Desde hace unos años las impresoras 3D amenazan, positivamente, con transformar de manera radical la industria de los objetos. La posibilidad de replicar casi cualquier cosa y de reproducir desde órganos hasta complejos instrumentos musicales, promete revolucionar no solo el mercado correspondiente sino nuestra relación física y cultural con los objetos.
Afortunadamente la injerencia de esta potencialmente nueva industria tridmensional no solo repercutirá en materia de placer, también ofrecería nuevos horizontes en cuanto a protección y prevención, en materia de salud, y finalmente nos dotará a todos de una cierta veta inventiva, creatividad materializada, que sin duda tendría que celebrarse –y que por cierto, podría resultar un buen ejercicio para luego imaginar, independientemente de la materia, nuevos horizontes en nuestra vida sexual.
Juguetes sexuales
Por ejemplo, ¿puedes imaginar el futuro de los dildos alrededor de una impresora 3D en casa? La versatilidad, sofisticación y personalización de los juguetes sexuales está verdaderamente de fiesta. Y es que si la creatividad no tiene límites, qué resultaría de combinarla con búsqueda de placer. Atrás quedó un muy amplio menú de formas, tamaños y texturas. El nuevo horizonte es una coqueta masa infinita que puede materializarse básicamente en cualquier cosa que se desea. En pocas palabras, parece ser buen momento para comenzar a jugar con diseños que se empalmen con las fantasías mentales o sensoriales.
Simulación de órganos sexuales
Desde hace unos años se registraron ya los primeros experimentos para crear, literalmente, órganos y tejido vivo a partir de impresoras 3D. ¿Te das cuenta de lo que significa esto? Lejos de las muñecas sexuales y los dildos ultra sofisticados, se trata de poder imprimir con biológica rigurosidad penes, vaginas y demás artilugios fisiológicos para entregarte precisas simulaciones que te permitan evadirte de la necesidad primaria de un intercambio humano.
“La piel de látex”
Es difícil negar que a estas alturas de la historia el condón “tradicional” aún carece de ese refinamiento definitivo que le permita comparar la experiencia con el diálogo puro de la carne. Incluso la fundación Bill y Melissa Gates, consciente de este antialiciente, ofreció un jugoso financiamiento para quien sea capaz de desarrollar una nueva generación de condones. En este sentido, la impresora 3D se planta como un aliado inmejorable para, una vez determinado el material idóneo, poder producir los mejores preservativos que se hayan creado hasta ahora. Además podemos personalizar tamaños y texturas, y junto a nuestra impresora 3D perseguir esa utópica consecución que podría resumirse como “la piel de látex”.
Fuente: Pijamasurf.com
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