Tomates, lechugas, zanahorias, remolachas, habas, rábanos, pimientos, rúcula. Todo cultivado sin pesticidas y a decenas de metros de altura, el jardín urbano más grande jamás construido sobre un edificio.
Tal y como lo cuentan en su web, la historia de la granja urbana Brooklyn Grange comenzó una mañana de mayo de 2010, cuando un variopinto grupo de personas emergió del metro de Nueva York en la calle 36 y con sus bicicletas se dirigieron hacia un edificio del barrio de Brooklyn. Portaban sombreros y guantes de trabajo e iban armados con palas y tijeras para construir la granja más grande del mundo instalada en la cubierta o terraza de un edificio. Los trabajos duraron seis días en los que transportaron 1500 kilos de sustrato a la cubierta del edificio (siete plantas más arriba). Mientras la parte Oeste de la granja urbana estaba todavía siendo medida y se instalaba la lámina antirraíces, en la Este se disponían ya los bancales con plantones de tomates y acelgas. Poco a poco, la granja fue tomando forma.
La horticultura urbana es ya una realidad en países como los Estados Unidos. La vuelta a lo local y lo ecológico en nuestra alimentación es una necesidad. Iniciativas como ésta podrían ser la solución alternativa a un sistema industrial y global que no hace otra cosa que esquilmar los recursos, acaparar suelo y contaminar el medio ambiente.
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