Un estudio prueba que la masa encefálica adelgaza hasta en un 6% tras trotar durante largos recorridos. "Runner' lo serás tú"
Si entre el torrente de buenos propósitos de año nuevo usted se ha propuesto correr un maratón, o incluso algo más cargadito de kilómetros, piénselo dos veces. Y no solo por el cansancio, las horas que le va a robar el entrenamiento o el gasto en zapatillas. Correr largas distancias tiene consecuencias para el organismo. No se inquiete si lo suyo es salir a trotar un rato los fines de semana. Aquí hablamos de lo que en la jerga runner se conoce como machacas: de maratonianos para arriba, es decir, esos hombres y mujeres empecinados en correr del tirón 42 kilómetros o más. En España existen carreras de esta clase, como el Gran Trail de Peñalara, la Madrid-Segovia, donde los participantes recorren distancias descomunales a menudo en un solo día (hay quien se toma pausas de una hora y quien solo frena para sus necesidades fisiológicas). En cualquier caso, sus consecuencias son inquietantes. Un inciso: correr a velocidad reducida o moderada reduce el riesgo de mortalidad hasta en un 30% segúnJournal of the American College of Cardiology. Aquí estamos hablando de que se le va de las manos…
1. Se reduce el cerebro
Sí, ha leído bien. Científicos del Hospital Universitario de Ulm (Alemania) monitorizaron a 44 participantes en la 2009 Trans Europe Foot Race, una carrera a pie desde Italia a Noruega. En total, un paseo de 4.500 km en 64 días. Tras seis años analizando los resultados, el director del estudio, el radiólogo Uwe Schütz, presentaba sus conclusiones en diciembre en el Congreso Anual de Radiología. De entrada, descubrieron que su masa encefálica adelgazaba hasta un 6,1%, sobre todo, en el área destinada a la vista. Nada irreversible: al cabo de ocho meses regresaba a su tamaño original. “Pese a los daños en el cerebro debidos al estrés catabólico de un ultramaratón, las diferencias responden a un proceso adaptativo y reversible. No hay lesiones a largo plazo”, explica el doctor. Y apunta a que este achicamiento de la materia gris puede deberse a que, dada la monotonía de mirar siempre al frente durante tantos días seguidos, el cerebro "se toma unas minivacaciones".
El estudio viene a demostrar lo que los corredores de largas distancias ya sabían. “Al correr de modo intenso, y más cuando ya hay cansancio, se va en ‘visión túnel’, sin apenas ser consciente de lo que hay a los lados. De hecho, apenas se registran los lugares por donde se pasa. Si al terminar una carrera te llevan de nuevo por el mismo recorrido, puede que veas cosas que ni recordabas”, señala Israel Pinto, entrenador personal de Triatletas.
2. El cartílago se vuelve juguetón
Correr deteriora las articulaciones de las rodillas y los pies. Es el mantra que repiten los preparadores físicos y los médicos a quienes se meten a quemar zapatilla durante muchos kilómetros. Schütz y su equipo comprobaron que casi todos los cartílagos de las rodillas, los tobillos y los pies sufrían una importante degradación en los primeros 1.500-2.500 kilómetros de carrera. “Pero las pruebas en etapas posteriores revelaban que el cartílago del tobillo y el pie se regeneraban durante la carera”, señala el científico. Algo similar sucedía con los tejidos blandos. “El tendón de Aquiles mostraba un significante aumento de diámetro. Definitivamente, el pie humano está hecho para correr”.
3. Se pierde agilidad mental durante la carrera
Hay que estar a lo que se está. Lo saben las abuelas y también el cuerpo humano. “Al someter el cuerpo a tal esfuerzo, la glucosa y el oxígeno van sobre todo a los músculos para que sigan corriendo. Al cerebro le llega lo justo para mantener sus funciones vitales, pero no para hacer alardes intelectuales”, advierte Pedro Luis Valenzuela, fisiólogo del ejercicio en el foro de profesionales vinculados al deporteFissac. No pregunte cuestiones de álgebra ni la lista de los reyes godos a un maratoniano en un avituallamiento.
4. Puede llegar a ver fantasmas
Tírese usted un día entero corriendo por la montaña y, al final, hasta las piedras le susurrarán canciones. No está loco. Es normal sufrir pequeñas alucinaciones. El ultracampeón Scott Jurek, en su libro Correr, correr, vivir (Ediciones Temas de Hoy), asegura haber visto cómo un camión casi atropellaba en la cuneta a un fotógrafo inexistente tras muchas horas de zancadas. “Al sobrepasar las 20 horas seguidas corriendo es fácil que sobrevenga cierto aturdimiento. Sobre todo si vas por un tramo fácil y te pones en stand by para ahorrar energía”, reconoce el corredor de montaña español Kilian Jornet.
5. Hay daño muscular y renal
Para los no corredores CK son las siglas de Calvin Klein. Los maratonianos saben que indican la temida creatina quinasa. “Es una enzima que se localiza en los músculos y sirve para metabolizar la energía. En momentos de gran esfuerzo muscular, como un maratón, hay roturas en los músculos que provocan la filtración de la CK al torrente sanguíneo. Al llegar a los riñones puede ocasionar un daño renal poco frecuente llamado rabdomiolisis”, apunta Valenzuela. “Los riñones también pueden sufrir si no se hidrata convenientemente, ya que tendrán que filtrar una sangre más espesa”.
6. Se acelera la oxidación
Tal vez crea que es estrés oxidativo es una mandanga de la industria cosmética para vender cremas antiarrugas. Pues no. El cuerpo humano, en presencia de oxígeno, genera radicales libres y esto lleva a la oxidación. Efectivamente, la piel se arruga y los músculos corren el riesgo de lesionarse. “Al respirar intensamente el corredor consume más oxígeno. Esto genera radicales libres, con el riesgo de sobrecarga y fatiga muscular. ¿Cómo neutralizarlos? Con antioxidantes. Hay de dos tipos: endógenos y exógenos (los suplementos nutricionales). Los primeros son enzimas que el propio cuerpo fabrica. Con el entrenamiento, el cuerpo se adapta y aprende a crear más antioxidantes. En mi opinión hay que comer variado, entrenar con cabeza y recurrir a los suplementos solo en caso de carencias. Suplementar porque sí impide que el cuerpo cree sus propios antioxidantes”, ilustra Pedro Luis Valenzuela.
7. Disminuye la movilidad de los espermatozoides (pero el sexo es excelente)
El sobreesfuerzo de marcarse un montón de kilómetros a la semana no solo quema calorías. Numerosos estudios advierten de que también se reduce el número de espermatozoides y su movilidad en el líquido seminal. Dicho de otra forma: morder la medalla de finisher al terminar un maratón puede mermar la fertilidad varonil. Sin embargo, un estudio del departamento de Antropología Biológica de la Universidad de Cambridge sobre 542 participantes en el maratón de Nottingham concluyó que aquellos con una buena marca tenían más testosterona. En consecuencia, serían mejores amantes y más deseados por las mujeres (se hizo solo con varones). La explicación: en la época de las cavernas el alimento lo lograban los que más corrían y durante más tiempo. Y ellos deseaban al campeón: los maratonianos.
ElPaís
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