Solo en 2013 se produjeron alrededor de 56 millones de toneladas de politereftalato de etileno en el mundo, también conocido como PET. Su acumulación en los ecosistemas de todo el mundo supone un problema cada vez mayor. Hasta la fecha, se han encontrado muy pocas especies demicroorganismo que descompongan este polímero.
Científicos de varios centros japoneses han publicado un estudio en Science en el que han recopilado 250 muestras de desechos de PET y los han estudiado en busca de candidatos bacterianos que dependan de las láminas de PET como principal fuente de carbono para su crecimiento.
“Hasta ahora no existía ningún informe de cómo degradar el PET a dióxido de carbono y agua. Una de las razones es porque PET tiene estructuras cristalinas y también una naturaleza química hidrófoba”, apunta a Sinc Kohei Oda, autor principal del estudio e investigador del Instituto de Tecnología de Kyoto (Japón).
“Nuestro estudio es solo el inicio para desarrollar una tecnología que pueda degradar el material de PET que se desperdicia a escala industrial”, dice el experto
En este nuevo trabajo los expertos han identificado una nueva enzima de la bacteria, a la que han llamado Ideonella sakaiensis201-F6, que puede degradar casi en su totalidad una lámina delgada de PET tras seis semanas a una temperatura de 30 ºC.
Además, una investigación más profunda acabó identificando otra enzima, ISF6_4831, que funciona con agua para descomponer el PET en una sustancia intermedia que a su vez puede descomponerse en una segunda enzima, ISF6_0224.
“Logramos aislar a estos microorganismos en un lugar de reciclaje de botellas de PET. Nuestro estudio es solo el inicio para desarrollar una tecnología que pueda degradar el material de PET que se desperdicia a escala industrial. Y lo haremos utilizando el grupo de bacterias o Ideonella sakaiensis o enzimas de la cepa tan pronto como sea posible”, añade el científico.
Estas dos enzimas por sí solas son capaces de descomponer el PET en unidades estructurales más simples. Lo sorprendente, según los investigadores, es que además son extremadamente únicas en su función, si se las compara con las enzimas más próximas conocidas de otras bacterias.
Esto hace que los científicos se cuestionen la evolución de estas bacterias devoradoras de plástico. “No tenemos ninguna evidencia hasta ahora. Suponemos que su enzima evolucionó de la cutinasa, porque en condiciones especiales tiene cierta capacidad de degradar PET”, concluye.
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