martes, 26 de mayo de 2015

Los polvos, buenos para la especie

Mejor dicho, el socorrido polvo es la clave a la hora de tener hijos. Eso jamás será reemplazado.

La forma de reproducirnos utilizando la cama, y de paso sacándole provecho para el placer, es ineficiente biológicamente hablando.
En otras palabras, si nos multiplicáramos partiéndonos en dos, como lo hacen algunos seres unicelulares, se ahorraría energía, además de arrumacos y galanteo con la pareja.

Los curiosos de la ciencia se han preguntado por qué la naturaleza mantiene la divertida forma de procurarse la descendencia a través del polvo, sin que haya hecho tránsito con la evolución hacia formas más eficientes y, de carambola, borrar la teoría de que los espermatozoides son algo así como unos parásitos cuando se comparan con el majestuoso óvulo.
Pues bien, unos investigadores lograron comprobar que no solo los hombres son necesarios y muy útiles en la tarea de preservar la especie (algunos pensaban que con uno solo que garantizara los espermatozoides era suficiente), sino que la sexualidad, con todos sus bemoles, es la herramienta más valiosa para evitar que los genes se deterioren.
De hecho, de la mano de Matt Gage, investigador de la Universidad de East Anglia (Reino unido), un grupo de científicos estudió por 10 años a 50 generaciones de cucarrones, y demostró que las hembras que tenían más opciones de machos para aparearse dieron origen a cucarroncitos con genes más puros y con mayor capacidad para enfrentar el mundo y para mantener la especie sin degenerarse.
Por el contrario, las que fueron sometidas a la presencia de una y obligada pareja, poco a poco promovieron mutaciones en los genes de sus hijos, al punto de que antes de la décima generación se extinguieron las comunidades cucarronescas a las que pertenecían.
Con esto, la conclusión fue simple: el aquello, sin más ni más, es la forma como las hembras pueden buscar y escoger a los mejores machos para reproducirse con ellas.
Con eso, y no es disculpa, se garantiza que continúe la especie en las mejores condiciones.
Mejor dicho, el socorrido polvo es la clave a la hora de tener hijos. Eso jamás será reemplazado en términos de calidad. El resto son aburridas y asépticas fecundaciones in vitro. Ah, y no lo digo yo, lo publicó Nature. Hasta luego.
ESTHER BALAC / EL TIEMPO

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