lunes, 18 de julio de 2016

Tres amenazas naturales que pueden provocar el fin del mundo

Tormentas solares, supervolcanes y asteroides podrían causar catástrofes mundiales de las que nos sería muy difícil recuperarnos

Las tormentas solares

Una impresionante tormenta solar- NASA
La ciencia ficción se ha encargado de mostrar las múltiples formas delapocalipsis en la Tierra, que, debido al particular carácter de la especie humana, no sería de extrañar llegara de nuestra propia mano en forma de guerra nuclear, desastre medioambiental o pandemia global. Sin embargo, existen otros peligros naturales extremos que también podrían acabar con la vida tal y como la conocemos, incluida la existencia de la frágil humanidad. La web de la revista Science hace una recopilación de estos grandes riesgos en un interesante reportaje de lectura más que recomendable (en inglés). Aquí resumimos algunas de las ideas principales.
Una gran amenaza para la civilización podría provenir del mismo Sol. El 23 de julio de 2012, el Sol lanzó una nube de plasma magnetizado hacia el espacio que atravesó la órbita terrestre. La Tierra consiguió esquivarlo, pero si la erupción se hubiera producido poco más de una semana antes, nos habría golpeado de lleno. En ese caso, el impacto solar podría haber causado estragos en la red eléctrica, los satélites y GPS, perturbando ampliamente nuestras vidas. Los efectos habrían sido catastróficos y el mundo habría necesitado de cuatro a diez años para recuperarse. Estuvimos en el filo.
El peor caso de eyección de masa coronal en la historia reciente ocurrió en 1989, cuando un transformador en Nueva Jersey quedó «frito», literalmente, dejando a 6 millones de personas en la provincia de Quebec en Canadá sin energía eléctrica. Y famoso es el evento Carrington de 1859, aún más poderoso, que dejó fuera de servicio el telégrafo de la época mientras en el cielo se veían auroras hasta el sur de Cuba. Si ocurriera hoy en día, de decenas a cientos de transformadores quedarían destruidos, hundiendo vastas porciones de continentes enteros en la oscuridad durante semanas, meses o tal vez años. En una sociedad como la nuestra altamente dependiente de la tecnología, no es difícil imaginar el caos.
Un evento como el Carrington podría ocurrir una vez cada varios siglos. Un estudio reciente encontró un 12% de probabilidades de que una tormenta así se produzca en la próxima década.

Una colisión cósmica

Recreación del impacto de un asteroide contra la Tierra- Archivo
Un asteroide de 10 kilómetros de ancho fue el culpable de que los dinosaurios desaparecieran de la faz de la Tierra, pero no hace falta una roca espacial de ese tamaño para hacernos daño. Dependiendo de la velocidad y el ángulo de enfoque, un objeto tan pequeño como de 1 kilómetro de ancho podría expulsar suficiente roca pulverizada para bloquear el Sol durante meses. En conjunto, el humo de los incendios y el polvo podrían convertir el planeta en un lugar inhóspito, causando pérdidas de cosechas y hambruna masiva.
Afortunadamente, asteroides de este tamaño chocan contra la Tierra alrededor de una vez cada pocos millones de años, y una roca como la que acabó con los dinosaurios sólo una vez cada 100 millones de años. La NASA rastrea el cielo en busca de objetos cercanos a la Tierra (NEOs, por sus siglas en inglés) que puedan ser peligrosos. De los casi 15.000 descubiertos hasta ahora, ninguno está actualmente en curso de colisión contra nosotros. Sin embargo, algún día podría ocurrir. Los investigadores ya estudian cómo evitarlo si la advertencia se conoce a tiempo, con soluciones propuestas como embestir la roca con una nave espacial o alterar su órbita con la fuerza gravitacional sostenida de una nave, o provocar una explosión nuclear.

Supervolcanes

El volcán bajo el suelo de Yellowstone- Archivo
Cada 100.000 años, en algún lugar de la Tierra, una caldera de hasta 50 kilómetros de diámetro entra en colapso y expulsa violentamente el magma acumulado. «El supervolcán resultante es imparable y tiene una ferocidad destructiva», dicen en Science.
Un supervolcán produce una erupción explosiva de más de 450 kilómetros cúbicos de magma, aproximadamente 50 veces más que la erupción del Monte Tambora de Indonesia en 1815, y 500 veces más que el Monte Pinatubo en Filipinas en 1991. Los lugares que permanecen activos en la actualidad incluyen el Monte Toba, en Indonesia; Yellowstone, en el noroeste de Estados Unidos; la Caldera de Long Valley, en California; la zona volcánica de Taupo, en Nueva Zelanda, y varios lugares en los Andes.
Ninguna de estas zonas de peligro representa ahora una amenaza. Pero en el caso de una nueva erupción, todo a menos de cien kilómetros de distancia quedaría incinerado, y el polvo taparía los continentes, informa la web deScience. Solo unos pocos milímetros de cenizas pueden matar los cultivos; y un metro o más puede hacer inutilizable la tierra durante décadas. Los efectos sobre el clima mundial se asemejarían a los del impacto de un gran asteroide, bajando la temperatura hasta 10ºC durante una década y devastando la agricultura mundial.
ABC

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