“Edificios en ruinas; edificios en la superficie de la Luna; edificios aparentemente de una gran antigüedad. Pero, ¿quién los había levantado? Nosotros, los humanos, obviamente no. Solo quedaba una respuesta: esta era obra de una civilización no humana”. Juan José Benítez, periodista e investigador español (Del programa televisivo “Planeta Encantado”)
Poco después de que el módulo “Águila” se posara sobre la superficie de la Luna en julio de 1969, la frecuencia cardíaca de Neil Amstrong se aceleró a 160 pulsaciones por minuto. Según la NASA, el corazón del astronauta se veía exigido por la recolección y el traslado de piedras hacia el módulo lunar. Pero a cuatro décadas del primer alunizaje, otra versión cuestiona el verdadero origen de la excitación que sufrieron los astronautas de la misión Apolo poco después de su llegada.
Una versión de la historia mucho más oscura y escalofriante. “No fue el insignificante peso de las rocas lo que precipitó el corazón de Amstrong, fue la visión de aquel edificio”, asegura el escritor J.J. Benítez en la serie televisada “Planeta Encantado”.
Según Benítez, el verdadero motivo de las misiones “Apolo” consistía en documentar lo mejor posible ciertas construcciones que habían sido fotografiadas con antelación por satélites americanos no tripulados. “Todo estaba minuciosamente programado”, relata el investigador.
Desde que el Apolo 11 regresara airoso de su titánica proeza, muchos altos responsables de las misiones lunares dejaron entrever la existencia de un hallazgo de magnitud espectacular, voluntariamente omitido por la agencia espacial norteamericana a la prensa internacional.
“Nuestros astronautas observaron ruinas de ciudades lunares, pirámides transparentes, bóvedas y dios sabe qué más”, cuenta el ex asesor científico del Apolo 11, Richard Hoagland.
“Los astronautas también trajeron de regreso algunos productos artificiales, cuyas tecnologías ya fueron utilizadas por Estados Unidos, Rusia, China, India y Japón”, dice Hoagland. “Los norteamericanos trajeron de regreso a la Tierra un secreto sorprendente, descubierto durante la permanencia de los astronautas en la Luna. Y mantuvieron en confidencialidad este secreto durante muchos años”.
Por su parte, el periodista español Pepe Ortiz confesó que el ex jefe de telecomunicaciones del Apolo 11, el ingeniero norteamericano Alan Davis, también había hecho referencia a los supuestos materiales selenitas referidos por Hoagland. “Tienen restos de esas ruinas y la han analizado. Las tiene la NASA”, asegura Ortiz en el programa televisivo Cuarto Milenio. “Alan Davis me lo dijo”, agrega.
20 de julio de 1969: lo que nunca se vio
Situada en el archipiélago de Antigua, la base a cargo del ingeniero Alan Davis se ocupaba de retransmitir la señal proveniente del Apolo 11 hacia la base de Houston, en EE.UU. La existencia de un retraso de 10 segundos en la transmisión permitía a Davis cortar la señal ante cualquier eventualidad, antes que esta llegara a la pantalla de televisor de millones de personas alrededor del mundo.
En pocas palabras, absolutamente nada de lo que la NASA quisiera omitir durante el viaje del Apolo 11 llegaría a los ojos de los televidentes.
Los segundos de retraso con la base de Houston fueron efectivamente aprovechados cuando Davis decidió censurar la transmisión de la señal, después de que aquellas ruinosas instalaciones selenitas hicieran aparición en la pantalla de su monitor. De esta manera, los auténticos fines y resultados de la misión Apolo 11 iban a quedar a la sombra de la opinión pública durante casi cuatro décadas.
Sin embargo, aquella valiosa información terminó por colarse de la mano de muchos de los mayores personajes implicados en el encubrimiento. En particular, el propio Alan Davis, quien, después de su retiro decidiera pasar los últimos días de su existencia en España, iba a convertirse en una de las piezas clave para revelar el secreto espacial. “
Podría ser una civilización que existía en la Luna mucho antes de que llegaran ellos”, narraba Davis muchos años después, acerca de aquel 20 de julio de 1969. “Había ruinas que no podían ser rocas una encima de la otra; había huecos que podían se ventanas o puertas”. “No había un muro solo. Tenía varios portales. Unos empezando al nivel de un metro desde la superficie, que podrían ser ventanas, y otros más anchos, bajando hasta el nivel de la tierra, que podrían ser puertas”.
Las fotos de la polémica
Ken Johnston, ex director de la Sección de Conservación de Fotos del Laboratorio de la NASA, fue otra de las personas que sacudió a la comunidad científica cuando declaró abiertamente que muchas de las fotos de la misión Apolo habían sido alteradas antes de su publicación, y que muchas otras se habían ordenado para la destrucción.
Según Johnston, en muchas de ellas se puede observar claramente cómo ciertos monolitos y otras construcciones han sido borradas de las fotografías torpemente con una cuchilla y un aerógrafo, sometidas a un tratamiento que jocosamente el mismo apodaba como el “Photoshop” de aquellos tiempos. En muchas otras imágenes, mediante el uso de software gráficos, cientos de aficionados creen poder “recuperar” visualmente estructuras que han sido oscurecidas antes de que la NASA decidiera difundirlas.
El cuestionado Richard Hoagland, asesor científico durante Apolo, hace incisión sobre los múltiples “arcoiris” que aparecen en multitud de imágenes lunares. De acuerdo con Hoagland, este efecto es causado por las cúpulas de cristal que se hallan sobre el satélite, todas pertenecientes a una civilización extraterrestre desconocida.
“En la Luna no hay agua, no hay atmósfera; no hay impurezas que se cuelen en el cristal y lo hagan frágil. Así que en la Luna el cristal es un material estructural” dice Hoagland. “Cuando construyes edificios de cristal en la Luna, son 20 veces más fuertes que el acero”.
Otro personaje clave en la polémica de la imágenes sería el sargento de la Fuerza Aérea de los EE.UU Karl Wolfe, quien se habría desempeñado en una base de Virginia como archivador de fotografías obtenidas por el Lunar Orbiter.
Según Wolfe, en la base tuvo la oportunidad de apreciar muchas imágenes controvertidas, pertenecientes al lado oscuro de la Luna. “Figuras geométricas, torres, construcciones esféricas de gran altura y estructuras parecidas a platos de radar, pero de proporciones colosales”.
LaGranÉpoca
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