Hasta un recodo de la gigantesca geografía del país asiático, hasta un villorrio que ni siquiera aparece en los mapas de Google, se desplaza cada mañana este educando, a pie, cinco millas de recorrido para no faltarle a sus cuarenta alumnos.
Apenas llega, alguno de sus pupilos le coloca una tiza en una especie de brazalete que lleva colocado casi en el extremo del muñón. Gracias a este artilugio, Shegfa escribe en el pizarrón y transmite sus conocimientos.
Para abrir los libros y comenzar su clase, utiliza dientes y labios; todo un arte con un único objetivo: transmitir conocimiento.
De acuerdo con Daily Mail, antes de aquel fatídico accidente, Jiang Shengfa había sido maestro. Por ello no dudó en sumarse cuando supo en 2003 que en la escuela primaria de Anle, en Chang‘an, necesitaban un profesor con urgencia; de lo contrario, los niños del pueblito se quedarían sin instrucción.
Desde entonces, hace ya 12 años, hay un profesor sin brazos en un remoto pueblo chino de montaña. "El pueblo es muy pobre. No hay profesores que estén dispuestos a vivir aquí –declaró este héroe a la prensa--. Todos los jóvenes del pueblo se van a buscar trabajo en otros lugares. Por ello los niños podrían perder su derecho a la educación."
En las últimas semanas, gracias a las redes sociales, la vida y el empeño de Jiang Shengfa han regresado a las pantallas de nuestros ordenadores, en un notable suceso viral.
"Debemos mirar a este profesor cuando nos sintamos frustrados”, escribió un usuario de Weibo, el equivalente chino de Twitter.
Por su desempeño, este verdadero superhéroe ha recibido no pocos galardones, aunque lo más importante siga siendo el respeto de quienes conocen de su pasión.
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