Llevamos ya medio verano a nuestras espaldas y, probablemente, algún que otro kilo también. En vacaciones se relajan nuestros hábitos y el buen tiempo es una invitación constante a estar en la calle, la terraza o el chiringuito. Y lo que eso conlleva: comer. Esto provoca que la publicidad nos bombardee con dietas milagro y titulares mágicos que prometen adelgazar con resultados asombrosos en pocos días. Pero además de no funcionar, "estos regímenes alimenticios estrictos, de complicadísimo cumplimiento, son un caldo de cultivo perfecto para trastornos alimenticios”, advierte Paula Lucio, dietista-nutricionista dePsicología y Nutrición Retiro.
Lo que sí puede lograr, si su voluntad de alimentarse saludablemente flaquea durante la época estival, es engañar a su cerebro: comer en platos pequeños o levantar la cuchara con la mano izquierda (con la derecha en caso de ser usted zurdo), pueden hacer que perder la línea no sea un problema. ¿Cómo? Charles Spence, profesor de psicología experimental de la Universidad de Oxford (Inglaterra), ha enumerado estrategias para ingerir menos calorías y comer más saludable, en un artículo escrito junto al chef Jozef Youssef y publicado en el periódico británico The Guardian. Las repasamos, con los comentarios de la nutricionista.
1. No usar la mano dominante y otros modos de complicar el almuerzo
Un estudio de la Universidad del Sur de California (EE UU) sobre la importancia de los hábitos, demuestra que, si comemos con la mano no dominante, por norma general, ingeriremos menos. A pesar de lo ridícula que pueda parecer la situación, esta puesta en escena no estropeará la experiencia con la comida, solo le hará más consciente de sus actos. La clave es que comer de este modo no automático, permite estar más pendientes de lo que ingerimos, y lo podemos controlar mejor. “Para ayudar a las personas con los atracones, aconsejo siempre ser consciente de lo que se come”, explica Paula Lucio.
Otra manera de hacer difícil el momento de comer es, por ejemplo, utilizar cucharas japonesas para comer sopas o cremas y palillos chinos para prácticamente todas las comidas. Cualquier cosa que impida engullir el plato será útil, según Spence.
2. Dejar fuera las distracciones: comer es comer
En la misma línea, la de prestar atención al acto de comer, el autor recomienda librarse de las distracciones que lo acompañan. No solo la tele, lo más habitual, aconseja que intente alejarse también del móvil o del iPad. Una revisión de artículos publicada enAmerican Journal of Clinical Nutrition confirma que poner todos los sentidos a la hora de comer es fundamental para ingerir menos calorías. Según los investigadores, sentarse a la mesa distraído aumenta la ingesta en un 30%.
La nutricionista recomienda, además, “comer más despacio, para favorecer la sensación de saciedad y soltar los cubiertos de vez en cuando, dar un trago de agua o levantar la visión del plato”, de esta forma “daremos tiempo a que nuestro hipotálamo capte esta sensación que envían los receptores del estómago”.
3. Comer en cuencos y no escatimar en especias
Gracias a la ‘ilusión de Ebbinghaus’ (un efecto óptico), podemos hacer creer a nuestro cerebro que está comiendo más. Para ello, basta con presentar la comida en platos más pequeños o en cuencos. De esta forma, la cantidad de comida parecerá mayor y nos sentiremos más saciados.
Paula Lucio añade que, además de poner en práctica el cambio de vajilla, es recomendable cocinar con sabor para estimular la mente a través de las diferentes sensaciones, “aportando a los platos aromas y colores que activen nuestros sentidos”.
4. Catar la comida como si fuera un buen vino
Una táctica sencilla que puede hacer cualquiera es parar un momento antes de empezar a comer y observar la comida. Catarla como si se tratara de un buen vino, apreciar los sabores, los aromas y la textura es fundamental para controlar la ansiedad, dice el psicólogo.
Con estos simples trucos, no solo engañará a su cerebro, sino que estará adquiriendo hábitos saludables que le acompañarán el resto de su vida. Lo importante es ser constante, no comer con ansiedad y disfrutar todo lo posible de uno de los mayores placeres a nuestro alcance.
ElPaís
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