El post de hoy principalmente consiste en una serie de reflexiones que me hago a mi misma y si de paso me siembro esa semillita tan sana de la duda y la curiosidad en todo aquel que me lea, pues mejor que mejor.
El tema de las alteraciones del suelo pélvico y las disfunciones sexuales está de plena actualidad tanto por su prevalencia como por tratarse muchas veces de un problema encubierto. Mientras realizo búsqueda bibliográfica para actualizarme en al respecto, no puedo dejar de sorprenderme cuando básicamente me encuentro con hallazgos como: “alteraciones de la sexualidad en el postparto”, “disfunciones sexuales en la menopausia”, “mitos y tabúes de la sexualidad femenina”, “cómo aumentar la líbido en las mujeres”, “llega la nueva viagra femenina”…
Es cierto que históricamente todo lo relacionado con la sexualidad femenina ha sido tratado como tema tabú, siendo discriminado e incluso considerado pecado. Esto continua vigente en algunas culturas y religiones dónde la función de los órganos sexuales de la mujer es puramente reproductora y dónde persisten prácticas tan deleznables cómo la mutilación genital.
Sin embargo, casi a finales de 2015, en nuestra sociedad occidental ¿aún seguimos teniendo mitos y falsas creencias acerca de la sexualidad femenina? ¿existen más disfunciones sexuales femeninas por dolor y bajo deseo sexual que masculinas? ¿todavía no podemos expresar libremente nuestros deseos y fantasías? ¿en serio nos cuesta consultar dudas y pedir ayuda cuando percibimos que algo va mal o qué no estamos viviendo nuestra sexualidad plenamente? Me temo que la respuesta es que SI…
No puedo evitar remontarme unos años atrás cuando todavía era residente de matrona y tuve la gran oportunidad de preparar mi trabajo de investigación, premiado por cierto en uno de los Congreso de la SEGO (Sociedad Española de Ginecología y Obstetrica) con el dr Paco Nohales, Jefe de Sección de la Unidad de Suelo Pélvico de la Fe, la gran María José Alemany, profesora a la que quiero y admiro y mis grandísimas compañeras y matronas Gema Nuñez y Gemma Méndez. El trabajo consistía en identifcar casos de dispareunia o dolor en las relaciones sexuales, tras el parto y averiguar el impacto que este problema tenía en la calidad de vida de las mujeres. Los hallazgos más sorprendentes del estudio fueron que la casuística era mucho más grande de lo que en un principio parecía, pero sobre todo que esas mujeres no habían solicitado ayuda por voluntad propia, pese a que su problema tenía fácil solución y que en efecto, había un impacto negativo en su calidad de vida.
Es cierto que, cómo hemos comentado en anteriores entradas de nuestro blog, la vida de las mujeres está regida por su ciclo hormonal, de manera que nuestro ciclo sexual y reproductivo es un auténtico tiovivo. Es decir “que somos hormonas con patas”. Hay hechos evidentes cómo que en el postparto la rápida disminución de estrógenos y progesterona y la elevación de la prolactina influyen en nuestra líbido por la disminución de los niveles de testosterona. Igual ocurre en la menopausia, con los consiguientes cambios anatómicos que conlleva esta etapa. También el estrés, la ansiedad, etc influyen un nuestro ciclo hormonal.
Sin embargo, también es cierto que los expertos en sexología coinciden en que la principal zona erógena de las mujeres y que por tanto rige su líbido ¡no es ni más ni menos que su cerebro!
Esto me hace plantearme si realmente dependemos tanto de nuestro ciclo hormonal o tiene mucho más peso nuestro nivel de autoestima, los cambios en nuestra imagen corporal, las presiones de la sociedad, el sentimiento de responsabilidad por la crianza y la anteposición de nuestro rol de madre al de mujer-pareja.
Ahí os dejo mis reflexiones al respecto de este tema que espero os parezca tan fascinante como a mí.
Os animo a disfrutar de vuestra sexualidad en cualquier etapa de la vida, a consultar cualquier duda o cualquier problema que pueda surgir con los profesionales que estaremos dispuestos a ayudaros y por supuesto a nuestros talleres dónde podréis aprender a conoceros a vosotras mismas, además de echaros unas risas y ampliar vuestra visión.
María José Pau • Matrona en Clínica Millet
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