El hombre que en el 2015 fue máximo realizador de la Copa del Rey y en la Champions igualó a Messi y Cristiano con 10 goles. El crack que saldó la pasada Liga con 24 dianas lleva más de dos meses sin marcar. Neymar ha comenzado la temporada con pie dubitativo y su irregularidad no pasa desapercibida en los despachos de la ciudad deportiva de Sant Joan Despí, donde impera el deseo de que el rendimiento del brasileño se estabilice en un nivel alto a su regreso de las vacaciones.
Sólo la cifra de asistencias (6 en la Liga y 7 en la Champions) maquilla las estadísticas de un jugador que, por otra parte, presenta una cifra anómala de ocho amonestaciones que ya le han provocado sendos partidos de suspensión en las competiciones mencionadas. No hay caso Neymar, todavía, aunque las prestaciones del 11 se han distanciado respecto a las de Messi y Luis Suárez, y Luis Enrique se ha visto impelido a opinar sobre la sequía de Neymar.
“Como es un jugador ambicioso su objetivo es el de mejorar sus números, pero creo que su rendimiento está siendo altísimo. Al mismo nivel de las dos temporadas anteriores”, dijo el entrenador en una enérgica defensa del brasileño en público después del último partido. En realidad, los números ponen en evidencia que Neymar experimenta una regresión en su trayectoria y se aparta de sus registros habituales en las últimas dos temporadas. Ha llegado al paréntesis navideño con 6 goles, cuando en la pasada campaña firmaba 16 y en la anterior 14, y su cifra de asistencias de este año (13) sigue siendo inferior a la del anterior (14), cuando contabilizaba dos partidos más por la disputa del Mundial de Clubs.
En resumen, esta temporada Neymar necesita 267 minutos de juego para marcar un gol, cuando hace un año requería 112. Mientras tanto Messi ha producido 23 goles y 8 asistencias y Suárez 15 dianas y 5 pases de gol. ¿Se ha acostumbrado el brasileño a vivir de las rentas de los otros atacantes? Es una situación que el cuerpo técnico pretende evitar a toda costa. Neymar es líder incontestable en la selección de Brasil y acaba de ampliar su relación con el Barcelona hasta el 2021 justamente porque el club no valora únicamente su talento sino su proyección y sus cualidades para llegar a convertirse en buque insignia en un futuro. Una involución, incluso una conducta acomodaticia, pueden resultar altamente perniciosos para el porvenir deportivo de la entidad.
Otros futbolistas tienen recambio, Neymar es una cuestión estructural. Aunque su sustituto, Arda Turan, firmara sendos tripletes contra el Borussia Mönchengladbach y el Hércules y cooperara en la imperativa victoria (0-3) en el campo del Osasuna, Neymar es Neymar. Disfruta de trato preferente y, a pesar de las estadísticas, no ha dado muestras evidentes de falta de espíritu competitivo. “Yo quiero ayudar a mis compañeros como pueda, con gol o asistencias o lo que pueda. No he cambiado nada. Puede pasar que no hago gol, y claro que quiero estar en el campo con muchos goles y muchos pases. Estamos ahí para ganar, pero puede pasar que no te salgan las cosas que quieres hacer en un partido, quieres hacer un gol y no sale, quieres dar un pase y no va… eso es fútbol”.
De estas recientes declaraciones del brasileño a LaLiga se desprende, por una parte, que el jugador es consciente de que no está en una situación óptima. Por otro lado, expresa realismo –el fútbol no es una ciencia– y ambición: “Venimos de unos partidos que no hicimos bien y toda la gente empezó a hablar de cosas que no están correctas, pero no. El Barça sigue siendo el Barça, y lo seguirá siendo mucho más. Tenemos que volver a estar en nuestro nivel máximo. Cuando ganamos el triplete, fuimos a Anoeta y perdimos, y luego en la vuelta ya arrancamos y ganamos todo. Puede pasar eso. Nosotros vamos a hacerlo todo para que pase, porque queremos ganarlo todo”. A título anecdótico más que sintomático, Neymar ha bajado de la tercera a la quinta plaza en la lista del Balón de Oro. Necesita progresar.
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