El desahogo sexual pertenece al primer nivel de la pirámide de Maslow, por lo que es considerado como una necesidad fisiológica. Y como tal, las relaciones sexuales son parte fundamental en la vida de las personas, quienes tienen cien mil maneras de llevarse a cabo, algunas más raras que otras. Muchas personas buscamos tener sexo con alguien que amamos, otras por mera casualidad, pero hay algo en lo que seguramente todos coincidimos: disfrutar.
Muchos nos dejamos llevar por la excitación en diferentes momentos de desahogo sexual, desde la masturbación, realizada de manera similar por la mayoría debido a la entrega emocional, hasta el acto con la pareja, el que puede verse afectado por la monotonía. El reto de las parejas no es llevar al otro a la cama, sino mantener la flama encendida aprovechando por completo la relación sexual. Y una manera de lograr eso es incrementando la duración del acto y la conexión entre la pareja.
Karezza es un término acuñado por la ginecóloga del siglo XIX, Alice Bunker, hace referencia a una manera suave y pausada de hacer el amor. Tener relaciones sexuales bajo este ideal brinda a los amantes la posibilidad de hacer distintos sus momentos de intimidad y sacarle todo el jugo posible al acto.
El sexo suave y lento ha sido apreciado y altamente subvalorado por las parejas en todo el mundo, quienes se dejan llevar por el ardor del momento y no se atreven a explorar nuevos territorios. Lo que no conocen es que aplicando técnicas como el karezza, él podrá aplazar la eyaculación, mientras ella alcanza más fácilmente el éxtasis y ambos se disfrutan y conectan más.
Además del control de la eyaculación, el sexo lento tiene más favores que entregar, por ejemplo, la adecuación del pene a la vagina permite al hombre disfrutar todas las exquisitas y placenteras sensaciones que le puede brindar. Por otro lado, la mujer puede relajarse y sentir, sin preocuparse por el tiempo ni experimentar ansiedad por alcanzar el orgasmo antes de que su pareja acabe o pierda la erección. Ella solamente se entregará a la fascinación del acto, convirtiéndose en cómplice de su amante para, posteriormente, juntos conectar tanto física como espiritualmente.
Una penetración lenta y sensual es apreciada por la mayoría de las mujeres gracias a la eliminación de la “agresividad” y el sentimiento invasivo que genera un coito rápido y firme. Al expandir y alargar la energía sexual, hombre y mujer se compenetran mientras vitalizan sus cuerpos, lo que probablemente les permite alcanzar nuevos estados de placer, muy diferentes a los del sexo convencional.
Para lograr tener una experiencia placentera, se debe dejar de lado toda concepción predispuesta de que el sexo sea un acto rápido y enérgico. Con base en la eliminación de metas y apuros, el cuerpo se puede entregar a la sensación de estar vivo, conectando cada célula y cada respiración con el momento pasional y placentero. Por medio del control de la excitación, la pareja puede pasar varios minutos o incluso horas en conexión física y espiritual, con la que lograrán disfrutar cada segundo de estar juntos.
Por Eduardo Pineda http://culturacolectiva.com
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