Hubo un tiempo en el que no sabíamos si el Sistema Solar era especial; si el hecho de que nuestro hábitat tenga un Sol rodeado por planetas era algo común en el Universo o una anomalía.
Sólo conocíamos un Sistema Solar, el nuestro, y por eso no teníamos forma de saber si el resto de las estrellas que podemos contemplar también tenían planetas o no.
Hoy sabemos que muchas de esas estrellas tienen planetas; y de hecho sabemos que hay muchos centenares de miles de millones de planetas orbitando estrellas ahí fuera.
Se estima que cada estrella que vemos puede tener una media de unos 10 planetas a su alrededor; más que suficientes como para colmar los sueños más desaforados de exploración de la ciencia ficción.
Pero ahora estamos descubriendo que con toda la enorme cantidad de planetas que orbitan otras estrellas su número palidece en comparación con los planetas que vagan por el espacio solos, no unidos a una estrella dando vueltas a su alrededor.
Estos llamados rogue planets (planetas 'golfos', o interestelares) pueden obtener esta condición de dos maneras: o bien nacen durante la formación de un sistema solar con su estrella en el centro pero son expulsados por interacciones gravitatorias o bien surgen como acumulaciones de materia solitarias en mitad del vacío, demasiado pequeñas como para encenderse como estrellas pero lo bastante grandes como para formar un planeta; entre 100 y 100.000 por cada estrella que se forma.
Y cuando hacemos los cálculos y simulaciones descubrimos que hay billones de este tipo de planetas solitarios sólo en nuestra galaxia, la Vía Láctea, e incluso hemos llegado a detectar 4 de ellos con nuestros telescopios.
La mayoría de los planetas pues no forman parte de un sistema solar, sino que son planetas solitarios que vagan en la eterna oscuridad. Y el Universo está lleno de ellos.
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