La agricultura ha sufrido varias transformaciones desde que los humanos nos asentamos, dejando atrás la caza y recolecta. Pero está a punto de sufrir la mayor de todas: los humanos dejaremos las granjas a los robots y el software.
El uso de la fuerza animal para arar y mover molinos, junto al aprovechamiento básico del agua y el viento, supusieron la primera revolución, los humanos dejamos de realizar parte del trabajo más duro.
En los siglos XIX y XX, con la introducción del vapor y los motores de combustión, tractores mecánicos pudieron sustituir gran parte de las tareas, haciendo que la producción de cultivos creciera exponencialmente ahora que no necesitábamos tantas personas.
La tercera revolución fue la creación de herbicidas químicos que hacían que pudiéramos eliminar con mayor o menor acierto algunos tipos de plantas. Aumentaba más aún la productividad del sector primario, pero con un coste ecológico que hoy está cambiando gracias a los cultivos modificados genéticamente. Los nuevos GMO no necesitan tantos herbicidas y pueden aportar mayor capacidad de alimento.
La próxima revolución
Pulverizar herbicidas y pesticidas de forma autónoma. Roombas del aire para mantener grandes áreas de cultivo controlado. La inteligencia artificial limitada nos permitirá asistir a una nueva época donde la agricultura será automatizada de forma masiva. Desde la plantación y el mantenimiento hasta la recolecta, la automatización será máxima.
DJI presentó un dron que permite pulverizar herbicidas a un ritmo de 200 mil metros cuadrados por hora. No es el primer dron que permite hacer esto, pero representa el salto de una compañía, hasta ahora de consumo, a un mercado profesional.
Los drones industriales para agricultura llevan años en el mercado, y el precio baja de forma abismal. Pronto, un presupuesto mediano permitirá a granjeros latifundistas tener una flota entera de drones y automatizar diferentes partes del mantenimiento.
Como Roombas, los drones volverán a la base a recargar sus depósitos de líquidos y batería, para volver a continuar su labor día y noche, compartiendo las zonas cubiertas con los otros miembros de la patrulla.
Los drones también se encargarán de vigilar y analizar los cultivos con diferentes cámaras y sistemas, que reportarán en tiempo real para detectar cualquier problema desde posibles focos de actividad animal hasta comprobar cómo se encuentra el terreno en cada momento.
Tractores, cosechadoras, empacadoras...
Las granjas son terrenos perfectos para la automatización de la conducción de vehículos. El terreno no cambia, no suele haber elementos no autónomos cruzándose, no hay señales de tráfico y la velocidad es muy baja. Los tractores autónomos, y semiautónomos, ya están en funcionamiento en granjas de todo el mundo.
Por control remoto, o siendo dados un plan de acción preestablecido, estos tractores pueden operar diferentes tareas sobre el terreno y los cultivos sin estar el conductor en cabina. Arar, mover el terreno, hacer surcos o incluso recolectar diverso tipo de grano por su cuenta directamente hacia el remolque, volviendo a descargar cuando detecte suficiente carga.
Empacadoras y cosechadoras también se ven beneficiados de mayor automatización de procesos. A pesar de ello, las labores de mantenimiento de momento quedan en su mayor parte bajo labor humana.
Recogida de fruta
No solo los cultivos de campo serán automatizados. La recogida de fruta ya está siendo totalmente revolucionada por la automatización. Frutos como los higos, la naranja o la oliva ya están siendo tratados con tecnología.
Brazos robot, GPS, cámaras y redes son hacen hoy el trabajo que antes requería largas jornadas de trabajo rompedor para las personas encargadas.
Otros frutos más delicados, o que requieren mayor conocimiento están en proceso aún. La uva y la fresa por ejemplo requieren mayor precisión por parte de los brazos a la hora de cortar los tallos, y mejorar la capacidad de identificación de la fruta por parte de las cámaras y sistemas de inteligencia artificial.
Adiós a los herbicidas químicos
Los cultivos vegetales hasta hoy en día requieren cultivo mecánico, pero la eliminación de las malas hierbas sigue siendo de forma manual y/o mediante el uso herbicidas que se dispersan de forma indiscriminada sobre el terreno.
Hoy en día los herbicidas son la forma más extendida para controlar malas hierbas, pero además de afectar al cultivo que queremos preservar, afectan al ecosistema, al suelo y su efectividad depende del tipo y nivel de humedad del suelo, calendario y además la producción final del cultivo depende en gran medida de como de efectivo sea esta labora durante la germinación.
Pero los robots están aquí para acabar con los herbicidas. Diferentes métodos automatizarán tanto la labor de los herbicidas como de los pesticidas. Recorriendo los cultivos de forma autónoma, son capaces de identificar y retirar malas hierbas sin afectar al cultivo.
La granja automatizada: software y servicios
Toda esta nueva maquinaria, y su software, necesitan de unos servicios que los gestionen y coordinen. Varias startups y grandes empresas están trabajando en ello. Una de las más conocidas y utilizadas es FarmLogs que centraliza docenas de datos sobre las superficies de cultivo como la temperatura, previsiones, preciptaciones, composición del terreno, gestionar el inventario y la producción, etc.
FarmLink ofrece servicios similares, combinando datos propios y ajenos para dar aún más información a los productores, basándose en más de 50 variables analizadas en tiempo real.
La gran alternativa: granjas verticales
Las granjas verticales son un concepto que engloba diferentes tipos de nuevas formas de cultivo. Desde su concepción en 1915, muchos ecologistas, botánicos, agrónomos y economistas han escrito sobre ellas innumerables estudios, todos ellos hablan del increíble aumento de eficiencia.
En uno de sus modelos más viables, las granjas verticales son escenarios controlados donde las plantas son cultivadas en varios niveles, ocupando mucho menos terreno, y aprovechando mejor la luz solar con varios reflectores. Gracias a los avances en hidroponía, los recursos necesarios para estas plantas son mucho menores, y al estar en condiciones controladas también son menos propensos a necesitar herbicidas y pesticidas. Solo crece lo que queremos que crezca, consumiendo menos espacio, energía y minerales.
Fuente: Hipertextual / Álex Barredo
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