sábado, 10 de octubre de 2015

Carrera científica para salvar la banana favorita de los países ricos

Ante la amenaza de que una peste penetre en América Latina y destruya las plantaciones de la banana preferida en el mercado mundial, los científicos intentan afinar distintas técnicas para lograr la plena resistencia a la enfermedad.
Las bananas tipo Cavendish son las más vendidas a nivel mundial
La Raza Tropical 4 del conocido como mal de Panamá, causado por el hongo Fusarium oxysporum, se ha extendido en los últimos años desde Asia hasta África y Oriente Medio, y podría afectar potencialmente al continente americano.
El problema no es nuevo para la comunidad científica, pues ya a mediados del siglo pasado la Raza 1 de esta enfermedad devastó las plantaciones de la principal variedad de plátano de entonces, la Gros Michel.
La alternativa vino de la mano de la banana tipo Cavendish, inmune al hongo y actualmente la reina de las exportaciones mundiales de esta fruta, procedentes sobre todo de países en desarrollo y destinadas al consumo en Europa y Estados Unidos.
Un dominio que, sin embargo, podría desvanecerse por ser susceptible a la nueva cepa, que se propaga por el suelo y que en las últimas dos décadas ha causado estragos en Asia sin que las prácticas y los fungicidas disponibles hayan podido controlarlo.
"Todavía no ha llegado el mal de Panamá Raza 4 a América Latina, pero el día que lo haga va a encontrar que toda nuestra industria bananera continúa dependiendo de una sola variedad, la Cavendish", sostuvo a Efe Juan Fernando Aguilar, líder del programa de Banana y Plátano de la Fundación Hondureña de Investigación Agrícola (FHIA).
Aguilar recientemente visitó la sede de la Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO) en Roma para abordar las investigaciones en curso frente a ese problema.
En Honduras están intentando mejorar de forma convencional las variedades Cavendish, lo que requiere un gran número de cruzamientos porque su fertilidad femenina es muy baja, detalla Aguilar, que agrega que en Taiwán se han seleccionado mutaciones que todavía no son estables ni resistentes por completo.
Otra fórmula pasa por los transgénicos. Los científicos aún no han identificado la secuencia de los genes responsables para la ansiada resistencia y esto les obliga a usar genes alternativos con propiedades que podrían controlar la enfermedad de manera indirecta pero no eficaz.
Según Aguilar, la introducción de esos genes en el banano tampoco ha funcionado, como tampoco lo ha hecho por ahora la modificación de un gen observado en mamíferos para evitar que se mueran las células infectadas por el hongo.
Ni siquiera la industria química ha desarrollado pesticidas capaces de frenar esa enfermedad, una opción que sí le ha dado resultados en el ataque a otras pestes como la Sigatoka Negra.
El especialista hondureño considera que su trabajo en particular pretende "modificar la industria bananera para que no dependa solamente de una variedad, sino que haya otras".
Y es que el Cavendish se ha impuesto como un monocultivo a gusto de todos: los agricultores lo prefieren por sus plantas de porte bajo y su buena productividad, las compañías aprovechan su largo periodo de maduración, lo que les permite transportarlo desde un país como Honduras hasta Estados Unidos o Europa sin que se eche a perder; y los consumidores ya están acostumbrados a comerlo.
De ahí que en la búsqueda de nuevas variedades mejoradas prime mantener el tamaño, el sabor o el aroma del tan comercializado plátano, argumenta Aguilar.
En opinión del experto de la FAO en patologías de plantas Fazil Dusunceli, es necesaria la colaboración entre investigadores, instituciones públicas y agricultores, ya que el mal de Panamá no es un problema que afecta solamente a la industria, sino también a los trabajadores y pequeños productores.
Mientras tanto, la agencia de la ONU insta a los países a intensificar la supervisión, información y prevención de lo que considera como una de las enfermedades más destructivas del banano.
Para evitar su propagación, Dusunceli urge a extremar la limpieza y dice: "Los productores que trabajan en distintos países afrontan riesgos potenciales. Los trabajadores deberían ser extremadamente cuidadosos con la ropa o el calzado que usan en el campo".
Una medida, entre otras, que pretende evitar la entrada y salida de partículas de suelo y materiales contaminados por un hongo que, si no se pone remedio, puede permanecer activo durante décadas. 
EFE

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