Se suele decir que la oxitocina es la «hormona del amor» porque su función está asociada con el establecimiento de vínculos afectivos, especialmente entre amantes y entre madres e hijos, amén de inducir un sentimiento de confianza hacia otras personas. Sin embargo, un estudio publicado en la revista «Neuroscience and Biobehavioral Reviews» señala que es capaz de inducir efectos sobre el comportamiento muy similares a los que genera el alcohol.
“Pusimos en común las investigaciones sobre los efectos de la oxitocina y del alcohol, y acabamos impactados por las increíbles semejanzas entre ambos compuestos”, informó Ian Mitchell, uno de los miembros del equipo de investigadores de la Universidad de Birmingham, en Reino Unido.
El científico resume las conclusiones de su trabajo en que la oxitocina tiene un lado oscuro porque provoca el mismo efecto desinhibitorio que el alcohol, lo que puede repercutir en que las personas asuman riesgos de forma innecesaria y que sean más agresivas.
Para hacerse una idea de lo que ocurre con esta hormona, en opinión de los científicos, se debe prestar atención a la forma de actuar de una persona que va con unas cuantas copas de más. En ese momento, los circuitos cerebrales (un conjunto de células nerviosas conectadas para desempeñar una determinada función) que normalmente son responsables de la inhibición social, disminuyen su actividad. Por ello, unas emociones tan importantes como el miedo, la ansiedad y el estrés pierden peso y el individuo «se desata».
Según las conclusiones del estudio, esto puede tener el efecto positivo de que ciertas situaciones estresantes, como una entrevista de trabajo o el momento de pedirle una cita a alguien, dejen de ser tan agobiantes. Y de hecho, Steven Gillespie, otro de los investigadores, compara los efectos de echar un trago para afrontar una situación que da miedo con los de inhalar oxitocina a través de un spray nasal.
Pero lejos de considerar a la oxitocina como un futuro sucedáneo del alcohol, los investigadores recuerdan que estas sustancias, pueden volver a las personas más agresivas, más jactanciosas y más temerarias. “No creo que veamos un tiempo en el que la oxitocina se use como alternativa al alcohol», ha opinado Steven Gillespie. Pero sí considera que podría usarse en tratamientos psicológicos y psiquiátricos y convertirse en una herramienta para entender cómo las hormonas cambian el comportamiento, lo que «podría proporcionar beneficios reales para muchas personas”.
Fuente: ABC España / Gonzalo López Sánchez
No hay comentarios:
Publicar un comentario