viernes, 29 de junio de 2018

Todo, absolutamente todo lo detox es un timo


Aunque pega especialmente fuerte en algunos momentos del año (básicamente después de las navidades o a la vuelta del verano), la industria de los detox ya es una constante en nuestras vidas: dietas, tés, pastillas, tratamientos alternativos, rutinas de entrenamiento… Pocas áreas de “lo wellness” han quedado libres de su respectiva ración de detox.
Y por qué iban a hacerlo, con lo bien que suena: un tratamiento para depurarnos por dentro. Para ayudarnos a eliminar todas esas “toxinas” que se nos quedan dentro del cuerpo cuando hemos estado cometiendo excesos. Una especie de expiación de los pecados de todo lo que comes y disfrutas pero sabes que es malo, muy malo para ti.
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El caso es que aprovechando ese sentimiento de culpa y apoyándose en publicidad y mucha celebrity, nos han vendido un concepto inventado de principio a fin: el de “desintoxicar” nuestro cuerpo.
En realidad sí existen en medicina procedimientos de desintoxicación. Se realizan en los hospitales, en situaciones de gravedad cuando una persona ha ingerido algún producto tóxico. Consisten en la administración de un medicamento que obliga al cuerpo a expulsar esa sustancia peligrosa para así salvar la vida del paciente y restablecer su salud.
Esa es la única verdadera desintoxicación, y no se hace en casa con un batido o un té. Cualquier otra cosa que se venda como tal está basada en una serie de bulos que explicamos y desmentimos a continuación.

No, tu cuerpo no acumula toxinas

La idea de que de alguna forma estamos dañando a nuestro cuerpo y necesitamos purificarlo no es nueva. Está detrás de muchos rituales ancestrales y de procedimientos médicos antiguos. Claro que ahora no tememos a los miasmas como ocurría entonces, sino a las toxinas, en teoría restos y desechos de los alimentos que se quedan pululando por nuestro cuerpo, se adhieren a los intestinos, se pudren y nos enferman desde dentro. Alguien nos ha hecho creer que nos estamos autointoxicando.
Esto no es cierto. En torno al año 1900, a medida que aprendíamos más sobre fisiología, anatomía y las verdaderas causas que hay tras las enfermedades, la ciencia terminó por descartar la idea de la autointoxicación: resulta que nuestro cuerpo es perfectamente capaz de librarse de todo aquello que no necesita con sofisticados órganos y sistemas que llevan millones de años evolucionando para cumplir eficazmente con su tarea.
Resulta además muy llamativo que los que nos invitan a desintoxicarnos no nos dicen exactamente de qué debemos hacerlo. ¿Qué son exactamente esas toxinas? ¿Cómo se forman? ¿Dónde se encuentran? ¿Qué efectos tienen? Todo se mantiene siempre convenientemente genérico e inespecífico.

No, las enfermedades no son culpa de ‘químicos y toxinas’

Otra de las bases del timo de lo detox (y de mucha de la publicidad a la que estamos sometidos) es la quimiofobia generalizada: la idea de que “lo químico” es malo en contraposición a “lo natural”. Esto nos hace creer que frente a un modo de vida y de alimentación “ecológico” y “sano”, todo “lo artificial” es malo para nosotros.
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Así que comiendo cosas “con químicos” estaríamos llenando nuestro cuerpo de “toxinas” que nos enferman. ¿Cómo nos enferman? Nadie termina de explicarlo totalmente tampoco. En teoría nos producen síntomas muy generales, como dolores de cabeza, fatiga, insomnio, falta de apetito… Es raro que alguien no padezca estos síntomas alguna vez, claro, lo cual no hace sino apoyar la teoría de “lo detox”.
Pero es que la ciencia no funciona así, y para asegurar que una sustancia produce unos síntomas hay que poder demostrarlo. De hecho, para que una sustancia o producto destinado a la alimentación pueda comercializarse debe pasar una serie de pruebas en las que demuestre todo lo contrario, es decir, que es seguro para los consumidores.
Más allá de eso, la idea de que “lo químico” es malo es absurda. El aire, el agua más limpia y pura o la manzana más ecológica y “natural” tiene sustancias químicas. Las sustancias químicas se encuentran en la naturaleza así que son “naturales”, y no por eso son buenas o malas: el arsénico es natural y es venenoso, y la aspirina se hace en un laboratorio y nos quita el dolor de cabeza.

No, el hígado y los riñones no son ‘filtros’ que necesiten una limpieza

Entramos ya en el campo de la anatomía y biología humanas básicas. Muchos de los defensores de los métodos detox plantean un funcionamiento del cuerpo más o menos así: el hígado y los riñones son filtros que retienen las sustancias de deshecho y que de ahí se expulsan físicamente el cuerpo. Pero siempre quedan “restos” y por eso de vez en cuando hay que purificar o desintoxicar estos órganos.
Esto no ocurre así. Lo que hacen los riñones y el hígado es llevar a cabo una serie de reacciones químicas que convierten las sustancias de deshecho en otras que se pueden eliminar fácilmente. Ambos órganos se desintoxican solos y, a no ser que se padezca alguna enfermedad hepática o renal, no hace falta ayuda de ningún tipo para cumplir con sus funciones. Y si no funcionan, lo que necesitas es un hospital y no un té o un batido.

No hay ninguna evidencia científica detrás de los productos detox

Hasta la fecha, el estudio científico más riguroso sobre productos detox fue una revisión de investigaciones publicada en el Journal of Human Dietetics and Nutrition. Sus conclusiones eran las siguientes:
“Por lo que nosotros sabemos no se han llevado a cabo investigaciones clínicas rigurosas sobre dietas detox. El puñado de estudios que se han publicado hasta ahora padecen de limitaciones metodológicas significativas incluyendo muestras pequeñas y sesgadas, falta de grupos de control, datos autoreportados por los participantes y medidas más cualitativas que cuantitativas”.
Es decir, que no existe un solo estudio científicamente sólido que sostenga la teoría detrás de los productos y dietas detox. Si quieres ahondar en este tema, te recomendamos este reportaje publicado por la Agencia SINC sobre los falsos mitos de los alimentos depurativos.

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