Michael Fassbender, en una escena de 'Shame'
Según diversos estudios, un adicto al sexo se describe como una persona con "escaso control durante varios años, asociado a un deterioro en el funcionamiento interpersonal, promiscuo y compulsivo". Sin embargo, en la quinta y última edición del manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales, lo que se considera la Biblia de la psiquiatría, “la adicción al sexo no aparece descrita como trastorno en ninguna de sus controvertidas páginas”, dice la agencia SINC. Miquel Bernardo, presidente de la Sociedad Española de Psiquiatría Biológica, dice que “no se trata, en ningún caso, de un trastorno psiquiátrico. Ni la adicción al sexo ni la ninfomanía aparecen en el manual, sólo son consideradas conductas sexuales”.
Casi todas las adicciones que puede tener el ser humano se consideran dañinas para la salud y, como consecuencia, una enfermedad. Desde las más comunes, pasando por el alcohol o las drogas, hasta el juego, los medicamentos o las compras compulsivas. Y con el sexo, aunque de pie a hacer la broma de nunca es suficiente, pasa lo mismo: “en algunos casos la interferencia sobre la vida laboral es tal que en algunos países como EE UU el diagnóstico de adicción al sexo implica la suspensión del cargo para los pilotos de líneas aéreas, ya que se ha encontrado una frecuente relación con trastornos de ansiedad, estados depresivos o abuso de sustancias, lo que podría desembocar en accidentes”, señala Ángel Luis Montejo, director científico de la Asociación Española de Sexualidad y Salud Mental.
La compulsividad sexual se define “como una falta de control sobre este comportamiento, lo que, indirectamente, implica una conducta autodestructiva de quien lo padece”, explica SINC. “Cuando una persona se preocupa en exceso por el sexo y continúa comprometiéndose en actividades sexuales compulsivas a pesar de las consecuencias adversas que puede conllevar, como el deterioro de su vida de pareja, trabajo, salud, libertad personal… se considera adicto al sexo”, afirma Montejo. Los varones con adicción al sexo “poseen niveles muy altos de deseo sexual y con cierta frecuencia se asocian a actividades parafílicas como el exhibicionismo o el voyeurismo. La excitación que obtienen de las relaciones con la pareja habitual es baja, por lo que tienden a buscar otras y es frecuente que en periodos de estrés, depresión o disforia, su conducta sexual se haga más exagerada”, describe el experto.
Aunque no venga descrito como una patología en el manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales, lo cierto que esta adicción provoca una serie de daños que deben ser reparados. “Normalmente las personas que piden ayuda por este trastorno han desarrollado un hábito que les hace daño. Sin que tengan ninguna patología concreta, su conducta erótica les genera grandes dificultades en la vida diaria”, explica Montejo.
No sólo se trata del nivel personal, sino también de romper las relaciones de pareja o familiares y el riesgo de adquirir y diseminar enfermedades de transmisión sexual.
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