Es verlo y quererlo, porque, la verdad, parece un juguete de goma. Un equipo de investigadores de la Universidad de Harvard ha creado el primer robot autónomo, sin cables, completamente blando, y lo ha hecho con una impresora 3D. Apodado «octobot», este ingenio con forma de pulpo de ocho patas podría allanar el camino para una nueva generación de robots que interactúen de forma distinta con los seres humanos.
Hasta ahora, el principal problema para construir estas máquinas es que los sistemas eléctricos de energía y control -como las baterías y placas de circuito- son rígidos, así que los robots de cuerpo blando tenían que conformarse con tener el «corazón» duro o, como segunda opción, estar conectados a un sistema externo. Sin embargo, los investigadores de Harvard han conseguido fabricar un robot «completamente suave, que sienta las bases para diseños más complejos», explica en la revista «Nature» Robert Wood, profesor de Ingeniería y Ciencias Aplicadas.
«Hemos sido capaces de imprimir en 3D cada uno de los componentes funcionales necesarios dentro del cuerpo del robot blando, incluyendo el almacenamiento de combustible, energía y accionamiento, de manera rápida», apunta Jennifer A. Lewis, investigadora de ingeniería bioinspirada en la misma universidad.
Una reacción química
Los pulpos son desde hace tiempo una fuente de inspiración para la robótica suave, ya que estas curiosas criaturas pueden realizar increíbles hazañas de fuerza y destreza sin esqueleto interno. El octobot, similar a un pulpo, tiene una base neumática, es decir, que es alimentado por gas a presión. Una reacción en el interior del robot transforma una pequeña cantidad de combustible líquido (peróxido de hidrógeno) en una gran cantidad de gas, que desemboca en los brazos del robot y los infla como un globo.
«Las fuentes de combustible para robots blandos siempre han confiado en algún tipo de componentes rígidos», dice Michael Wehner, coautor principal del artículo. «Lo maravilloso del peróxido de hidrógeno es que una simple reacción química entre él y un catalizador -en este caso, el platino- nos permite sustituir las fuentes de energía rígidas». Para controlar la reacción, el equipo utilizó un circuito lógico de microfluidos. El circuito, un análogo blando de un simple oscilador electrónico, controla cuando el peróxido de hidrógeno se descompone en gas en el octobot.
"Todo el sistema es simple de fabricar, mediante la combinación de tres métodos de fabricación -la litografía blanda, el moldeo y la impresión en 3D- podemos fabricar rápidamente estos dispositivos», segura Ryan Truby, el otro autor principal del estudio.
La simplicidad del proceso de montaje allana el camino para diseños más complejos. A continuación, el equipo de Harvard espera diseñar un octobot que pueda arrastrarse, nadar e interactuar con su entorno.
ABC
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