Las personas que, a lo largo del día, mantienen conversaciones profundas con otros individuos son más felices que quienes hablan poco o intercambian impresiones superficiales con sus congéneres. A esta conclusión ha llegado un equipo dirigido por Matthias Mehl, de la Universidad de Arizona en Tucson, en el que han participado cerca de 500 sujetos. De manera sorprendente, la personalidad no supone un factor importante en este efecto: también las personas introvertidas se aprovechan de la charla con los demás. Los resultados se han publicado en la revista Psychological Science.
Para el estudio, los experimentadores colocaron una grabadora a cada participante, de modo que registraban las conversaciones que los sujetos mantenían a lo largo de todo el día, desde la mañana hasta la noche. Cada vez que conversaban, los probandos debían indicar cómo se sentían.
Seres sociales
Además de comprobar que las conversaciones largas y profundas aumentaban la sensación de felicidad de los probandos, los investigadores constataron que los diálogos breves y triviales, en los que los interlocutores no obtienen información sobre la otra persona, tenían un efecto neutro en relación con el bienestar de los participantes: no les hacía sentir ni mejor ni peor. Estos hallazgos contradicen un trabajo anterior del mismo equipo y con un número menor de sujetos, que reveló que las charlas superficiales favorecían un estado de ánimo negativo.
En el nuevo estudio, solo los probandos que no hablaron con nadie se mostraron descontentos. «La vida feliz es la vida social», concluye Mehl. En este sentido, incluso las conversaciones breves deben tenerse en cuenta como puerta de entrada para unas charlas más ricas y gratificantes.
Jan Dönges / Spektrum.de
No hay comentarios:
Publicar un comentario