El pescado que consumimos cada día posee niveles de mercurio cada vez más elevados. La exposición de los peces a este metal pesado sigue aumentando y, con ello, nuestro riesgo. En concreto, hablamos del metilmercurio, compuesto que nuestro organismo puede absorber.Todos los datos que ofrecemos en el artículo provienen de un reciente estudio científico publicado en la revista Nature.
¿Qué efecto tiene el mercurio en nuestro organismo?
El mercurio es una potente neurotoxina que afecta al desarrollo neurológico llegando a provocar, en algunos casos, la muerte. Cuando hablamos de afectados por este compuesto, tenemos que dividirlos en dos grupos en cuanto a vulnerabilidad. En primer lugar, los fetos son sensibles sobre todo a sus efectos sobre el desarrollo. La exposición intrauterina a metilmercurio por consumo materno de pescado o marisco puede dañar el cerebro y el sistema nervioso en pleno crecimiento del bebé, según reconoce la OMS.
El mercurio es una potente neurotoxina que afecta al desarrollo neurológico llegando a provocar incluso la muerte |
En el segundo grupo se encuentran las personas expuestas de forma sistemática a estos niveles elevados de mercurio, producto de sus trabajos o por practicar la pesca de subsistencia como en poblaciones de Brasil, Canadá, China, Columbia y Groenlandia. En estos lugares se ha descubierto que entre 15 y 17 de cada 1000 niños presentaban trastornos cognitivos causados por el consumo de pescado contaminado.
Estudio sobre la exposición del mercurio en los peces
Como avanzamos en un primer momento, la culpa de todo no la tiene el mercurio sino el metilmercurio. En ese proceso el mercurio se biomagnifica a lo largo de las cadenas alimentarias acuáticas y conduce a una gran exposición en las poblaciones que consumen pescado.
El estudio del que hablamos pretendía cuantificar las tendencias temporales en el transporte oceánico a tierra de mercurio total y metilmercurio de las pesquerías para estimar la posible ingesta de mercurio humano a través del consumo de pescado en 175 países. Los investigadores han analizado miles de datos entre los años 1950 y 2014.
La primera conclusión que sacaron es que la concentración de mercurio en la carne de los peces es cada vez mayor.
¿De dónde viene el mercurio de nuestros mares y océanos?
Esta es una respuesta fácil: la culpa la tiene la industrialización. Los países asiáticos contribuyeron de manera importante a la exportación de mercurio en las últimas décadas y el Océano Pacífico occidental fue identificado como la fuente principal.El mercurio forma parte de la cadena de producción en muchas industrias y es fácil que acabe como residuo en los ecosistemas. Además, este compuesto llega a los mares de manera natural, de la atmósfera pasa por el ciclo del agua y acaba en el mar.
Una vez que el mercurio llega al agua empieza a ser consumido por los organismos que la habitan. El problema de este compuesto es que se bio-acumula, lo que significa que los organismos que lo consumen no son capaces de deshacerse de él y lo retienen en sus tejidos. El problema se va magnificando en el momento en que un depredador se come a otro organismo que ha bio-acumulado mercurio, entonces él lo bioacumula también. De esta manera, entramos en una red que no deja de elevar sus niveles de este neurotóxico. A medida que aumentamos en la cadena alimentaria de los mares, más mercurio hay en los tejidos.
La OMS recomienda regular y reducir el consumo de grandes pescados, dada su alta exposición a este compuesto.
¿Debemos preocuparnos?
La demanda de pescado y marisco no ha parado de crecer en las últimas décadas. Además, ha sido de una manera muy escalonada hasta alcanzar niveles sorprendentes. Esto también ha ido de la mano de las capturas de peces de gran tamaño. Lo que significa que hemos aumentado el consumo de los peces que más bio-acumulan. La gran demanda ha provocado una sobrexplotación de los bancos pesqueros que está provocando que los depredadores puedan comer más peces contaminados.
Cada día tenemos más mercurio en los ecosistemas, y este se reparte entre menos peces. Además, cada vez se consume más pescado, un grave problema que va en aumento, sobre todo el lugares donde es un alimento tradicional.
El estudio es concluyente, pero deja un halo de optimismo ya que los investigadores han demostrado que no todo el metilmercurio que se consume es absorbido por nuestro cuerpo, sino que podemos evitarlo gracias a unas buenas pautas de consumo. Por ejemplo, la ingesta de pescado cocinado rebaja los niveles de este neurotóxico, también el consumo de té ayuda a minimizar la absorción.
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