolas de Asia pueden mantener bajas tasas de adiposidad y enfermedades cardiovasculares en las dietas basadas en arroz blanco.

Las personas con diabetes pueden beneficiarse especialmente al reducir el consumo de alimentos que aumentan la glucosa en sangre posprandial. La evidencia preliminar sugiere un mejor control glucémico, menores triglicéridos y otras ventajas metabólicas de las dietas bajas en carbohidratos o con IG bajo tanto en la diabetes tipo 1 como en la diabetes tipo 2 , aunque faltan datos a largo plazo sobre su eficacia y seguridad.

Secreción de insulina

La secreción de insulina refleja la tendencia de las células β pancreáticas a liberar insulina rápidamente después de la ingestión de carbohidratos. Esta medida clínica, distinta de la resistencia a la insulina, puede evaluarse mediante la medida de la concentración de insulina en sangre a los 30 minutos de una prueba estándar de tolerancia oral a la glucosa. Según un modelo de obesidad basado en los carbohidratos y la insulina, las personas con secreción elevada de insulina serían especialmente susceptibles de ganar peso con una dieta de elevada CG, una hipótesis que tiene cierto respaldo en laboratorio, observacional y de investigación clínica. La acción de la insulina en el tejido adiposo podría tener un efecto anabólico y promover la deposición de grasa, aumentar el apetito y el gasto de energía. Un reciente estudio de aleatorización mendeliana encontró que la insulina 30 determinada genéticamente pronosticaba el índice de masa corporal. Sin embargo, ni la insulina 30 ni el riesgo genético modificaron la respuesta a la dieta en DIETFIT, aunque en este estudio la CG fue bastante baja en ambos grupos.

Amilasa salival

El número de copias diploides del gen de la amilasa salival (AMY1) varía ampliamente, afectando a la concentración de la proteína amilasa en la saliva. Las personas con mayor número de copias tienen una glucemia postprandial más alta después del consumo de alimentos con almidón (pero no azucarados). El alto número de copias de AMY1 puede haber proporcionado una ventaja de supervivencia, pero su relevancia para la obesidad y la enfermedad metabólica no está clara. Un estudio reciente detectó una interacción dieta-gen, de forma que se observó un menor índice de masa corporal entre las personas con una alta ingesta de almidón y un bajo número de copias de AMY1 (lo que refleja una baja capacidad genética para digerir el almidón) .

Conclusiones

Aunque las poblaciones humanas han prosperado con dietas con una proporción de macronutrientes muy variada, la reciente afluencia de carbohidratos de alto IG de rápida digestión en países desarrollados ha contribuido a la epidemia de obesidad y enfermedades cardiometabólicas. Además, las dietas tradicionales a base de almidón de algunos países en desarrollo probablemente hayan contribuido al aumento del riesgo de enfermedades crónicas, junto con la disminución de la actividad física y un mayor índice de masa corporal asociado con la rápida urbanización.

Sin embargo, la calidad de los carbohidratos parece tener un papel más importante en la salud de la población que su cantidad. Puede afirmarse con bastante seguridad que el consumo de alimentos de elevada CG, productos de patata y azúcares añadidos (especialmente en bebidas) se relaciona con la obesidad, la diabetes, las enfermedades cardiovasculares y algunos cánceres; mientras que las hortalizas sin almidón, las frutas enteras, las legumbres y los cereales integrales parecen protectores. Sin embargo, los efectos metabólicos de los carbohidratos totales y de elevado IG pueden variar entre las personas, dependiendo del grado de resistencia a la insulina, la intolerancia a la glucosa u otras predisposiciones biológicas heredadas o adquiridas.

A pesar de los nuevos conocimientos sobre los efectos metabólicos de los carbohidratos y las áreas de amplio consenso, aún existe controversia. La mayoría de los datos a largo plazo derivan de estudios observacionales, que pueden verse afectados por factores de confusión y otros problemas metodológicos. La mayoría de los ensayos controlados aleatorios son cortos, se basan en medidas indirectas, no están cegados, no controlan la intensidad del tratamiento y tienen un cumplimiento limitado. Otras consideraciones relevantes en la efectividad de los estudios son los factores conductuales y ambientales (por ejemplo, disponibilidad de alimentos) que afectan el cumplimiento. La resolución de estas controversias requerirá de estudios de alimentación sobre mecanismos y de ensayos clínicos a largo plazo, investigación observacional prospectiva y examen de los impactos económicos y ambientales.

Mensajes clave
  • Las poblaciones humanas han prosperado con dietas con contenido de carbohidratos muy variable.
  • La calidad de los carbohidratos tiene una gran influencia en el riesgo de numerosas enfermedades crónicas.
  • Reemplazar los carbohidratos procesados con carbohidratos no procesados o grasas saludables beneficiaría en gran medida a la salud pública.
  • El beneficio de reemplazar azúcares añadidos basados en fructosa por otros carbohidratos procesados no está claro.
  • Las personas con resistencia grave a la insulina o diabetes pueden beneficiarse de la reducción de la ingesta total de carbohidratos.

Preguntas pendientes de resolver
  • ¿La reducción en la ingesta total de carbohidratos (actualmente típicamente 45-65% de la energía total) ayuda a controlar el peso corporal en la población general y los subgrupos susceptibles?
  • ¿Cuál es el papel de una dieta baja en carbohidratos en la prevención y el tratamiento del síndrome metabólico y la diabetes tipo 2, y en el tratamiento de la diabetes tipo 1?
  • ¿La cetosis inducida por la restricción severa de carbohidratos proporciona beneficios metabólicos y, de ser así, en qué escenarios clínicos sería aconsejable esta dieta?
  • ¿A qué nivel se deben restringir los azúcares añadidos (o libres) para una salud óptima individual y para la población en general?
  • ¿La sustitución de la fructosa por glucosa en azúcares añadidos proporciona un beneficio o daño metabólico?
  • ¿La sustitución de azúcares libres con azúcares poco digeribles, alcoholes de azúcar o edulcorantes artificiales proporciona beneficios para la salud o daños (por ejemplo, efectos inesperados en el microbioma)?
  • ¿El aumento de la ingesta de almidón resistente proporcionaría beneficios para la salud?
  • ¿Cuáles son los efectos sobre la salud de sustituir los cereales integrales por otros alimentos vegetales de alto contenido en carbohidratos (frutas, legumbres) o altos en grasas (nueces, semillas, aguacate)?
  • ¿Cuáles son los efectos a largo plazo de los diferentes tipos de carbohidratos en el riesgo poblacional de cáncer, enfermedades neurodegenerativas y función cognitiva?
  • ¿Qué alimentos a base de carbohidratos proporcionarán una combinación óptima de beneficios para la salud, sostenibilidad ambiental, costo y aceptabilidad pública?"
Si quieren profundizar en las diferentes afirmaciones del texto y las referencias incluidas, no duden en consultar el texto original, disponible completo en este enlace.

El lugar más frío de la Tierra está a -98ºC

Un nuevo estudio publicado en la revista Geophysical Research Letters muestra que el análisis de los datos de satélite evidencian que los valles en las capas de hielo de la Antártida pueden alcanzar cerca los -100 ºC. Esto es significativamente inferior al registro de - 93 grados Celsiusobservado en la misma área.

Los científicos alcanzaron este nuevo dato tras analizar de nuevo las lecturas de los satélites de observación de la Tierra. En 2013, un equipo de científicos del Centro Nacional de Datos sobre Nieve y Hielo de la Universidad de Colorado Boulder (EE.UU.) anunció haber encontrado temperaturas superficiales de -93ºC en varios puntos de la Meseta Antártica Oriental; ahora, al recalibrar estas lecturas con datos actualizados tomados de estaciones meteorológicas en el terreno, han descubierto que los sitios más fríos en realidad son mucho más fríos de lo se creía: alcanzan los -98ºC.

Estas temperaturas se observan durante la noche del Polo Sur y "parecen ser tan bajas como es posible alcanzar", según el equipo internacional de investigadores que trabajaron en el estudio. Dichas temperaturas bajo cero se mantienen hasta 3 metros de profundidad.

El nuevo estudio de los datos también arrojó algo interesante acerca de cómo se producen estos mínimos récord: para alcanzar este punto bajo no solo son necesarios cielos despejados, sino que el aire también debe ser extremadamente seco, porque cualquier vapor de agua en el aire tiende a calentarlo, aunque ligeramente.

Los científicos analizaron los datos de los satélites Terra y Aqua de la NASA, además de los satélites ambientales Polar de la NOAA (National Oceanic and Atmospheric Administration's), registrados entre 2004 y 2016. Los mayores descensos de temperatura ocurren durante la noche durante el invierno en el hemisferio sur, que se corresponden con los meses de junio, julio y agosto.

Los investigadores afirman que la temperatura podría descender aún más, aunque se necesitaría una inusual cantidad de cielos despejados y aire seco para conseguirlo.

Encontraron docenas de sitios con temperaturas tan frías; sin embargo, teniendo en cuenta que la misma temperatura se registró en varios lugares a lo largo del glaciar, incluso a muchos cientos de kilómetros de distancia, los científicos creen que este podría ser el límite de temperatura más baja en la Tierra.

Y podría ser un registro que no se rompa en mucho, mucho tiempo.

El aumento de los niveles de dióxido de carbono en la atmósfera y los niveles elevados de vapor de agua como resultado, representa que las condiciones necesarias para temperaturas súper frías son cada vez más raras.

"Los procesos radiactivos que controlan las bajas temperaturas de la superficie y del aire, y la composición cambiante de la atmósfera, implican que en el futuro podemos ver menos eventos de temperaturas extremadamente extremas", escriben los autores.

Referencia: Ultra‐low surface temperatures in East Antarctica from satellite thermal infrared mapping: the coldest places on Earth. T. A. Scambos , G. G. Campbell , A. Pope, T. Haran , A. Muto, M. Lazzara, C. H. Reijmer, M. R. van den Broeke. Junio 2018. Geophysical Research Letters. DOI: https://doi.org/10.1029/2018GL078133

Crédito imagen: Ted Scambos/NSIDC and CU Boulder

Todo, absolutamente todo lo detox es un timo


Aunque pega especialmente fuerte en algunos momentos del año (básicamente después de las navidades o a la vuelta del verano), la industria de los detox ya es una constante en nuestras vidas: dietas, tés, pastillas, tratamientos alternativos, rutinas de entrenamiento… Pocas áreas de “lo wellness” han quedado libres de su respectiva ración de detox.
Y por qué iban a hacerlo, con lo bien que suena: un tratamiento para depurarnos por dentro. Para ayudarnos a eliminar todas esas “toxinas” que se nos quedan dentro del cuerpo cuando hemos estado cometiendo excesos. Una especie de expiación de los pecados de todo lo que comes y disfrutas pero sabes que es malo, muy malo para ti.
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El caso es que aprovechando ese sentimiento de culpa y apoyándose en publicidad y mucha celebrity, nos han vendido un concepto inventado de principio a fin: el de “desintoxicar” nuestro cuerpo.
En realidad sí existen en medicina procedimientos de desintoxicación. Se realizan en los hospitales, en situaciones de gravedad cuando una persona ha ingerido algún producto tóxico. Consisten en la administración de un medicamento que obliga al cuerpo a expulsar esa sustancia peligrosa para así salvar la vida del paciente y restablecer su salud.
Esa es la única verdadera desintoxicación, y no se hace en casa con un batido o un té. Cualquier otra cosa que se venda como tal está basada en una serie de bulos que explicamos y desmentimos a continuación.

No, tu cuerpo no acumula toxinas

La idea de que de alguna forma estamos dañando a nuestro cuerpo y necesitamos purificarlo no es nueva. Está detrás de muchos rituales ancestrales y de procedimientos médicos antiguos. Claro que ahora no tememos a los miasmas como ocurría entonces, sino a las toxinas, en teoría restos y desechos de los alimentos que se quedan pululando por nuestro cuerpo, se adhieren a los intestinos, se pudren y nos enferman desde dentro. Alguien nos ha hecho creer que nos estamos autointoxicando.
Esto no es cierto. En torno al año 1900, a medida que aprendíamos más sobre fisiología, anatomía y las verdaderas causas que hay tras las enfermedades, la ciencia terminó por descartar la idea de la autointoxicación: resulta que nuestro cuerpo es perfectamente capaz de librarse de todo aquello que no necesita con sofisticados órganos y sistemas que llevan millones de años evolucionando para cumplir eficazmente con su tarea.
Resulta además muy llamativo que los que nos invitan a desintoxicarnos no nos dicen exactamente de qué debemos hacerlo. ¿Qué son exactamente esas toxinas? ¿Cómo se forman? ¿Dónde se encuentran? ¿Qué efectos tienen? Todo se mantiene siempre convenientemente genérico e inespecífico.

No, las enfermedades no son culpa de ‘químicos y toxinas’

Otra de las bases del timo de lo detox (y de mucha de la publicidad a la que estamos sometidos) es la quimiofobia generalizada: la idea de que “lo químico” es malo en contraposición a “lo natural”. Esto nos hace creer que frente a un modo de vida y de alimentación “ecológico” y “sano”, todo “lo artificial” es malo para nosotros.
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Así que comiendo cosas “con químicos” estaríamos llenando nuestro cuerpo de “toxinas” que nos enferman. ¿Cómo nos enferman? Nadie termina de explicarlo totalmente tampoco. En teoría nos producen síntomas muy generales, como dolores de cabeza, fatiga, insomnio, falta de apetito… Es raro que alguien no padezca estos síntomas alguna vez, claro, lo cual no hace sino apoyar la teoría de “lo detox”.
Pero es que la ciencia no funciona así, y para asegurar que una sustancia produce unos síntomas hay que poder demostrarlo. De hecho, para que una sustancia o producto destinado a la alimentación pueda comercializarse debe pasar una serie de pruebas en las que demuestre todo lo contrario, es decir, que es seguro para los consumidores.
Más allá de eso, la idea de que “lo químico” es malo es absurda. El aire, el agua más limpia y pura o la manzana más ecológica y “natural” tiene sustancias químicas. Las sustancias químicas se encuentran en la naturaleza así que son “naturales”, y no por eso son buenas o malas: el arsénico es natural y es venenoso, y la aspirina se hace en un laboratorio y nos quita el dolor de cabeza.

No, el hígado y los riñones no son ‘filtros’ que necesiten una limpieza

Entramos ya en el campo de la anatomía y biología humanas básicas. Muchos de los defensores de los métodos detox plantean un funcionamiento del cuerpo más o menos así: el hígado y los riñones son filtros que retienen las sustancias de deshecho y que de ahí se expulsan físicamente el cuerpo. Pero siempre quedan “restos” y por eso de vez en cuando hay que purificar o desintoxicar estos órganos.
Esto no ocurre así. Lo que hacen los riñones y el hígado es llevar a cabo una serie de reacciones químicas que convierten las sustancias de deshecho en otras que se pueden eliminar fácilmente. Ambos órganos se desintoxican solos y, a no ser que se padezca alguna enfermedad hepática o renal, no hace falta ayuda de ningún tipo para cumplir con sus funciones. Y si no funcionan, lo que necesitas es un hospital y no un té o un batido.

No hay ninguna evidencia científica detrás de los productos detox

Hasta la fecha, el estudio científico más riguroso sobre productos detox fue una revisión de investigaciones publicada en el Journal of Human Dietetics and Nutrition. Sus conclusiones eran las siguientes:
“Por lo que nosotros sabemos no se han llevado a cabo investigaciones clínicas rigurosas sobre dietas detox. El puñado de estudios que se han publicado hasta ahora padecen de limitaciones metodológicas significativas incluyendo muestras pequeñas y sesgadas, falta de grupos de control, datos autoreportados por los participantes y medidas más cualitativas que cuantitativas”.
Es decir, que no existe un solo estudio científicamente sólido que sostenga la teoría detrás de los productos y dietas detox. Si quieres ahondar en este tema, te recomendamos este reportaje publicado por la Agencia SINC sobre los falsos mitos de los alimentos depurativos.

domingo, 24 de junio de 2018

Para 2030 un 85% de la energía será renovable, sin carbón ni nuclear, a un coste inferior a 5c€/kWh

La clave está en repartir la potencia solar entre fotovoltaica y termosolar y despachar las nuevas centrales termosolares con almacenamiento a partir de la puesta de sol


Protermosolar ha realizado un informe sobre la transición del sector eléctrico en el que proyecta un escenario para 2030, sin centrales de carbón ni nucleares, con un 85% de generación renovable, frente al 62% marcado por la Comisión de Expertos (CdE), con una reducción del 82% de vertidos y del 60% de emisiones respecto al citado informe ya menos de 5c€/kWh.
Para la patronal del sector, la clave para alcanzar este escenario para 2030 está en repartir la potencia solar contemplada por la CdE entre fotovoltaica y termosolar y despachar las nuevas centrales termosolares con almacenamiento a partir de la puesta de sol.
Imprescindible que los planificadores energéticos entiendan las diferencias entre las energías renovables, para conseguir así satisfacer la demanda
En este análisis, resulta también imprescindible que los planificadores y responsables energéticos entiendan las diferencias entre las energías renovables, para conseguir así satisfacer la demanda de forma segura, barata y sin emisiones, cosa que los mercados, comparando exclusivamente costes de generación, no realizan. Luis Crespo, presidente de Protermosolar ha insistido en este punto, indicando que “lo fundamental es que las renovables son muy distintas unas de otras”, por ejemplo “la termosolar y la biomasa tienen la capacidad de recoger la energía en un momento y entregarla cuando lo demande el sistema” eso no se tiene en cuenta en anteriores informes.
De hecho este estudio se plantea como una propuesta alternativa al informe desarrollado por la Comisión de Expertos para la Ley de Transición Energética y Cambio Climático, que ha realizado Protermosolar “de una forma completamente pragmática, sin estudios, por inducción, no por deducción” ha explicado Crespo, y “salen los hallazgos” que ha publicado Protermosolar.
En realidad, el estudio no se basa en modelos de ordenador sino en la proyección realizada a partir de datos horarios reales de generación en años pasados del mix propuesto, por lo que sus resultados se corresponden con una comprobación real de la capacidad de un mix de renovables optimizado, identificando la potencia real de respaldo que le faltaría y llegando a la conclusión de que sobrarían el carbón, las nucleares y parte del actual parque de ciclos combinados. “Los estudios que simplemente han utilizado modelos de expansión, de ordenador, no han tenido en cuenta que se puede despachar de forma distinta, no han tenido en cuenta, por ejemplo, el principal valor de la termosolar: que podemos recoger ahora y despachar dentro de 5 horas o de un día, sin perder casi nada” ha apuntado a este respecto el presidente de Protermosolar.

La misma demanda y distinto escenario para 2030

El contexto planteado por este nuevo informe satisface la misma demanda a 2030 que en el análisis de la CdE, y con la misma cantidad de potencia renovable, 106 GW, desglosada en: 33 GW eólica; 25 GW fotovoltaica; 20 GW termosolar y 5 GW de otras renovables. Con este mix los vertidos se reducirían a 830 GWh, un 82% de los 4.600GWh contemplados por la CdE, y las emisiones a 4.991 Kton CO2, un 60% de los 12.593 kton CO2 proyectados por la CdE.
El reparto de energías calculado por Protermosolar superaría el 34% de contribución de renovables
Mientras que la CdE mantenía en escenario para 2030 a las centrales nucleares y el parque de ciclos combinados y no alcanzaba los objetivos de la UE, al quedarse por debajo del 30% de contribución de las renovables, el reparto de energías calculado por Protermosolar superaría el 34%.
El escenario para 2030 que propone el informe de Protermosolar contempla un saldo de interconexiones de un 4,5% de importación, ya que sería más económico importar electricidad que hacer trabajar a los ciclos combinados en determinados momentos, y una cobertura de la demanda por fuentes renovables del 83% (frente al 69% de la CdE).
En cuanto al precio, la media de costes por generación, según las producciones de cada tecnología, se situaría en el entorno de 4,9c€/kWh y la generación a partir de viento y sol representaría el 65% de la generación total, mientras que el resto dependería de la cogeneración (11%), biomasa y biogás (9%), que elevarían ligeramente el precio del mix, e hidráulica (12%), que reduciría el precio al valor medio de sol y viento.

Contribución a la economía española de las centrales termosolares

El estudio también muestra la contribución adicional a la economía española que representan las centrales termosolares, gracias a su elevado contenido local. Las inversiones en termosolares contribuirían a un incremento del PIB de 62.000 millones de euros (3,5 millones €/MW para 17,7GW) en su fase de construcción y de 5.000 millones de euros (0,25 millones €/MW para 20GW) en la fase de operación. Respecto a la generación de empleo, en la fase de construcción de las centrales, se llegarían a crear 88.500 puestos de trabajo/año, mientras que en la fase de operación se generarían 1.770 empleos.
Crespo apuesta por este nuevo escenario para 2030 y califica el informe de “absolutamente oportuno y muy importante”, porque demuestra de forma “incontestable” que otro mix es posible, “porque hemos demostrado y configurado otro mix en el que, hora a hora, la solar se parte en dos (fotovoltaica y termosolar)”. El análisis no pierde de vista que el recorrido de las tecnologías no gestionables tiene limitaciones y necesidades de respaldo convencional, por eso “ofrecemos nuestro estudio a Red Eléctrica de España para que vean que el respaldo que hace falta es el que plateamos, no hace falta más, si despachamos la energía termosolar de forma inteligente y complementaria a la fotovoltaica”. Habida cuenta también del nuevo escenario, en este caso político, abierto tras la llegada del nuevo Gobierno “que se plantea metas más ambiciosas de desmantelamiento de centrales convencionales” este informe también ofrece al Ejecutivo “argumentos realistas”.