viernes, 23 de mayo de 2014

El saqueo de España

Hubo una vez, no hace mucho tiempo, un país próspero y con futuro. ¿Qué queda ahora de él? Nada, ni las migajas van a dejar.

Foto de  http://davidaldia.blogspot.com.es/

Los políticos de los partidos mayoritarios, aliados con las grandes fortunas, los bancos y las multinacionales, se han convertido en una máquina de robar, una auténtica mafia. Ellos son la nueva aristocracia, una clase aparte que mantiene y acrecienta sus privilegios a costa de expoliar las arcas públicas y la riqueza de todos.

Se ha suprimido la separación de los poderes legislativo, ejecutivo y judicial, como es típico en cualquier dictadura. Los jueces, periodistas, empresarios o personas influyentes que no bailan al son de los nuevos señores son apartados o puestos ellos mismos en el banquillo. Las fuerzas de seguridad son cada vez más guardaespaldas de esa aristocracia, como hemos visto en las últimas manifestaciones. Y cualquier muestra de disconformidad con el sistema es inmediatamente puesta al nivel de delito (leyes anti ‘escraches’, criminalización de expresiones públicas contra políticos) y calificada de extremista por los medios de comunicación bien cebados.

Los últimos casos de detención de jóvenes por sus expresiones en redes sociales son una clara advertencia para dejar claro quién manda aquí. Es lo propio de las dictaduras: meter el miedo en el cuerpo. Quien se aparte del dogma sufrirá. Claro que está mal la apología del asesinato, pero ¿de veras esos fumetillas veinteañeros son peligrosos enemigos de la humanidad? En mi opinión hay casos peores. Los jueces podrían buscar en las hemerotecas quiénes apoyaron en su día una guerra que causó la muerte a centenares de miles de inocentes, o a los culpables de que cada día se suiciden en España 10 personas desesperadas por su situación económica; o a los que destruyendo las prestaciones de la sanidad pública y el apoyo a los dependientes son verdaderos homicidas.

Cualquier persona, empresa o medio de comunicación que abogue por un reparto más equitativo de la riqueza o que ponga en duda su sistema oligárquico-bancario se mete en problemas. Y gordos.

Por su parte, cuando uno de esos aristócratas debe vérselas con la justicia no pasa grandes apuros. Las presiones, chapuzas y disparates saltan a la vista de cualquiera. Tanto poder han acumulado que les dan igual las apariencias y se ríen en nuestra cara.

Parte de su juego es meternos en la cabeza que nada distinto puede hacerse, o que lo que sucede es perfectamente normal. Después de todo vivimos en un sistema ‘democrático’ y nosotros les votamos. “Si a usted no le gusta, vote a otro”.

Claro, pero llegan las elecciones y ¿cuáles son los partidos que cuentan con los enormes recursos para gastar en publicidad?¿Quiénes controlan los medios de comunicación? Al final usted puede votar lo que quiera, pero si quiere que su voto “sea útil” elija uno de los dos que pueden ganar, ¿flor o pajarito? Es siempre la cuestión que nos plantean, con dos monigotes entre el que hay que elegir el que parece menos malo. Uno ya sabemos que ha destrozado el país, el otro a lo mejor roba menos. Susto o muerte.

Y en verdad que van bajando el nivel de los candidatos que nos ponen delante, ¡y cómo! Pónganse en fila los 5 presidentes de la democracia: Suárez, González, Aznar, Zapatero, Rajoy... Es como una de esas series que muestran cómo el hombre evolucionó desde el mono, pero puesta al revés. No quiero ni imaginar cómo será el siguiente.

Los grandes partidos son aquí un negocio redondo, cuando mandan pueden recoger el dinero de las empresas a cambio de otorgarles concesiones públicas (¿o a Bárcenas, cuyas cuentas millonarias no son más que la pequeña porción que le tocaba en el reparto, le daban dinero porque les daba pena su carita de hambre?). Luego esas empresas pueden disparar los costes tres, cuatro veces sobre lo presupuestado. No problem. El partido ya cobró lo suyo y está bien que sus amigachos saquen buena tajada. Esto es lo que dispara la deuda pública, además de las hiper-dimensionadas administraciones (los sobrinos, amantes, amigos... tienen que trabajar ¿no?). Como ese gasto lo pagamos todos, es limpiamente un robo de lo público para pasarlo a sus manos privadas.

Cosas que parecen de sentido común:
  • Cualquier partido culpable de financiación ilegal habría de ser disuelto inmediatamente, sus dirigentes inhabilitados para la política e investigados sus patrimonios.
  • Los políticos que tras su mandato dejan la economía del estado (o la comunidad o el ayuntamiento) peor que estaba cuando entraron, deberían ser condenados a devolver lo cobrado o perdido.
  • Por ley debería castigarse cualquier incremento de patrimonio de quienes ostentan cargos públicos que esté por encima de lo que su sueldo (¡un sueldo, no doce!) pueda justificar.
  • Quienes tras su retiro de la política reciben cargos fuertemente remunerados en multinacionales, deberían ser investigados a fondo, pues parece claro que eso no es más que un pago por los servicios prestados.
Esto está muy lejos de hacerse realidad. Pero si al menos comprendemos esa mínima ética podremos presionar y repudiar a los partidos o personajes que lo incumplen con total desvergüenza.

Nos quieren inculcar que la situación ruinosa es culpa nuestra, por 'vivir por encima de nuestras posibilidades'. Pero ¿quiénes nos deben decir nuestras posibilidades? ¿Quiénes tasaban a precios desorbitados las viviendas de las que ahora se apropian como gangas? ¿Quiénes ofrecían préstamos a todo quisqui? ¿Quiénes ofrecen siempre previsiones económicas de cuentos de hadas (sobretodo en vísperas de elecciones, como ahora)?  ¿Quiénes cerraron luego el grifo provocando la catástrofe? Los bancos, amigo. Los mismos culpables de la estafa inmobiliaria, de importar las 'subprimes', de la especulación en mercados contra la deuda soberana, de las preferentes... Pero no te apures que si es necesario se les rescata con dinero que tú o tus hijos pagaréis. Su botín siempre queda a salvo

¿A dónde nos ha llevado la actuación de estas mafias? A la ruina del país, esquilmado hasta el límite.

No hablemos del PIB, que se presta a mil interpretaciones y manipulaciones: La riqueza de una nación depende de varios factores, pero sea cual sea el que miremos comprobamos el desastre:

RESERVAS DE ORO: Liquidadas, apenas suponen el 1% del PIB. Ya en 2007 se malvendió cerca de la mitad de las reservas totales a un precio muy inferior al que ahora cotiza. 

EDUCACIÓN Y CULTURA: Víctimas de recortes brutales. A ello hay que sumar el éxodo de los jóvenes más preparados a otros países en busca de trabajo digno. Eso es auténtica riqueza que se va, quizá para no volver.

INFRAESTRUCTURAS: La inversión en obra pública también ha caído en picado, lo que supone un auténtico drama para la economía pues es una inversión necesaria y con un probado retorno.

INVESTIGACIÓN / AVANCE TECNOLÓGICO: Se ha hecho retroceder a la ciencia española una década, hasta niveles del 2005.

INFLUENCIA INTERNACIONAL: Recortes en cooperación, decisiones económicas, políticas y hasta militares supeditadas a organismos supranacionales. La 'Marca España' necesita una reparación urgente.

EFICIENCIA DE GOBIERNO: Más políticos por habitante que cualquier otro país del entorno. Duplicidad de administraciones. Pérdida de las empresas públicas de sectores clave–cedidas a sus amigotes, a manos privadas-. ¿Qué más decir?

INDEPENDENCIA ENERGÉTICA: Las energías renovables, imprescindibles en un país sin reservas de hidrocarburos y que son la clave para el desarrollo industrial del futuro, han sido también víctimas del exterminio: España invirtió en renovables la cifra más baja entre los socios europeos.


Se habla de la ‘crisis’ como si fuera una plaga bíblica que cayó sobre nosotros de la nada. La crisis de deuda está fabricada y dirigida por el poder económico, y es la forma tradicional del sistema capitalista para arrodillar a un país desmantelando sus avances sociales y redirigiendo el dinero de las clases medias -que amenazaban crecer demasiado- hacia los de siempre. Como afirma el profesor de economía Fernando Luengo, además de crisis es una estafa.

Tras seis años de ‘brotes verdes’ y ‘luces al final del túnel’ nos dicen que por fin va la buena y las cifras pueden apuntar a un escuálido crecimiento. Pero la caída fue vertical y, si se tratase de una crisis coyuntural, la recuperación habría sido igualmente rápida (lo que los economistas llaman en UVE). Si a una caída brutal sigue un periodo de tantear el fondo sin subir eso está anunciando al menos una década de estancamiento como pasó en Japón en los años 90 (tras su particular burbuja inmobiliaria); y eso suponiendo un contexto internacional estable...

Porque el resto de países occidentales ya hace años que recuperaron el crecimiento tras el último bandazo de la economía mundial. La subida del turismo que ahora nos venden como un éxito de la economía española (si la inversión en ese sector ha sido nula!) es un indicador precisamente de que a los otros les está yendo mejor.

Pronto tocará otra vez el viejo juego de la crisis global (no sé cuál será la excusa, pero que llega en uno o dos años lo podemos dar por cierto), y esa próxima caída internacional va a pillarnos con el pie cambiado.

La cuestión no es entonces si habrá ‘recuperación’, que no la habrá mientras estos sigan ahí: cualquier reactivación económica solo servirá para los parásitos refuercen su sistema. La cuestión es si tendremos sangre en las venas para enfrentarnos a estas alimañas y obligarlos a que devuelvan hasta el último céntimo de lo que nos han robado.
Alberto Castillo

No hay comentarios:

Publicar un comentario