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"Doñana es extravagante en el sentido más literal de la palabra (fuera de lo común, raro) y por el mero hecho de serlo sufre, y sufrirá, presiones permanentes." Así respondía el científico Miguel Delibes de Castro a una de las numerosas entrevistas que siguieron a su nombramiento en marzo de 2013 como Presidente del Consejo de Participación del Espacio Natural de Doñana, en sustitución de Felipe González, expresidente del Gobierno español. Delibes de Castro es el primero de los siete hijos de Miguel Delibes, uno de los grandes novelistas españoles del siglo XX y miembro de la Real Academia Española hasta su fallecimiento en 2010. El primogénito, doctor en Ciencias Biológicas e investigador del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), fue director de la Estación Biológica de Doñana entre 1988 y 1996. Él mismo reconoce, sin embargo, que su influencia en la gestión del espacio natural andaluz es limitada, pues el Consejo de Participación que ahora preside no gestiona Doñana, sino que es un mero "órgano consultivo". Su opinión se escucha, pero de ahí a que sea tenida en cuenta hay un paso que, hasta la fecha, no siempre ha podido garantizar.
Efectivamente, la gestión del parque nacional y natural de Doñana no es tarea sencilla. Son muchos los intereses y competencias que se entrelazan y chocan en los asuntos relativos a este espacio natural protegido, situado en el triángulo de las provincias de Huelva, Sevilla y Cádiz. Triángulo, por otra parte, que también ha sido bautizado comotriángulo de la muerte por los movimientos ciudadanos que denuncian una desmesurada concentración de diferentes afecciones, especialmente respiratorias y cancerosas, algunos de los cuales incluso se aventuran a vincularlas directamente con la controvertida actividad industrial de la zona.
La historia del otrora Coto de Doña Ana, de donde deriva su actual nombre, ofrece una idea de la constelación de intereses que se dan en este idílico paraje, durante siglos un coto de caza privado donde reyes y aristócratas mataban patos, venados, linces, zorros, jabalíes y otras especies animales por placer y ocio. El humedal, que llegó a ser la propiedad con fines cinegéticos más grande de Europa, pasaba de familia en familia como una posesión más, un terreno más de la tradición latifundista andaluza. Durante la dictadura franquista, la propia hija del caudillo o su ministro de Agricultura, entre otros, continuaron cazando libremente en este lugar aislado en la margen derecha del río Guadalquivir, continuando el régimen señorial que durante siglos le había caracterizado.
La situación empezó a cambiar a partir de los años cincuenta del siglo pasado, cuando las primeras expediciones científicas internacionales empezaron a visitar el coto, maravilladas por sus tesoros, pero también preocupadas por la relevancia del ecosistema de Doñana en las migraciones de cientos de especies de la Europa Occidental. En 1969 se crea el Parque Nacional de Doñana, en 1989 el Parque Natural, y en 1994 la UNESCO consolida el interés mundial por la conservación del espacio natural convirtiéndolo en Patrimonio de la Humanidad. A lo largo de estos años se incrementan gradualmente las visitas, sobre todo de personalidades nacionales e internacionales: Felipe González sería el primer presidente de la democracia en pasar su tiempo libre en Doñana, aprovechando para invitar a líderes políticos extranjeros. Helmut Kohl, canciller de la reunificación alemana, y Mijaíl Gorbachov, último presidente de la URSS, fueron algunos de los dignatarios que visitaron el coto de la mano de González, que inauguró una lista de anfitriones que luego continuaron sus sucesores Aznar, Zapatero y Rajoy. Se cuenta que ninguno lo disfrutaba tanto como el socialista González, quien jamás consiguió convencer al antiguo líder soviético de que el palacio de Doñana era una institución pública. Al marcharse, Gorbachov dejó en el libro de visitas una despedida agradeciendo al presidente español haberle invitado a su dacha.
A día de hoy, el Espacio Natural de Doñana está gestionado, en teoría, por la Junta de Andalucía, a través de su Consejería de Medio Ambiente y Ordenación del Territorio. La cuestión del agua, esencial teniendo en cuenta su carácter de humedal y la gran extensión de las marismas que lo componen, escapa sin embargo a las competencias del gobierno andaluz, siendo este asunto administrado a través de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CHG), dependiente esta última del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente. A este tira y afloja de competencias habría que añadir las materias gestionadas a nivel municipal desde los ayuntamientos de los diferentes municipios que conviven estrechamente con el ecosistema de Doñana: un ejemplo sería la romería de El Rocío, de las más grandes del país, y que comporta un peregrinaje de miles de personas que, tal y como denuncia Ecologistas en Acción, pone en peligro la conservación del coto.
Foto del pueblo de El Rocío
Pero la fiesta peregrina no es el mayor de los peligros que se cierne sobre este filón de oro biológico y medioambiental, aunque el ser humano vuelve a estar en el origen de todos ellos. Cuatro son los escollos que amenazan con ennegrecer el futuro del parque: el agua, el gas, la caza furtiva y la reapertura de la mina de Aznalcóllar.
Para tratar de diseccionarlos, VICE España ha hablado con Juan José Carmona, coordinador de la oficina de la organización ecologista WWF en Doñana, quien, sin querer establecer prioridades, pone el acento en la gestión del agua. WWF ha sido la encargada de elevar una queja ante la Comisión Europea por las captaciones subterráneas de agua en el parque y los pozos ilegales. Bruselas ha abierto un proceso de infracción contra España, que hacía oídos sordos a las reclamaciones de los movimientos ecologistas: Doñana se seca para mantener el desarrollo intensivo de las decenas de miles de hectáreas de cultivos de sus alrededores, entre los que destacan el arroz y la fresa. "Tenemos que empezar a entender que si queremos conservar Doñana a largo plazo la gestión del agua tiene que ser modélica. Salta a la vista que no lo está siendo", critica Carmona. Añade además a esta lucha el intento de frenar el dragado del Río Guadalquivir, promovido por la Autoridad Portuaria de Sevilla, aunque no evaluado todavía por los gobiernos autonómico y nacional. Según WWF, el proyecto repercutiría negativamente en la dinámica, la morfología y la biodiversidad del estuario y de Doñana. Las irregularidades, por otra parte, no se ciñen a la cuestión ambiental: hace apenas dos meses salieron a la luz las contratacionesa dedo del actual presidente de la CHG, Manuel Romero Ortiz, que alcanzaban los 24 millones de euros.
Pero la Comisión Europea no tendrá que decidir solo sobre esto. En enero de 2013, a través de una Declaración de Impacto Ambiental positiva, el entonces Ministro de Medio Ambiente Miguel Arias Cañete, actual Comisario europeo de Cambio Climático y Energía, abría las puertas al proyecto de almacenamiento de gas en el subsuelo del espacio protegido de Doñana por Petroleum Oil Gas-España, filial Gas Natural Fenosa. Todo esto ocurría un mes y medio después de que el expresidente del Gobierno Felipe González, entonces accionista y miembro del Consejo de Administración de Gas Natural Fenosa, dejara la presidencia del Consejo de Participación de Doñana. La empresa extrae gas de la zona desde 1998 y su idea es practicar más sondeos y construir más gasoductos para tratar de almacenar el gas, prácticas a las que la UNESCO ha atribuido un "impacto potencial" en Doñana. Ante las dudas, la Junta de Andalucía se niega a conceder las autorizaciones necesarias a la multinacional, postura que ha motivado a esta última a presentar una reclamación patrimonial por valor de 358 millones de euros. El gobierno andaluz espera ahora la respuesta de las instituciones europeas, confiando en que el respaldo de estas evite tener que abonar esa indemnización.
Afrontar un gasto así supondría un esfuerzo considerable para un gobierno autonómico ya en dificultades y, además, repercutiría directamente en la frágil situación de Doñana. La falta de recursos, motivada por la pésima coyuntura económica, ha aumentado la vulnerabilidad del parque y su capacidad de hacer frente a otras amenazas. La caza furtiva, ya denunciada en anteriormente por VICE España, es uno de estos preocupantes parásitos que resurge en tiempos de vacas flacas. "Los recortes que se han llevado a cabo desde la Junta de Andalucía en los últimos años hacen que sea mucho más fácil para el furtivo poder acceder a determinados lugares", advierte Carmona, consciente de la falta de recursos materiales y humanos: "La Guardería del parque necesita más recursos económicos".
Las piedras se repiten en el camino de Doñana y el miedo a un nuevo tropiezo con el fantasma de Aznalcóllar produce cuanto menos escalofríos en la zona. Andalucía había tratado de olvidar la ruptura de la balsa de lodos tóxicos que en 1998 provocó uno de los peores desastres medioambientales del país. Limpiar la suerte de Prestige costó 89 millones de euros, factura que por ahora la empresa sueca que explotaba la mina, Bolidén, se ha librado de pagar. Ni los negros antecedentes ni las severas advertencias de la comunidad científica, dentro y fuera de nuestras fronteras, han detenido a la Junta en su empeño de reabrir la mina. Si bien desde su Consejería de Medio Ambiente prometen planteamientos distintos y renovados, las vagas garantías no terminan de convencer a nadie. En WWF rebrota la desconfianza: "No es la primera vez que escuchamos de la boca de la Junta de Andalucía que va a poner en marcha un proyecto innovador desde el punto de vista ambiental".
"Se vuelve a apostar por el corto plazo y por un modelo que nos deja en manos de los caprichos de los mercados. Si dentro de siete u ocho años se derrumba el precio del mineral y vuelve el desastre económico", defiende Carmona, quien recuerda que múltiples comarcas de la zona han sufrido los terribles efectos sociales del declive económico y, sin embargo, el gobierno andaluz no ha sabido afrontar una reconversión. "Doñana es un valor seguro a largo plazo: genera empleo, genera turismo y genera unos servicios ambientales". Por ahora, sin embargo, la Junta no tiene previsto crear un comité científico que valore la viabilidad ambiental del proyecto de Aznalcóllar. Será la empresa quien encargue la elaboración de ese informe.
Doñana comienza el año a la deriva en un océano de incertidumbre. Como tantas otras joyas de la naturaleza, juega a contrarreloj en un mundo que corre la carrera contra el cambio climático, a veces en zigzag, a veces en círculos. Está por ver si el año electoral (quizás también en Andalucía, si los desencuentros entre socialistas e Izquierda Unida provocan una ruptura de su pacto de gobierno) trae algo más que compromisos monótonos y viejas soluciones.
Vice.com
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