La percepción general indica que, en años recientes, la cantidad de personas que son diagnosticadas con enfermedades degenerativas del sistema nervioso, como el Alzheimer o el Parkinson, ha crecido y se tiene la impresión de que ello es algo nuevo, distinto a lo que se había vivido antes.
Y ciertamente lo es, aunque la principal explicación es, como indica por ejemplo la Alzheimer Association, que el incremento de la población y de la esperanza de vida en las últimas décadas ha provocado que existan ahora más personas mayores de 65 años y, por ende, más susceptibles de desarrollar la enfermedad, que aunque no es exclusiva sí se da en la gran mayoría de los casos en personas de la tercera edad.
De acuerdo a esa organización, 5.3 millones de estadounidenses padecen Alzheimer y ese mal es ya la sexta causa de muerte más grande en Estados Unidos. El costo actual de atender el Alzheimer y otras demencias asciende en el país a 226,000 millones de dólares pero subirá a 1.1 billones en 2050, añade la Alzheimer Association.
La investigación sobre factores de la degeneración cerebral es clave para entender el Alzheimer. (AP)
En este escenario, investigaciones realizadas en años recientes han comenzado a sugerir que existiría un factor adicional en el desarrollo y aumento de demencias y otras enfermedades nerviosas degenerativas: la contaminación del aire, sobre todo de partículas ultrafinas.
Esa relación es explorada en un reportaje de la revista Mother Jones, que sugiere, con base en datos de diversas investigaciones médicas y ambientales, que la exposición continua a partículas contaminantes ultrafinas, tan pequeñas que pueden entrar por la nariz y alcanzar el cerebro vía los conductos nerviosos olfativos, podría ser un factor en la incidencia de casos de Alzheimer, Parkinson y otras formas de demencia.
Y como las generaciones que hoy tienen 65 años o más, o están próximos a cumplirlos, vivieron buena parte de sus vidas antes de que se establecieran normas de reducción de la contaminación ambiental, han estado expuestos más que otras generaciones a la contaminación del aire de partículas microscópicas. Una circunstancia que, hoy, comienza a ser vinculada a la incidencia de enfermedades degenerativas del sistema nervioso. Y aunque la contaminación del aire es menor que en décadas pasadas, en ciertos casos millones de personas siguen expuestas a niveles de polución ambiental mucho mayores a lo recomendado, indica Mother Jones en su reportaje, por lo que esa población podría estar también en mayor riesgo de Alzheimer o Parkinson.
De acuerdo a la revista, muchos científicos tienen fundadas sospechas de la existencia de una relación entre esa contaminación y el Alzheimer y el Parkinson. Por ejemplo, investigadores de la Universidad del Sur de California han expuesto a ratones de laboratorio a humos tomados del aire en una importante autopista, especialmente cargada de partículas ultrafinas generadas por un intenso tráfico de camiones. Eso permitirá conocer si esas partículas alcanzan efectivamente los órganos, sobre todo el cerebro, de quienes las respiran cuando se analicen los cuerpos de los ratones. Antes, un estudio hecho en la Ciudad de México hace varios años halló daño cerebral en el cerebro de perros que vivieron por largo tiempo expuestos a altas concentraciones de contaminantes en el aire.
Y, de acuerdo a Mother Jones, un estudio de la Universidad de Minnesota halló que en Estados Unidos las minorías, que viven por lo general en zonas más expuestas a la contaminación ambiental, enfrentan condiciones de contaminación del aire 38% superiores a los de la población blanca. Además, un estudio citado en el sitio web del National Center for Biotechnology Information, encontró que habría una relación entre la exposición a partículas contaminantes y pérdida de facultades cognitivas en adultos mayores.
Estos y otros indicadores han puesto a científicos a pensar que la presencia de esas partículas microscópicas, que de algún modo penetran en la nariz y suben al cerebro vía los canales nerviosos olfativos, podría ser un factor hasta ahora no considerado ni comprendido a cabalidad en la incidencia y desarrollo de Parkinson o Alzheimer. Al parecer, desarreglos del sistema inmune a nivel cerebral desatados, posiblemente, por efectos de la presencia de micropartículas, generarían degeneración neuronal y, a la larga, enfermedades como las mencionadas.
Con todo, aún falta mucha investigación para obtener datos concluyentes o irrebatibles, y los propios científicos citados señalan que falta aún mucho que estudiar. Y desde luego no es que oler el humo del camión que pasa enfrente vaya a hacerle olvidar de inmediato lo que hizo hace uso días. Todo sería parte de un proceso largo y complejo, del que poco se conoce.
Pero, por lo pronto, varios de los investigadores en esta materia han confesado que, cuando se han mudado y elegido una nueva casa para vivir, han tratado de hacerlo lo más apartado de focos de contaminación ambiental posible.
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