Las dietas milagrosas no existen y pueden ser muy perjudiciales para nuestra salud, además de causar el temido efecto rebote en la mayoría de los casos.
Las dietas que sí funcionan
Para que una dieta sea sana y efectiva tenemos que olvidarnos de pasar hambre, hacer grandes sacrificios, obsesionarnos con las calorías, abusar de los alimentos light, etc. También tenemos que renunciar a obtener grandes resultados en pocos días.
Las dietas que sí funcionan son progresivas y nos permiten adelgazar a la vez que nos sentimos más vitales, con menos problemas de salud y de mejor humor. Incluso nuestro cuerpo se adelgaza de manera más proporcionada.
La clave de estas dietas es la manera de comer. Te ofrecemos tres opciones de dieta que te permitirán notar cambios en pocos días pero que, si las realizas con paciencia y perseverancia, te ayudarán a conseguir el peso ideal sin sufrimiento y de manera duradera.
1. La dieta de menos carbohidratos
Muchos nutricionistas recomiendan reducir los hidratos de carbono de las dietas, ya que aportan una energía que si no se quema se convierte en depósitos de grasa. Además, hoy en día consumimos demasiados hidratos de carbono que, para agravar la situación, son refinados y de mala calidad.
En esta dieta vamos a eliminar completamente las harinas blancas y los alimentos elaborados con ellas (pan, masas, bizcochos, pasta, etc.). Tampoco deberíamos comer productos hechos con harinas integrales, ya que hoy en día se suelen elaborar con harina blanca y salvado añadido, y del mismo modo también contribuyen al sobrepeso.
En cambio, sí que podremos consumir pequeñas cantidades de cereal integral:
Arroz.
Avena.
Quinoa.
Mijo.
Amaranto.
Estas pequeñas raciones de cereal integral las consumiremos en el desayuno y en la comida, pero nunca en la cena.
Avena.
Quinoa.
Mijo.
Amaranto.
Estas pequeñas raciones de cereal integral las consumiremos en el desayuno y en la comida, pero nunca en la cena.
En esta dieta, en cambio, aumentaremos el consumo de la proteína y la grasa, aunque pueda sorprendernos. Elegiremos alimentos siempre naturales, sin procesar, de buena calidad y fácil digestión.
En el caso de la proteína:
Carne blanca, a ser posible ecológica.
Pescado.
Queso magro.
Huevo.
Legumbres.
Frutos secos (un puñado al día) y semillas.
En el caso de las grasas:
Pescado.
Queso magro.
Huevo.
Legumbres.
Frutos secos (un puñado al día) y semillas.
En el caso de las grasas:
Aceites vegetales de oliva, lino, coco, germen de trigo o sésamo.
Aguacate.
Frutos secos (un puñado al día) y semillas.
Aguacate.
Frutos secos (un puñado al día) y semillas.
2. La dieta de cuidado-las-cenas
Esta dieta consiste en comer de manera equilibrada durante el día pero prestar una atención especial a la cena, ya que la última comida del día es la principal causante del sobrepeso.
Durante el día comeremos con moderación, sin abusar de ningún alimento y con pequeños caprichos eventuales. No obstante, deberemos ser rigurosos con las siguientes indicaciones:
Cenaremos antes de las 8 de la tarde. Si tenemos hambre después, nos tomaremos una infusión o una manzana antes de acostarnos.
Las cenas consistirán siempre en un primer plato vegetal (ensalada, verdura, crema de verduras o gazpacho) y una ración de proteína ligera (huevo, pescado o carne magra) cocinada a la plancha o al horno. De postre podemos comer, si lo deseamos, una manzana al horno o una pera.
Si somos estrictos con esta sencilla pauta podremos observar como vamos perdiendo peso de manera gradual, ya que por la noche nuestro cuerpo tiende a eliminar toxinas y equilibrarse, siempre y cuando no tenga que estar dirigiendo las energías a digerir la cena.
3. La dieta de las raciones
Esta dieta se basa en la idea de que si engordamos es porque comemos demasiado. Incluso podemos permitirnos pequeños caprichos de manera puntual siempre y cuando intentemos comer cantidades moderadas.
En estos casos la lucha principal es para quienes comen por ansiedad y de manera compulsiva. No obstante, es muy adecuada para quienes pueden controlar la cantidad que consumen.
Podemos realizar 5 comidas al día pero es fundamental que nunca nos llenemos. Tenemos que quedarnos siempre con la sensación de que todavía podríamos comer alguna cosa más, como un postre pero que, sin embargo, ya nos sentimos satisfechos.
Una manera para evitar esas ganas de comer de más es acostumbrarnos a tomarnos una infusión digestiva, la cual nos dará sensación de saciedad.
Para esta dieta nos acostumbraremos a poner la comida en un solo plato siempre. La ración que pongamos en el plato será la que comeremos, y no nos daremos opción a seguir repitiendo.
Tenemos que entender la comida como una manera de paliar el hambre. Si masticamos bien los alimentos veremos que, en realidad, nuestro cuerpo no necesita grandes cantidades, sino digerirlas y asimilarlas mejor.
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