Un experimento diseñado para comprobar hasta qué punto la percepción sensorial de campos magnéticos en aves migratorias les sirve para guiarse a través de vastas distancias, ha tenido resultados muy elocuentes.
Cuando unos científicos capturaron varios ejemplares de la especie Acrocephalus scirpaceus a lo largo de una zona costera rusa durante sus migraciones en primavera y los llevaron a 1.000 kilómetros al este, a Zvenígorod en Rusia, los pájaros no parecieron desorientados; simplemente cambiaron su dirección de vuelo y volvieron a poner rumbo a su destino original. Ahora, los investigadores que demostraron la destreza en la navegación de las aves hace varios años han vuelto con nuevas pruebas de que la naturaleza ha dotado a dicha especie con un mapa geomagnético que les permite a los viajeros saber la dirección correcta desde cualquier ubicación.
El equipo de Dmitry Kishkinev, de la Queen's University de Belfast en Irlanda del Norte, Reino Unido, y Nikita Chernetsov, de la Estación Biológica Rybachy, dependiente del Instituto Zoológico adscrito a la Academia Rusa de Ciencias, ha comprobado que los pájaros reaccionan como si hubieran sido enviados a Zvenígorod cuando son capturados y expuestos a un campo geomagnético que coincida con el de esa localidad.
La parte más sorprendente de este hallazgo es que los mismos pájaros situados en la misma duna del mismo lugar en la costa báltica cambiaron su orientación respecto a su dirección migratoria normal (nordeste) hacia el noroeste después de que Kishkinev y sus colegas activasen un campo magnético artificial diseñado para imitar al natural de otros lugares. Todas las demás señales sensoriales fueron mantenidas iguales para ellos.
El equipo de Kishkinev y Chernetsov se valió de un sistema de bobina magnética especial construido en la citada estación biológica, por la que pasan muchos pájaros de la especie Acrocephalus scirpaceus. El sistema permitió a los científicos manipular el campo magnético sin perturbar la capacidad de las aves de captar otras señales, como el Sol, las estrellas, marcas terrestres y aromas.
El equipamiento principal empleado en la investigación, en la zona de la duna donde se realizaron los experimentos. (Foto: Dominik Heyers)
Los pájaros fueron alojados dentro del sistema de bobina magnética durante varios días. En ese tiempo, se les desplazó virtualmente a otro sitio por un cambio en el campo magnético en solo una ocasión, para evitar su confusión. Los datos muestran que este cambio en los parámetros magnéticos llevó a los pájaros a reorientarse hacia su lugar de destino, que les sirve para la reproducción y la crianza, tal y como lo habrían hecho en caso de estar desplazados de verdad.
Los investigadores sospechan ahora que la citada especie hace un seguimiento de los cambios en los parámetros geomagnéticos a medida que viajan durante su primera migración otoñal, por ejemplo, desde el Báltico hasta el África Occidental, para establecer ciertas “reglas empíricas”. Esas reglas guían después a las aves durante futuras migraciones y hacen posible que se reorienten si se dan cuenta de que se han desviado.
El estudio proporciona la prueba más contundente hasta la fecha de que al menos algunos pájaros dependen de un mapa geomagnético para la navegación a larga distancia, como hacen los bogavantes espinosos y las tortugas marinas. Aunque la idea de la navegación magnética en aves fue propuesta por vez primera tan atrás en el tiempo como el siglo XIX, ha sido muy difícil demostrarla.
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