La entrevista empieza fuerte:
– Se puede consumir drogas de forma responsable.- me dice Núria Calzada, coordinadora estatal de Energy Control, fundación dedicada a dar información sobre sustancias estupefacientes desde la experiencia y libre de juicios de valor, es decir, si decides drogarte ellos no van a decirte que no lo hagas, sino cómo hacerlo asumiendo los mínimos riesgos posibles. Esta entidad forma parte de la Asociación Bienestar y Desarrollo, ONG que lucha en distintos frentes para crear una sociedad más igualitaria y justa.
– ¿Todo tipo de drogas?.- pregunto inocentemente.
– Sí.
– ¿Marihuana?
– Sí.
– ¿Cocaína?
– También – a ver cómo les explico esto a mis padres, que una vez llegué borracho a casa con 16 años y aún les dura el susto – de hecho diversos estudios señalan que solo el 10% de la gente que prueba las drogas acaba teniendo problemas con ellas.
Su discurso es el diametralmente opuesto con el que me adoctrinaron en mi colegio (católico y progre, pero católico, todo sea dicho):
– Tomar drogas es malo.
– Pero…
– Es malo y punto.
– Pero el vino de misa contiene alcohol y se toma cada domingo como ritual y la gente mayor fuma tabaco que también engancha y mata y…- Bueno, en realidad dije solo “OK”, porque era un niño, y los niños suelen creer a los adultos, y hasta que no eres un poco más mayor no empiezas a cuestionarte que las verdades absolutas quizás no existen del todo y luego te toca desaprender lo inculcado y es un lío y por eso y otras cosas creo que estoy hablando ahora mismo con esta experta en afrontar los riesgos de las drogas en su oficina del barrio de Gràcia de Barcelona.
De hecho Núria destaca que uno de los factores de la demonización de las drogas surge precisamente de su consideración como pecado, tal y como señaló el anterior papa, Benedicto XVI. “En España la Inquisición atribuyó a estas sustancias a ritos satánicos y brujería, con su consiguiente caza”, y sigue, “desde hace mucho que solo se ha hablado de los efectos negativos, pero no de las cosas buenas que te pueden aportar”. Antonio Escohotado,profesor universitario, jurista, sociólogo, economista y gran conocedor del mundo de los drogas,enumera estos beneficios: autodescubrimiento, maduración, diálogo y simplemente diversión. Todo eso sin tener en cuenta los fines médicos: se ha demostrado, por ejemplo, que el MDMA, vulgarmente conocido como éxtasis, puede paliar el estrés post traumático como el que sufren los veteranos de guerra, o incluso usarse para terapias de pareja por su capacidad para potenciar la empatía entre las personas.
Núria me explica que la droga no es como nos han hecho creer. Según la Organización Mundial de la Salud “una droga es una sustancia que introducida en el organismo produce una alteración de algún modo, del natural funcionamiento del sistema nervioso central del individuo y es, además, susceptible de crear dependencia, ya sea psicológica, física o ambas”. “Entonces”, Núria sonríe, “el LSD no es una droga, porque no produce dependencia”. Cree que en esta materia ha habido mucha desinformación, y los medios de comunicación han contribuido a generarla en demasiadas ocasiones. “Es como la gente que consume heroína: seguro que tienes en mente al típico demacrado, con SIDA, es decir, lo que se nos ha presentado que es un consumidor de heroína, pero es que los que los que lo hacen y no tienen problemas no salen por la tele”.
Según me cuenta en nuestro país no se ha afrontado bien este tema, sobretodo en el ámbito educativo. Al parecer las intervenciones que se han hecho en nuestras escuelas han sido de tres tipos:
- Un policía llega a una clase de chavales que todavía estudian la ESO con un maletín repleto de muestras de todo tipo. Problema: se les habla de sustancias que les resultan lejanas, como la ketamina (potente anestésico muy popular en fiestas rave), con lo que se les descubre un mundo nuevo para el que probablemente todavía no están preparados. Núria me cuenta que hay que adecuar el discurso para poder dar armas suficientes a las personas para lo que se van a enfrentar el día de mañana.
- Aparece un testimonio que ha recorrido el accidentado y peligroso camino de la adicción para relatar su terrible caso, con historias del tipo “empecé con los porrillos y acabé pinchandome con una jeringuilla y todo fatal”. Para la experta es una forma de aportar una visión tendenciosa del asunto, con la moraleja de “si te drogas acabarás así”. Pero según defienden en la entidad eso no tiene porque ser así: “¿Verdad que se puede beber solo un viernes y no por eso desarrollas una dependencia alcohólica?”.
- Educación para la salud, que es la que intentan llevar a cabo en Energy Control. Se explican las drogas a las cuales pueden tener alcance los jóvenes, para darles información sobre las posibles consecuencias de su uso y las maneras de consumirlas minimizando los riesgos al máximo.
En Energy Control tienen una cosa clara: “un mundo sin drogas es una utopía”. Saben que mirando a otro lado o prohibiendo no van a acabar con su uso, así que prefieren ser más realistas y dotar de conocimiento a los consumidores para que puedan tener mayor capacidad para elegir y sobretodo, que hagan lo que hagan sea de la manera más sana posible. Es entonces cuando el eterno debate surge en la conversación:
– ¿Defiendes la legalización de las drogas?
– Sí, es algo que hay que tener en cuenta. La ilegalización no está funcionando. Fíjate: en Colorado hace tan solo un año que la marihuana es legal y está reportando unos beneficios [concretamente 2,5 millones en enero de 2014] en impuestos que pueden destinarse a educación, sanidad, prestaciones sociales… Incluso podría ser una forma de salir de la crisis económica que vivimos. Y todo eso sin pensar en los efectos negativos que tienen sobre las personas.
– ¿A qué te refieres?
– ¿Sabes cuánta gente muere por culpa de la ilegalización de las drogas? Hablamos de una guerra contra el narcotráfico en los países productores, de penas de muerte en China, y en infinidad de gente que está en la cárcel.- De hecho, uno de cada cuatro presos en España está condenado por temas de drogas.
– Bueno, pero en España, por ejemplo, vender drogas es un delito contra la salud pública [artículos 359 y siguientes de nuestro Código Penal]. ¿No estás de acuerdo con eso?
– ¿Salud pública? Eres libre de consumir o no, al menos en un principio. ¿Tiene que ir a la cárcel el chaval que te vende pastillas en una discoteca el viernes por la noche? Es decir, que él atenta contra la salud pública pero no lo hace el camarero que te sirve cuatro cubatas, acabas borracho perdido, coges el coche y tienes un accidente. O el que te vende tabaco en un estanco. El Estado no puede obligarte a llevar una vida sana. Eso sí, nosotros creemos que lo importante es que si se consume se haga con cabeza. ¿Es malo comer fabada? No, pero si te comes una cazuela entera a diario, pues en fin…
Detrás de Núria hay un mosaico de carteles con nombres de medicamentos como paracetamol. Son elementos que se utilizan para cortar la droga pura. “Otro problema de la ilegalización: las dosis pueden estar adulteradas con cualquier cosa, incluso con químicos altamente nocivos”, me cuenta. En la página web de Energy Control tienen un tablón de anuncios en el que avisan de que se han detectado “Falsas ketaminas con sustancias nuevas de riesgos desconocidos” y otras advertencias por el estilo. Y es que el servicio más impactante que ofrece este colectivo es el de analizar las drogas que piensas consumir para que sepas exactamente qué te metes. Incluso van a festivales como Monegros, o fiestas de trance para realizar este y otros testeos. Porque saben que las drogas existen, por experiencia y conocimiento, y no tratan de esconderlo, sino al revés, de aportar toda la luz posible en un aspecto de nuestras vidas demasiado condenado a la oscuridad y a la culpabilidad.
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