Beyonce o las caderas más famosas del mundo. (Reuters)
Se ha hablado largo y tendido de aquello que atrae a los hombres de las mujeres y viceversa y, aunque hay muchos aspectos en los que podemos influir, lo cierto es que la mayoría de científicos piensan que el atractivo viene marcado principalmente por preferencias biológicas.
Las tesis evolucionistas aseguran que el atractivo físico de una persona sólo es una señal de que esta nos conviene en el plano biológico: es fértil, con buenos genes, y un sistema inmune bien preparado. Se han hecho cientos de estudios para corroborar esta teoría, pero esta semana le ha tocado el turno a las caderas.
El doctor Colin Hendrie, profesor de etiología humana y animal de la Universidad de Leeds, ha dirigido un experimento para saber si el tamaño de las caderas de una mujer puede predecir su comportamiento sexual. Para ello contó con 148 voluntarias de entre 18 y 26 años. Todas ellas habían tenido como poco un compañero sexual. Los investigadores midieron la anchura de sus caderas, así como su circunferencia en el punto más ancho y el más estrecho. Las participantes completaron además un cuestionario sobre sus antecedentes sexuales, incluyendo la edad en la que perdieron su virginidad, el número de parejas sexuales que habían tenido, y la información acerca de las relaciones sexuales emocionalmente significativas que habían tenido.
En concreto, las mujeres que reconocían que, como poco, el 75% de sus relaciones habían sido líos de una noche tenían las caderas al menos dos centímetros más anchas que las chicas que no habían tenido tantas relaciones esporádicas.
Una explicación biológica
Los autores del estudio, que se ha publicado esta semana en la revistaArchives of Sexual Behaviour, creen que las mujeres con caderas más anchas tienen una mayor propensión a mantener relaciones sexuales debido a que un posible parto sería más fácil y menos traumático para ellas que para las mujeres con caderas más estrechas.
El tamaño de las caderas femeninas es una herencia de nuestro pasado primate. Las caderas de las mujeres se estrecharon para que fuera más fácil andar, pero siguieron siendo lo suficientemente anchas como para que nacieran los niños. Pese a esto, nuestros hijos nacen en una etapa mucho menos desarrollada que el resto de primates, debido a este estrechamiento de las caderas, y es por ello que necesitan más atención y cuidados que las crías de nuestros primos peludos.
Elconfidencial.com
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