No es un mito, las mujeres suelen fingir orgasmos. Lo dice un estudio de la Universidad de Indiana, en el que un 85% de los hombres encuestados afirmaron que sus parejas habían alcanzado el orgasmo, mientras que solo un 64% de las mujeres encuestadas dijeron lo mismo.
Ojo, que aquí no acaba la cosa, porque según otro estudio de opinión elaborado por la marca de preservativos Control, el 61% de las mujeres ha fingido un orgasmo alguna vez; sin embargo, tan solo un 36% de los hombres encuestados pillaron a sus parejas fingiendo.
A partir de estos datos podemos sacar dos conclusiones:
1. Más de la mitad de las mujeres encuestadas resultaron insatisfechas sexualmente.
2. El porcentaje de mujeres que fingieron un orgasmo sin que sus parejas se dieran cuenta deberían estar nominadas al Oscar a la mejor actriz.
Fingir un orgasmo es el equivalente a ir a un restaurante, pedir una Coca-Cola y que te traigan una Pepsi light sin cafeína (que, en ese caso, mejor haberte pedido agua del grifo, que es lo mismo pero gratis). Y es que uno de los errores más grandes de las relaciones sexuales es fingir que llegas al Nirvana cuando en realidad estás sumido en una pareidolia con las manchas que hay en la escayola del techo.
Pero, ¿qué es lo que nos delata al fingir? ¿Qué situaciones aumentan la probabilidad de acabar fingiendo? ¿Cómo puedo evitar que mi pareja finja? ¿A qué huelen las nubes? ¿De qué color es el mar? Para las dos últimas preguntas, no tengo respuesta; para lo demás, sigue leyendo.
1. Sexo oral y masturbación
Por una parte, sabemos que solo un 25% de mujeres llega al orgasmo mediante la penetración, y por otra, que la mayoría de relaciones sexuales son coitocentristas. ¿No te parece esto contradictorio? Estamos acostumbrados a relacionar los encuentros eróticos con el coito, sin embargo, esta no es la única solución para aliviar la tensión sexual.
Aunque en la zona genital es donde se reúnen la mayoría de puntos erógenos, en el cuerpo hay muchas más zonas que estás dejando pasar por alto y que a la larga pueden pasar factura. En cuanto a la zona genital femenina, la estimulación del clítoris eleva la probabilidad de orgasmo; mediante la penetración este solo se estimula de forma indirecta. Imagina hacerlo de forma directa y cuánto placer se pierde por fingir que gusta algo que en realidad no (o no todo lo que debería).
2. Respuestas fisiológicas
Durante la relación sexual, en nuestro cuerpo se activan varios mecanismos fisiológicos al que los expertos Masters y Johnson (60’) decidieron poner el nombre de “Respuesta Sexual Humana”.
Esta respuesta se compone de 6 fases (Deseo, excitación, meseta, orgasmo, resolución ysatisfacción) que, atendiendo a las características propias de cada una, resultan un claro indicador de la satisfacción sexual.
Las reacciones del cuerpo ante el orgasmo son: la contracción rítmica de los músculos del perineo y de los órganos reproductores, la aceleración del ritmo cardíaco y la dilatación de las pupilas. En algunas personas también aparece cierto “rubor sexual” bastante delatador de la experiencia. Los hombres suelen finalizar con la expulsión del semen y las mujeres pueden o eyacular una sustancia líquida transparente conocida como “eyaculación femenina” o no eyacular (lo que en ocasiones da pie a fingir). Sin embargo, y pese a todo esto, los indicios suelen ser bastante claros, especialmente los que están al alcance de nuestra percepción.
3. Comunicación
Si jamás has hablado con tu pareja sobre vuestra sexualidad (qué os gusta, cómo, dónde, etc), es altamente probable que ella finja, porque querido/a lector/a, nadie es adivino.
4. Presión
“¿Te vas a correr? ¿Eh? ¿Te gusta? ¿Es que quieres más? ¿No te pongo? Venga, que estoy a punto de llegar y quiero hacerlo a la vez”. Pues probablemente sí le pongas, sí quiera correrse, y sí quiera llegar contigo e incluso sin ti, pero ante todo lo que más quiere te aseguro que es concentrarse, dejarse llevar y que no le metas presión. La presión produce ansiedad, y esta es el enemigo número uno de las relaciones sexuales. Sí aun así ves que no hay manera, vuelve al punto 3.
5. Estar bajo los efectos del alcohol
Lejos de lo que se cree, el alcohol no es el remedio para potenciar el deseo o la excitación sexual. Este es un fuerte depresor del Sistema Nervioso Central y parte del Sistema Nervioso Autónomo, encargado de la erección y la lubricación. La famosa confusión reside en sus efectos desinhibidores que impulsan el comportamiento sexual. Si es que ya lo decía Shakespeare: “El alcohol provoca el deseo, pero frustra la ejecución”.
El no conocer tu sexualidad ni la de tu pareja es equivalente a fracaso total en la cama. Además, fingir es como una pescadilla que se muerde la cola, tonta, no va hacia ninguna parte. Se empieza fingiendo “por salir del paso”, pero te das cuenta de que tu pareja te vuelve a hacer algo que has fingido que te gusta pero sigue sin gustarte, y sigues fingiendo por no herir sus sentimientos, y te lo vuelve a hacer pero sigues fingiendo; hasta que tu deseo sexual se viene abajo porque el sexo se convierte en una experiencia que no te motiva en absoluto; y normal, si no has aprendido a darte ni a que te den placer.
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