lunes, 11 de mayo de 2015

Cuando el amor, el sexo, el afecto terminan, ¿qué queda?

Lo que mis ex conservan de mí y jamás pude imaginar

Un relato de ficción basado en el proyecto fotográfico 'Ex-Boyfriends', de Laura Beth Reese.
Ningún psicólogo os dirá nunca que se formó en esta disciplina para repararse a sí mismo. Yo no os mentiré: elegí estudiar Psicología de la Personalidad porque estaba convencida de que mi forma de ser ahuyentaba a los tíos.
Si tuviera que definirlo diría que era como una alergia: me atraían, quería estar con ellos, los deseaba. Pero siempre llegaba un punto en que no podía más, tenía que salir corriendo como si un montón de granos me estuvieran masacrando la cara.
Por otra parte, la respuestas que mi entorno me ofrecía parecían sacadas de una galleta de la suerte: "No era para ti", "Ya lo encontrarás", "Sigue buscando".
Después supe que todo era cuestión de química, de procesos cerebrales, de células e impusos eléctricos.
¿He dejado huella en mis ex? ¿Qué clase de residuos deja...cualquier tipo de amor?
Cuando empecé la universidad todo se calmó un poco. Mis ligues empezaron a aguantar más: dos semanas, tres meses, una noche (pero qué noche). Ahora hasta tengo novio, William, llevamos dos años y medio juntos.
Él es escritor y mi primera relación estable. No puede ser de otra forma. La noche en que me pidió que saliéramos yo acababa de licenciarme. Sin querer, Will inspiró mi tesis doctoral. Recuero perfectamente aquel diálogo.
–No sé si mis problemas con los hombres acaban contigo o con mis estudios–le solté.
–Yo creo que debes seguir estudiando mientras te conviertes en mi mujer. 
–¿Sabes? Aún me hago preguntas–seguí hablando completamente ruborizada, incrédula–Por ejemplo: ¿he dejado huella en mis ex? ¿Qué clase de residuos deja... cualquier tipo de amor?
–Encuentra a tus ex, a todos. Estudia tu estela. Puede que así consigas explicar esta fuerza extraña que nos abrasa y nos une por igual.
*
He titulado mi tesis La Permanencia Física del Amor.
Durante un año he vuelto a encontrarme con la mayor parte de mis ex. Les he observado y les he hecho preguntas mientras una serie de dispositivos medían sus pulsaciones, tensión arterial y actividad cerebral. Lo siguiente sería un pequeño resumen de lo que descubrí.
Entrevista 1: Ian
[Yo tenía 12 años. Duramos 3 meses]
Cuando nos encontramos en persona, Ian sonríe y me abraza. "Es verte y recordar toda mi adolescencia". Ian me observa mucho, necesita entender mi envejecimiento. Sus pupilas se dilatan por la emoción positiva, los índices de serotonina la confirman. Cuando se conmueve, no me mira: "Nos dejábamos sobres con monedas y cartas en el buzón de nuestras casas. Era genial".
Ian está enamorado de lo que vivimos juntos, de nuestra juventud. Cuando levanta la cabeza y me mira de nuevo, no encuentra nada en mí.
Entrevista 2: Jared
[Yo tenía 16 años. Duramos 2 semanas]
Nos conocimos en el instituto. Él era un año mayor y me agobiaba. Por ejemplo, siempre me esperaba en la puerta de la calle, me miraba fijamente hasta impedir que siguiera hablando con mis amigas. Eso provocó que un día yo le empujara y él me la devolviera tirándome al suelo: "Qué eres, ¿mi padre?", le grité.
Jared se muestra distante, pero su pulso se acelera. Mantenemos una conversación formal: "Qué tal todo, de qué trabajas, me sorprendió tu propuesta, la verdad". Se frota las manos, se toca el pelo.
Poco después de que rompiéramos supe que se había fijado en mí para llenar el hueco de su amor verdadero, una chica de su clase: "Todo el instituto se enteró de aquello, ¿verdad?", dice con una risa nerviosa.
Según los análisis a Jared se le ha activado una parcela del cerebro relacionada con el sufrimiento. Aún está enamorado de esa chica. Al parecer, no recuerda nada de mí. 
Entrevista 3: James
[Yo tenía 20 años. Rollo de una noche]
Era verano y no pudimos colarnos en el concierto, así que mi amiga y yo nos metimos en un bar. Empezamos a brindar por nuestro patetismo y terminamos borrachas.
Anduvimos abrazadas por las calles, la gente nos saludaba. En un momento dado mi amiga desapareció y en su lugar lo hizo James: "Creo que ha encontrado a un tipo interesante, pero tú no pareces necesitar a nadie. Te parecerá raro, pero emanas luz. Puedes volver sola a casa".
Yo me reí, pensando que era uno de esos que acosan a las chicas que han bebido. Pero en seguida noté que lo decía en serio. Acabamos acostándonos. Recuerdo que me sentí libre: estaba haciendo el amor con un desconocido, y era genial.
James sonríe y ladea la cabeza: "Sigue intacta".
–¿El qué?
–La luz.
Los análisis muestran que el núcleo estriado del cerebro de James se activan. Es la zona que se relaciona con el amor.
Entrevista 4: Matt
[Yo tenía 22 años. Duramos 1 mes]
Matt era el típico capullo. Se sabía guapo y se paseaba por la facultad lanzando miradas intensas a estudiantes y profesoras.
–¿Eres Beth, la de las tetas de sandía?
–Ehmm... supongo.
Cuando le propongo participar en el estudio Matt acepta en seguida: no ha perdido el gusto por ser el centro de atención. Cuando le pregunto qué recuerda de mí, empieza a nombrar algunos de mis supuestos defectos: "Me has pedido sinceridad, ¿no? Recuerdo las tetas de sandía y una voz algo aguda. Ah, siempre acababas prestándome dinero, aunque eso lo hacían muchas". 
Las analíticas no muestran ningún dato reseñable. Sólo cuando él me pregunta qué recuerdo yo de él y acto seguido salgo de la habitación.
Entrevista 5: Drew
[Yo tenía 26 años. Duramos 2 semanas y media. Tuvimos dos intentos fracasados más]
Drew es cineasta y lo nuestro fue una conexión real. Nos conocimos lejos de nuestras casas, en un viaje por Europa del Este. Nos enrollamos cuando aún arrastrábamos sendas rupturas, así que lo hicimos despacio y sin presiones.
Poco tiempo después noté que Drew estaba asustado porque su ex le pedía una reconciliación, y su ex pesaba mucho. Yo le dije que se fuera, pero él hizo lo contrario. Se volcó en mí y pasamos medio verano juntos. Él me filmaba, le gustaban mis gestos espontáneos: "Son de vieja y de niña, todo a la vez".
Después, de repente, desapareció desgarrándome de nuevo: "Soy un cobarde".
Drew está muy interesado en mi estudio, me observa como si él fuera a estudiarme a mí. Sigue siendo frágil, por eso sigue refugiándose en los detalles, los recuerdos como escenas fugaces, como una película con final.
Los análisis muestran que Drew se emociona de forma intermitente: sus índices crean el dibujo de una sierra cortante , de alguien que duda y que teme sus propias emociones. Por eso las venera a través del arte.
Entrevista 7: William
[Tengo 29 años]
William, qué decir de ti. Eres mi pareja actual y te quiero. Has captado mi forma de ser en tiempo récord, entre nosotros hay atracción, quiero cuidar de ti. ¿Es eso el amor? Casi.
Me animaste a realizar una investigación y creo que tengo un resultado: el amor es más escurridizo de lo que parece. No creo que se trabaje cada día, ni se tenga que regar. Puede que sólo suceda, en todo su potencial, como un eclipse milagroso.
El hombre con el que menos tiempo he estado es el que más cosas conserva de mí.
Han pasado nueve años desde aquella noche con James.
¿Es eso el amor? Casi
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