miércoles, 10 de agosto de 2016

Los vencejos avisan pero nosotros seguimos haciendo el cafre

El titular no es mío, es de Asun Ruiz, la directora de SEO/BirdLife, pero se lo tomo prestado por lo certero e inmejorable. Resume a la perfección una nota de prensa que su organización ha lanzado advirtiendo de algo aparentemente tan anecdótico como es laexpansión de una especie de origen subsahariano hasta hace poco desconocida no sólo en España sino en toda Europa, y que lentamente va colonizando el territorio español: el vencejo cafre (Apus caffer).
Se parece al vencejo real y cría casi exclusivamente en nidos que les roba a otra especie africana de reciente expansión por España, la golondrina dáurica (Cecropis daurica).
La primera vez que se avistó a un vencejo cafre en nuestro país fue en 1964 y dos años más tarde se verificó la primera cría, en la provincia de Cádiz. En 1997 ya se estimaba una población de entre 30 y 100 parejas. Ahora son ya más de 150 distribuidas en 10 provincias del suroeste del país. Su ritmo de expansión parece firme: ya hay registros en puntos tan alejados como Madrid o Salamanca.
“La expansión ha sido lenta en comparación con otras especies, pero constituye un buen termómetro para analizar los cambios de distribución de las especies como consecuencia del calentamiento global”, señala el biólogo de SEO/BirdLife, Blas Molina.
En los últimos 45 años, la temperatura media en España ha subido unos 2,8 grados centígrados, según datos de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET). El calentamiento global se nota en el termómetro pero también en el tipo de aves que viajan hasta España para reproducirse en época estival.
Y tiene toda la razón Asún Ruiz. Vencejo cafre, bulbul naranjero, ratonero moro, todas ellas especies africanas, nos avisan con su reciente expansión en España que la piel de toro se está resecando tanto como el pellejo de un dromedario sediento. Pero en lugar de tomar en serio estos avisos del cielo, de las aves, de la naturaleza, seguimos haciendo el cafre con nuestro planeta, con nuestra casa común.
Ante más calor la respuesta no puede ser más aire acondicionado. Nos olvidamos de algo absolutamente incuestionable:
El planeta puede vivir sin nosotros. Pero nosotros no podemos vivir sin este planeta.

CrónicaVerde / CÉSAR-JAVIER PALACIOS 

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