Uno de los hallazgos más fascinantes para mí durante mis estudios de sexualidad fue el del masaje genital.
¡Qué choque para mi sistema de creencias!
Hasta ese momento mi concepto de tocar los genitales solo llegaba a la idea de que representaba un preámbulo al coito o una técnica de masturbación.
Jamás me hubiera pasado por la cabeza que se podían masajear los genitales tanto para excitar como para relajar.
No tenía integrado en mi concepto de la vida que los genitales pudieran tener otro objetivo que no fuera directamente asociado a la sexualidad, la excitación y finalmente el coito. Cualquier toque a los genitales era sólo un paso previo al gran objetivo que es el orgasmo, ya fuera que se lograra por estímulo manual, oral o genital.
Sin embargo siempre daba vueltas por mi cabeza por qué los niños y muchos adultos tocan sus genitales cuando se quieren relajar.
Cuántas historias han llegado a mí en estos tiempos de niños acostados en el sofá de la televisión tocando tranquilamente sus genitales.
Cuántas veces me ha tocado calmar la angustia de unos padres que debido a su propia educación ven este acto espontáneo e ingenuo como una enfermedad, perversión o inclusive pecado religioso.
La misma sensación le produce a una esposa entrar a la habitación y encontrar a su marido desparramado en la cama revisando el celular o viendo la televisión con la mano acariciando escroto y pene.
Salta inmediatamente la angustia, “¿Se está masturbando? ¿Es un pervertido? ¿No puede contenerse? ¿Es un enfermo? ¿Sólo piensa en sexo?”.
Es muy difícil por nuestra educación y nuestros valores culturales aceptar que el placer producido en los genitales puede tener un efecto beneficioso para la salud.
No voy a hacer citas científicas aquí por razones de espacio. Los invito a investigar sobre la oxitocina, las endorfinas y la dopamina, sustancias que se secretan cuando hay placer.
Lo que sí voy a hacer es invitarlos a probar un pequeño ejercicio de masaje genital.
Les sugiero que consigan algún gotero viejo que tengan en casa. Llénenlo de aceite de oliva virgen y colóquenlo al lado de la cama.
Antes de acostarse se aplican unas cuantas gotas en su área genital y comienzan a masajear.
No busquen excitarse pero disfruten el placer.
Respiren profundo y pausado.
Tomen el tiempo por reloj y no se pasen de 8 a 10 minutos.
Terminen dejando ambas manos sobre la zona masajeada y respiren.
Si viven en pareja lo ideal es que uno se lo haga al otro. La regla de oro es no intentar excitar y no pasarse del tiempo recomendado.
El masaje genital realizado como se los recomiendo es una medicina poderosa.
Es asombrosamente efectivo para dormir, calma la pulsión sexual, produce una sensación de paz y de confiada entrega, y genera una conexión sentimental en la pareja.
Es la medicina más dulce, rica y amorosa que he descubierto.
No dejen de probarlo, estoy segura que un efecto positivo notarán.
¡Disfrútenlo!
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