jueves, 11 de febrero de 2016

Con 80 años, decide pasar lo que le queda de vida haciendo felices a animales olvidados

  • Su invento: el tren de la felicidad para perros abandonados


Muchos luchamos para hacer que nuestra vida sea plena, pero pocos haremos algo tan singular como este hombre. Eugene Bostick, a sus 80 años, decidió volcar lo que le quedaba de vida en hacer felices a animales abandonados gracias a un tren para perros.
Llega una edad, por mucho que en aras de una supuesta austeridad se empeñen a retrasarla, en la que toca descansar, dejar de lado la vida de trabajador y volver a disfrutar de uno mismo alejado de la rutina laboral. En ese momento, algunos se lanzan a la aventura, otros reemprenden viejos proyectos. Este hombre de 80 años de Fort Worth, Texas, nunca planeó pasar su jubilación junto a animales necesitados, pero cuenta a The Dodo que fue la falta de corazón de las personas lo que le empujó a hacerlo. “A veces, la gente se acerca donde vivimos y dejan perros aquí, dejándolos morir de hambre. Hemos decidido empezar a alimentarlos, a llevarlos al veterinario”, reconoce Bostick.
(Publicado en esta cuenta de Facebook)
Pero no todo queda ahí. A parte de darles un lugar donde vivir, Eugene y su hermano Corky han dado un paso más allá. Les han dado felicidad. “un día vi a un hombre con un tractor que llevaba rocas en remolques y pensé ‘esto podría servir’”. Con su arte para soldar, Eugene Bostick ideó un vehículo hecho con bidones agujereados y ruedas. Y así nació el tren para perros.
Una o dos veces por semana, los dos hermanos preparan el vehículo para los nueve perros que actualmente viven con ellos. “Siempre que me oyen enganchar los vagones se emocionan mucho”. Cuando pasean por el pueblo, muchos curiosos se sorprenden al ver el espectáculo, pero a Eugene no le importan las miradas de los curiosos. Su dedicación ha dado a los innumerables perros que ha acogido una segunda vida, mucho más feliz que la que tenían antes de ser abandonados.


“Soy cada día más mayor. Tengo 80 años, así que supongo que no podré hacer esto mucho más tiempo, pero lo haré hasta que ya no pueda más”, reconoce Bostick, sabiendo que el agradecimiento y la felicidad de estos animales será uno de los mejores recuerdos que podrá atesorar jamás.
LaVanguardia

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