Fuente: Luis Bastierra | Diásporas / Público
Con el fin de objetivar quién o quiénes pueden incluirse en una o varias de esas categorías, el Gobierno ruso ha sacado a colación el CIE-10, acrónimo con el que se designa una clasificación elaborada por la Organización Mundial de la Salud para describir las enfermedades y sus síntomas. Dicha codificación incluye desórdenes de identidad de género y de preferencia sexual como el fetichismo, la transexualidad o el voyerismo.
Esta disparatada ley ha sido rubricada por el primer ministro, Dimitri Medvedev, aduciendo que va a contribuir de manera sustancial a reducir la elevadísima tasa de siniestros que posee su país. Durante los primeros nueve meses del año que ha concluido, 20.000 personas fallecieron en las carreteras rusas. Lo que no ha aclarado Moscú es la relación que existe entre la transexualidad y el travestismo y una conducción negligente.
Para hacer cumplir la normativa, está previsto realizar controles rutinarios en las vías, semejantes a los de la alcoholemia. “Prohibir a la gente conducir atendiendo a su identidad sexual es simplemente ridículo”, ha señalado un portavoz de la organización Human Rights First.
Varios colectivos de siquiatras se temen igualmente que personas con ludopatía o problemas semejantes dejen de acudir a sus consultas por temor a perder el carné de conducir. Asimismo, la asociación de abogados más importante del país ha calificado la normativa de claramente discriminatoria y ha advertido que buscará el apoyo de las organizaciones internacionales de derechos humanos si el Gobierno no se aviene a revocarla.
© Diásporas / Público 2015
No hay comentarios:
Publicar un comentario