Un club de pelea conformado en su mayoría por personas discapacitadas es el tema de un nuevo documental del director neozelandés Heath Cozens, que tiene la esperanza de que las imágenes cambien la percepción sobre lo que es apropiado decir (y lo que no) cuando se habla de discapacidad.
Estamos en el centro de Tokio, Japón. Se anuncia la siguiente pelea: Shintaro "Sambo" Yano, un hombre de 46 años con parálisis cerebral, se desliza lentamente hacia el interior del ring. Su oponente es, informan por los parlantes del salón, Yukonori "Antithesis" Kitajima, el archienemigo de Sambo.
Pero Antithesis no sufre ninguna discapacidad física ni mental y es notablemente más fuerte y hábil que su rival.
"¡Él es el Hitler del cuidado a discapacitados!", grita la presentadora y le da la bienvenida a Antithesis.
La escena es filmada por el documentalista Heath Cozens, quien lleva cinco años grabando a este grupo de luchadores.
"Cuando lo vi por primera vez me sentí tan incómodo que casi quería reir de los nervios. Pero me sentí mal por querer reírme de personas discapacitadas, entonces me sentí avergonzado. No podía entender si era explotación, entretenimiento o algo bueno de verdad", le dijo Cozens a la BBC.
En principio todo lucía mal: discapacitados físicos y mentales que luchaban contra personas aptas, sanas y en sus cabales. Pero después de un tiempo, la visión del cineasta cambió y dio paso a Doglegs -grupo de pelea que podríamos llamar en español "Patas de perro"-, un extenso documental sobre ellos.
"Estas personas sufren de extremos prejuicios en la mayoría de las áreas de sus vidas. Pero estar en Doglegs les da un escape de esa realidad", explicó.
Una comunidad de discapacitados
La estrella de la película es Sambo, quien creó Doglegs después de pelearse con otro discapacitado por el amor de una mujer. Al finalizar la lucha se dio cuenta de lo bien que se sentía al hacerlo.
A su lado está Antithesis Kitajima, su amigo y contendiente, con quien ha logrado en estos 20 años conformar un club de 40 luchadores inscritos con todo tipo de padecimientos: desde esclerosis múltiple hasta personas con problemas mentales que quieren probarse encima de un ring de boxeo.
"Es una comunidad y la discapacidad es el centro de todo", señaló Cozens.
Semanalmente, cientos de personas se reúnen en una bodega del centro de Tokio para verlos pelear. El público lo forman, en su mayoría, también personas discapacitadas.
Uno de ellos es Yuki Nakajima. Sufre una severa depresión y está en tratamiento por cáncer. Su apodo es Hopeless Goro, algo así como "Goro sin esperanza".
"Cuando les conté que tenía cáncer, Sambo me miró muy seriamente y me dijo 'Ya, pasa la cerveza'. Fue genial, fue muy Doglegs".
Cuatro categorías
Los luchadores del grupo son divididos en cuatro categorías: aquellos que luchan acostados en el suelo, los que lo hacen sentados, los que están de pie y la categoría libre.
En la categoría libre se supone que los combatientes deben estar atados, pero algunas veces las reglas se pasan por alto y a nadie parece importarle.
Ohga es un ejemplo de eso. Apenas pesa 39 kilos, tiene serios problemas de movilidad y sus rivales, por lo general, duplican su masa corporal, pero la primera vez que peleó logró una victoria imposible, a pesar de que le costó un maltrato físico que para muchos significaría el retiro.
Ohga sufre de parálisis en gran parte de su cuerpo debido al abuso de drogas y alcohol. Pasa la mayor parte de su vida recluido en un cuarto pequeño. La pelea es su momento de "igualarse a los demás".
Por eso, en esa primera ocasión, Ohga tomó el micrófono y sentenció: "Este es el único lugar donde puedo pelear y además, puedo ganar. Voy a pelear en este lugar el resto de mi vida".
Los artistas
La historia de Sambo y Antithesis no solo se limita al ring de Doglegs. Una amistad rara que se prolonga en la calle, donde ambos continúan retándose para salir adelante.
Antithesis se dedica al cuidado de personas con discapacidad física y mental. Y con Sambo es especialmente duro; de hecho, en varias partes del documental, mientras entrenan, lo llama "perdedor" y lo cachetea.
Por esa razón, tal vez, después de pasar 20 años en el grupo, Sambo desea buscar nuevos aires, enamorarse. Volver a ser feliz.
Pero antes debe vencer por última vez a su rival más enconado: su amigo Antithesis.
Por eso vuelve una y otra vez a la bodega en el centro de Tokio.
"No voy a ser un patético lisiado. Voy a vencer a Kitajima", promete.
Documental difícil de ver
Aunque el documental ya fue presentado en Estados Unidos, no ha sido estrenado en otras partes del mundo porque puede ser difícil de ver para algunas audiencias.
"Tienes que contextualizar la historia en Japón, donde ser hombre significa ser un guerrero. Esos hombres se convierten en guerreros desde que entran en el cuadrilátero", explicó Cozens.
Algunos ven al grupo de pelea como algo positivo, pero Tom Caster, con parálisis cerebral y fanático de la lucha, teme que intentar recrear la experiencia en otros países se pueda convertir en casi un espectáculo de circo.
"Todo funciona si la gente piensa que lo hace para divertirse, pero creo que hacerlo en otras partes puede ser un retorno a las épocas de los grotescos espectáculos de circo más que un signo de igualdad", dijo Caster.
"Me sentiría muy incómodo si la gente lo encuentra chistoso o va a disfrutar de la pelea entre dos discapacitados como algo cercano al entretenimiento", añadió.
Pero el documentalista dijo que su mayor ánimo con este documental es intentar "desafiar a las personas sobre los preconceptos sobre discapacidad".
BBC
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