“Se busca camarero con mucha flexibilidad horaria”. Así arrancan incontables ofertas de empleo en un sector donde la idea de salir a las seis de la tarde suena a chiste. Los bares viven de las cervezas que otros se toman cuando salen de la oficina, al igual que los centros comerciales registran una mayor afluencia de clientes cuando estos finiquitan su jornada laboral o libran. Cerrarlos antes de tiempo no tiene mucho sentido en una economía basada en el sector servicios y, por tanto, es una medida que el Ministerio de Empleo no contempla, pero eso no significa que nadie se acuerde de la España que no puede conciliar.
¿Para qué están los turnos de trabajo?, plantean fuentes del departamento capitaneado por Fátima Báñez. Comercio, hostelería, sanidad, seguridad… Todos aquellos sectores excluidos —forzosamente— del futuro pacto de Estado para que los españoles salgan a las 18.00 horas deberán negociar otras fórmulas que faciliten el equilibrio entre la vida laboral y personal, como contratar a una persona por la mañana y otra por la tarde para cubrir todo el día sin tener que recurrir a jornadas partidas que condenan a un empleado a parar tres, cuatro o hasta cinco horas para comer.
Los que no pueden conciliar: “Si salimos todos a las seis, España se muere”
“No es factible instaurar la salida a las seis de la tarde con carácter general en una economía de servicios como es España, como tampoco se deben imponer turnos para todos sin pensar en las consecuencias para esos pequeños comerciantes vulnerables ante cualquier cambio legislativo”, sostienen desde la CEC. No obstante, se muestran cautos y deseosos de dialogar con el Gobierno para conocer los detalles de sus últimos anuncios en materia de conciliación.
El Gobierno no habla de imposiciones pero sí de estímulos para que las empresas y los sindicatos negocien condiciones a favor de la conciliación, como los turnos, el derecho a desconectar fuera del horario laboral, el teletrabajo en puestos de oficina o la flexibilidad de entrada o salida. Y matiza que todas esas medidas, aún en pañales, estarán dirigidas sobre todo a empresas de determinado tamaño y volumen de facturación. El ejemplo más reciente está en Francia, donde las compañías con más de 50 empleados ya están obligadas por ley a regular el uso las tecnologías de comunicación para garantizar el tiempo de descanso de los asalariados. Nada de correos electrónicos ni telefonazos fuera de hora.
Empleo mira a Francia para desconectar tras el trabajo y cerrar los ministerios a las seis
Otro de los argumentos que aporta el Ministerio en defensa de la idea de salir antes de trabajar tiene que ver con su hipotético efecto dinamizador de la economía: incentivaría el consumo y animaría a la hostelería. En otras palabras, hay vida más allá de las 18.00 horas en España, pero podría haber mucha más si se acabara con la cultura del presentismo.
Los expertos recuerdan que todos estos temas son competencia de la negociación colectiva, si bien el Gobierno puede influir si diseña algún tipo de incentivo o predica con el ejemplo. “Si hablamos de turnos, los pequeños autónomos no pueden competir porque muchos no tienen el volumen de negocio suficiente para contratar a otra persona. Tampoco pueden abrir a todas horas porque en algún momento tienen que descansar. No están en igualdad de condiciones”, explica Daniel Pérez del Prado, profesor de Derecho Laboral en la Universidad Carlos III de Madrid.
Los bares no quieren que Empleo se entrometa
“Estos temas se deben discutir en la negociación colectiva. ¿Acaso el Estado tiene potestad para decidir si los empleados deben contestar o no a los wasaps o atender llamadas personales cuando están en su puesto de trabajo? Pues al revés, lo mismo”, sostiene el secretario general de la Federación Española de Hostelería (FEHR) en un tono de evidente crispación. Emilio Gallego cree que el Ministerio de Empleo debería ocuparse de otros asuntos “más importantes” para favorecer la conciliación, como las ayudas a las familias o las políticas de fomento de la natalidad.En cuanto al impulso de los turnos intensivos, Gallego opina que casi siempre se habla desde la perspectiva de grandes ciudades como Madrid o Barcelona, pero no se piensa en localidades más pequeñas donde los trabajadores quizá perderán calidad de vida si “les robamos” sus dos o tres horas para comer. “España también es Ponferrada, Almuñécar o Benidorm. Además, no me cuadra que una ministra se dedique a regular los temas organizativos de las empresas. No necesitamos que nadie nos estructure los horarios ni se entrometa con medidas paternalistas”, zanja.
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