Un hombre de 74 años que había sido dado por muerto, y que fue incluso incinerado por sus familiares, apareció dos meses despuésdeambulando con vida por las calles de Ciudad Juárez. Todos pensaban que el cuerpo que habían incinerado era el de Miguel Ángel Gomar Luna, ex embalsamador de profesión. Su cadáver incluso había sido reconocido en una morgue por la familia, pero resulta que no era él. A sus 74 años, este mexicano le ha robado con gran revuelo el título de El Renacido a Leonardo DiCaprio, al volver a su casa tras pasarse desde el 25 de diciembre trasegando morapio y tequila.
El local El Diario cuenta que Gomar abandonó el pasado día de Navidad, sin previo aviso a su familia, una clínica de desintoxicación en la que estaba ingresado por su alcoholismo. Sus más allegados comenzaron rapidamente una búsqueda por la ciudad que resultó infructuosa. Y claro, ya se sabe que Ciudad Juárez no es precisamente una playa de Benalmádena, lo que hizo esperar lo peor a la familia del desaparecido.
Sus temores parecieron confirmarse el 12 de enero pasado, cuando la fiscalía notificó el hallazgo de un cadáver, en realidad un indigente fallecido el 31 de diciembre en un albergue de acogida, que los familiares (ahora dicen que “sin estar muy convencidos”) identificaron en el Servicio Médico Forense. No se realizaron pruebas de ADN en ningún momento y al día siguiente el cuerpo fue incinerado.
Nada nuevo bajo el sol: el muerto al hoyo y el vivo al bollo… hasta que el 24 de febrero pasado, para sorpresa de todos, Gomar fue encontrado vagando por las calles de la ciudad a orillas del Río Bravo. Magullado por alguna caída, deteriorado físicamente por el continuo consumo de alcohol y el baqueteo de la vida callejera, pero vivo. De hecho, al conocer la noticia de su propio fallecimiento, el septuagenario expresó claramente su descontento: “Qué voy a estar muerto, aquí sigo”.
Gomar declaró que durante sus semanas de fuga etílica hubo gente que le ayudó con unas monedas para comer o incluso para comprar más alcohol. Su modus vivendi era caminar, beber, dormir en la calle y vuelta a empezar.
Ahora el problema del protagonista de esta rocambolesca historia es que, a efectos legales, está muerto. Como comenta el periódico azteca El Proceso“tendrá que hacer los trámites necesarios para demostrar que está vivo“. Su hija de momento ha declarado “Ahora lo que queremos saber es quién es la persona que incineramos y qué tenemos aquí en la sala de estar. La Fiscalía debe devolver la identidad legal a mi padre”. El fiscal Enrique Villarreal Macías culpa a la familia de lo ocurrido: “El error fue de ellos al identificarlo en forma errónea”.
Mientras tanto, se desconoce la identidad del cadáver incinerado.
Jaime Noguera / Strambotik
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