Investigadores de la Universidad de Turku y del Instituto de Astrofísica de Andalucía han conseguido ser los primeros en observar de forma completa este fenómeno
Imagen artística de la destrucción de la estrella captada por los investigadores |
Un grupo de investigadores de la Universidad de Turku (Finlandia) y del Instituto de Astrofísica de Andalucia (IAA-CSIC) ha captado de forma directa, por primera vez en la historia, la formación y expansión del chorro de material expulsado por un agujero negro supermasivo tras destruir y merendarse a una estrella. Hasta ahora, los científicos habían sido capaces de detectar unos pocos fenómenos similares y analizarlos, pero nunca se había podido observar la erupción de un agujero negro de forma tan detallada.
En el estudio, publicado este jueves en la revista 'Science', los expertos explican cómo fueron capaces de cazar, analizar y fotografiar esta erupción producida tras una explosión que se pudo ver detectar desde La Tierra en 2005 en el núcleo de la galaxia en proceso de fusión Arp 299-B (a unos 150 millones de años luz de nuestro planeta). Al principio, pensaron que solo era el reventón de una supernova, pues sus consecuencias son similares, pero diez años de observaciones después, con la participación de hasta 36 investigadores de todo el mundo hicieron que se dieran cuenta de que lo que tenían ante sí era algo mucho menos conocido y difícil de encontrar. Incluso está considerado como "el objeto más luminoso del universo".
En este tiempo, los astrónomos pudieron ver que el destello incial se expandía en una misma dirección a unos 75.000 kilómetros por segundo. Esto descartaba la teoría de que podía ser la explosión de una supernova y daba alas a los que apostaban por la idea que se ha acabado confirmando: el agujero negro supermasivo de Arp 299-B, con unos veinte millones de masas solares, había desgarrado una estrella con entre dos y seis veces la masa del Sol.
"Hasta la fecha solo se han detectado unos pocos, pero nunca se había podido observar directamente la formación y evolución de un chorro a raíz de ellos", apunta Miguel Pérez-Torres, investigador del Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA-CSIC) que lidera el trabajo junto con Seppo Mattila, de la Universidad de Turku (Finlandia). Podemos ver parte del resultado de este estudio ejemplificado en esta impresionante imagen en la que se ve qué ocurre cuando el agujero acaba con este objeto celestial.
Para poder llegar a conseguir imágenes como estas, y recabar toda la información que ofrece este fenómeno, los investigadores utilizaron el Telescopio Nórdico (NOT) en las Islas Canarias y el telescopio espacial Spitzer (NASA) para observar el objeto en el infrarrojo, y apuntalaron el trabajo con observaciones continuas con múltiples radiotelescopios. Con estas y otras herramientas pudieron captar todos los detalles de algo que, como comentan los autores del estudio, puede ayudar a entender el entorno en el que se desarrollaron las galaxias hace miles de años pues es algo.
"Gran parte del tiempo, sin embargo, los agujeros negros supermasivos no devoran nada", explica Pérez-Torres. "Así, los eventos de disrupción por mareas pueden brindarnos una oportunidad única para estudiar la vecindad de estos poderosos objetos. Antes de este evento no sabíamos dónde estaba exactamente el agujero negro en la región central de Arp299-B. Gracias al pasaje fatal de esta estrella, ahora conocemos su ubicación exacta", explica Seppo Mattila.
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