No, no es una teoría de conspiración. Aún estamos lejos de erradicar la tortura y el nuevo nombramiento de la CIA es sólo una muestra de ello.
Gina Haspel es una mujer blanca de ojos claros, mirada tierna y sonrisa amplia, delineada por las arrugas propias de sus 62 años. Envuelta en un coordinado sartorial con aretes discretos y una mascada que rodea su cuello, cumple a toda regla con el perfil que se espera de una funcionaria pública estadounidense en la administración de Donald Trump.
A mediados de mayo, Haspel se convirtió en la primera mujer al frente de la CIA, un nombramiento que en el papel supone un triunfo para la equidad de género y credibilidad del vapuleado multimillonario; sin embargo, nada más lejos de la realidad: detrás de su apariencia inofensiva, Haspel carga con un historial de crímenes contra la humanidad cometidos durante su gestión como supervisora de interrogatorios y agente encubierta en Asia después de los atentados del 11 de septiembre de 2001. Aquí algunas de las técnicas de tortura confirmadas, tanto por investigaciones periodísticas, como por informes del Senado de los Estados Unidos al respecto:
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Alimentación rectal
La CIA tiene una fijación por las torturas anales, así lo reveló el informe de la Comisión Selecta del Senado sobre Inteligencia (SSCI por sus siglas en inglés) sobre las técnicas de interrogatorio mejoradas de la CIA:
«Al menos cinco de los detenidos por la CIA fueron sujetos a "alimentación rectal" o "hidratación rectal" sin necesidad médica de por medio», afirma la investigación de más de 6 mil páginas del SSCI.
A pesar de que se trata de una técnica en desuso para la medicina actual, la CIA ha utilizado la alimentación rectal en distintas ocasiones durante el siglo XXI. No sólo eso: también ha llevado más allá las técnicas de tortura, ampliando el alcance de este procedimiento al introducir alimentos como pastas, nueces y otros granos licuados a través del final del intestino grueso.
El documento habla de un jefe de interrogatorios y algunos médicos que se refieren a la alimentación rectal médicamente innecesaria como una técnica altamente efectiva para ejercer “control total sobre el detenido”. Más adelante, un escueto informe médico de uno de los hombres víctima de este tipo de tortura afirma que fue «diagnosticado con hemorroides crónicas, fisura anal y prolapso rectal», todas afecciones típicas de violaciones y abuso sexual con extrema violencia.
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Muerte por congelamiento
Otro caso de tortura a través de estos documentos ahora desclasificados es la muerte por congelamiento. El castigo consiste en mantener encadenados a los detenidos en una posición que obliga a su cuerpo a estar en contacto permanente con el piso, mojado previamente o cuyo material influya en una superficie fría:
«Al día siguiente, los guardias encontraron muerto el cuerpo de Gul Rahman. Una revisión interna acompañada de una autopsia elaborada por la propia CIA reveló que Rahman murió de hipotermia, en parte por haber sido forzado a sentarse en el piso de concreto desnudo», revela el informe.
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Posturas forzadas
Una técnica de interrogación practicada con anterioridad consiste en obligar a los prisioneros a adoptar posturas incómodas durante mucho tiempo, golpeándolos con severidad si cambian de posición.
La CIA ha practicado este tipo de tortura en distintas ocasiones con detenidos que son forzados a mantenerse de pie con las manos en la cabeza durante días, privándolos de alimentación y sueño; sin embargo, también ha contribuido para modificar este castigo de forma más inhumana: obligando a personas con fracturas y otras lesiones a mantenerse paradas por días.
«Dos detenidos tenían un pie roto, uno más presentaba una esguince de tobillo y otro una prótesis en la pierna. Los interrogadores de la CIA los encadenaron de pie y privaron del sueño por largos periodos, hasta que el personal médico juzgó que no podían mantenerse más en pie».
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Privación del sueño
Consiste en impedir mediante todos los medios que una persona logre conciliar el sueño durante días. La modalidad más común ocurre en total encierro en una habitación fría y totalmente iluminada, donde los perpetradores obligan a sus víctimas a mantenerse de pie indefinidamente.
«La privación del sueño involucra mantener a los detenidos despiertos por más de 180 horas, normalmente de pie o en posiciones estresantes, a veces con sus manos atadas sobre sus cabezas. Al menos 5 detenidos experimentaron alucinaciones perturbadoras durante este procedimiento».
Cuando alguno, presa del cansancio, intenta sentarse o recargarse sobre la pared, uno o varios sujetos entran a la celda para golpearlo, darle choques eléctricos o mojarlo con agua helada, todo con tal de mantenerlo despierto y agonizante.
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Ahogamiento simulado
El prisionero es acostado boca arriba en una mesa inclinada, con la cabeza apuntando hacia el suelo. Con los ojos tapados e inmovilizado, los verdugos vierten agua en su cara, especialmente en la nariz y boca para provocar una sensación de ahogamiento continuo, que puede detenerse y reiniciar en cualquier momento, alargando la agonía a petición de quien interroga.
En el informe de la SSCI el caso particular de un prisionero de nombre Abu Zubaydah, sometido al ahogamiento simulado al menos 183 veces:
«Esta técnica es físicamente peligrosa y provoca convulsiones y vómito. Abu Zubaydah, por ejemplo, se encontró en un estado inconsciente, con burbujas saliendo de su boca abierta». Los registros de la CIA revelan que en reiteradas ocasiones estuvo completamente inconsciente y cerca de la muerte.
Otras técnicas a las que hace referencia la investigación son los simulacros de ejecución, la ruleta rusa con prisioneros, encierro durante más de 72 horas en una caja del tamaño de un ataúd y tortura sonora. Los estragos en la vida de aquellos que no murieron también están brevemente documentados, pues la mayoría presentó signos de «psicosis, alucinaciones, paranoia, insomnia e intentos de hacerse daño y mutilarse» después de ser expuestos a estas torturas, llamadas técnicas de interrogatorio mejoradas por la propia agencia y consentidas por el gobierno estadounidense.
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