viernes, 25 de mayo de 2018

El (desternillante) caso de las plantillas robadas en un chino que acabó en juicio

Una usuaria de Twitter ofrece el desternillante relato, digno de una «sitcom» a la española, de un presunto intento de robo de una clienta reincidente en un establecimiento de Gijón




«Mi jefe no es el típico chino cabrón, es más, es majísimo y super buena persona. Pero si le tocas los cojones mucho, pues le jode». Así empieza un hilo de Twitter con vocación de viral, en el que una usuaria de la red social de Langreo, Andrea Menéndez Faya, ha conseguido firmar una pequeña obra maestra de la narrativa en redes sociales y del humor costumbrista. Y verídico, además. Porque lo que cuenta en él es la delirante y desternillante historia de la que fue testigo en el establecimiento donde trabaja en Gijón. Un robo de plantillas por parte de una clienta que acabó en los tribunales, pero que antes provocó una situación digna de la mejor sitcom a la española. «Lo cuento porque me aburro», dice en su 'entradilla' la narradora, que consigue provocar justo lo contrario a los muchos lectores que ya le están agradeciendo el buen rato con comentarios y retuits.



Todo empieza cuando se persona en el establecimiento «una señora que cada vez que viene, roba». «Por sistema. Y esta vez, delante de mi jefe, abre unas plantillas, se mete las dos en el zapato derecho y esconde el envoltorio». El propietario la aborda y tiene lugar un diálogo sin despercidio en el que la clienta da la vuelta a la situación: «Mi jefe le dice que qué hace y ella que nada. Le enseña el envoltorio y le dice: y esto dónde está? "Eso digo yo, por qué tenéis eso vacío ahí"».

El asunto caldea al propietario, que amenaza con llamar a la policía y, finalmente, lo hace. La toma de declaración incluye momentos como el examen de los zapatos de la clienta, que aún lleva las plantillas puestas y que sostiene que son «del año pasado», pero que están nuevas «porque estos zapatos los pongo poco». Ni siquiera el vídeo aportado por el establecimiento mina su versión. En realidad, añade, «yo quiero unas de áloe vera».


La situación sube de tono cuando el propietario exige perdón y, lejos de ello, la clienta replica que va a denunciarle por acoso. Demasiado para el agente. Decide denunciar él mismo de oficio a la mujer «por caradura».

«Y abren diligencias. La señora sigue poniéndose chula y le pide el teléfono a mi jefe. El policía que no tenga tanta cara encima que le roba pedirle un teléfono. Me lo pide a mí que le digo: si pa quedarme sin él. Se lo pide a una clienta. Llama al marido», prosigue el relato. La escena incluye un intento de ausentarse de la clienta «a dar una vuelta» bajo el argumento de que «a mí no me puede retener nadie». Exige su derecho a una llamada.


Merece la pena seguir el resto del hilo, incluyendo la comparecencia del esposo, un segundo policía, cuya paciencia se agota y más tarde el juicio. Esto es lo que el propietario encontró.



En el juicio se vivieron momentos equívocos a causa de la ausencia del traductor que el propietario se había negado a llevar a la sesión, a pesar de los consejos de su empleada.


A pesar de ello, el comerciante de origen chino se permite mostrar soltura idiomática ante la jueza con alguna expresión castiza, como que la señora se «puso de chulería» con él.


Finalmente, la jueza dejó el caso visto para sentencia hasta este viernes, en el que seguramente el hilo de Andrea tendrá público asegurado para esta sitcom judicial vía twitter.



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