El feminismo muchas veces libera pero también condena. Cuando una mujer habla de que el tamaño de la ‘vara’ sí importa o que no importa el tamaño sino la magia que se pueda hacer con ella, automáticamente se ubica en un segundo plano, dándole el bastón de mando al hombre. Lo que explica el porqué a ellas se les ve muchas veces como un objeto para… Y no como un complemento (así que después no se quejen). Pero, ¿Qué pasó niñas? ¿Acaso se les olvidó que en un show de magia no sólo se utiliza la varita? Les cuento, también es necesario un sombrero y que éste también puede hacer ¡Vaya qué magia! Para un espectáculo de ilusionismo la varita necesita entrar varias veces y mezclar sus cualidades mágicas con las del sombrero, de esa mezcla de poderes se puede lograr que de este último incluso salgan conejos.
Cuando se tocan temas de desempeño sexual, es al hombre al que por lo general cuestionan, echándole siempre el agua sucia. Aun siendo los responsables sólo en el 50% del fracaso en un acto sexual. Por ello emprendí este artículo con muchas ganas y me dí a la tarea de consultarle a varios amigos y caballeros de todas las edades sobre: ¿Qué hace a la mujer un ‘buen polvo’? He aquí los puntos en que coincidimos…
Que se comporte de acuerdo a la situación: Que tenga claro a que es lo que va. Cuando se va a ‘cuchiplanchar’ no es el momento para aflorar su lado más tímido o hacer shows de dignidad, cortarse las uñas, contar como lo hacía con su ex-novio o contestarle el celular a la amiga; nada más indeseable que eso. En cambio si desde el primer beso transmite su pasión y se conecta sin tapujos con la situación, algo bueno resultará.
Que no actúe como un maniquí: Una mujer que sólo se restringe a lo mínimo, es una mujer del siglo pasado. Nada más excitante que una dama se desinhiba y muestre lo que ha aprendido durante la vida. Te haga un streptease, luego se te eche encima y te diga al oído cosas sucias; eso ayuda y mucho. También durante la faena aporte con sus movimientos pélvicos, te toque el pecho y la espalda e incluso proponga una posición distinta, esto fácilmente hará que sea de esas viejas que uno nunca olvida.
Abiertas a probar nuevas cosas: La monotonía muchas veces puede apagar hasta la llama más fuerte de la pasión. Por ello una mujer dispuesta a innovar, a las aventuras y que no se queje por todo, es una amante ideal. Que el sexo oral no lo vea como repulsivo, porque a todos eso nos encanta. No diremos mentiras, nosotros deseamos que nuestra mujer sea una dama en la calle y una prostituta en la cama.
El cuerpo sí importa: Contrario a lo que piensan. No me refiero a que tienen que tener la figura 90-60-90 o los súper pechos. Sino a una mujer que cuide su cuerpo, a la que acariciar su piel sea como tocar seda, palpar su entrepierna nos haga sentir que tocamos el cielo y oler cada centímetro de su cuerpo se convierta en una sinfonía para nuestras fosas nasales.
Que tenga claro que el ‘machucante’ no es una máquina de sexo: Es lógico que quieran llegar al climax. Aunque muchas veces al hombre se le hace más fácil conseguirlo y las puede dejar iniciadas, pero esto no puede ser un motivo para que quieran crucificar a su compañero y torturarlo con un ¿Ya terminaste? Por ello en un caso como estos, que ella esté abierta a recibir otro tipo de estímulos para conseguir su orgasmo, suma puntos. Una mujer buen polvo tiene claro que una buena cogida tampoco dura 8 horas seguidas, porque eso ni en las películas porno se ve.
El post polvo: Lo caliente no quita lo princesa, luego de ser la gata que más gemía, vuelve a ser la misma princesa de siempre sin importarle que haya mostrado su faceta más ruda.
Ellas quieren que lo hagamos como los dioses, nosotros queremos que ellas se comporten como doncellas. Mientras existan este tipo de coyunturas en una relación y no se tenga claro que en un acto sexual se aporta un 50/50 entre ambas partes, no se logrará tener un goce a plenitud del sexo. La amante ideal no es la más flaca o la que tenga más culo, sino aquella que sabe cuando quitarse el rotulo de princesa y convertirse en una loba.
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