martes, 10 de enero de 2017

La misteriosa fotografía que puede resolver uno de los grandes enigmas del nazismo

La mañana del lunes 7 de noviembre de 1938, un joven judío de origen polaco llamado Herschel Grynszpan irrumpió en la oficina de Ernst vom Rath, secretario de la embajada de Alemania en París, y le descerrajó varios tiros. La muerte del diplomático dos días después se convirtió en el desencadenante directo de la noche de los Cristales Rotos (Kristallnacht), una serie de ataques y atentados a objetivos judíos que no solo dejó 91 muertos y 30.000 detenidos, sino que se convirtió en el punto de no retorno para el antisemitismo en Alemania y Austria.
La fotografía de Grynszpan que acaba de ser encontrada en los archivos del Museo Judío de Viena.
La fotografía de Grynszpan que acaba de ser encontrada en los archivos del Museo Judío de Viena.
¿Por qué liquidó Grynszpan, que tenía 17 años en aquel momento, a Vom Rath? Según la carta escrita por el propio adolescente, se trataba de una repuesta a las deportaciones masivas de judíos polacos, entre los que se contaban sus padres, Sendel y Rivka. “Mi corazón sangra cuando oigo hablar de la tragedia de 17.000 judíos”, escribió el mismo día del atentado. “Debo protestar para que el mundo entero me escuche, y me veo obligado a hacerlo”. Otra teoría señala, no obstante, que pudo tratarse de un crimen pasional. El escritor André Gide explicó que Vom Rath era conocido en los ambientes gais parisinos, y que probablemente había conocido en ellos a Grynszpan.
Durante casi 70 años, el paradero final del joven judío había sido desconocido, aunque la versión oficiosa señalaba que probablemente había muerto en la cárcel de Magdeburgo en algún momento durante los estertores de la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, el hallazgo de una fotografía en el Museo Judío de Viena puede cambiar para siempre no solo la biografía de este misterioso catalizador del Holocausto, sino también, de la interpretación que se hace de su acto.
¿Qué hizo durante el resto de su vida y cómo se las arregló para sobrevivir a los nazis? ¿Le protegieron? ¿Quién?
La instantánea muestra a alguien que con casi total seguridad es Grynszpan –según un programa de reconocimiento facial, las probabilidades de que se trate de él son de un 95%– el 3 de julio de 1946, en un campo de refugiados en Bamberga, al sur de Alemania. La foto está tomada durante una manifestación de supervivientes del Holocausto ante la negativa de las autoridades inglesas de dejarles emigrar a Palestina. “Plantea más preguntas de las que resuelve”, ha manifestado al diario británico 'The Guardian'. Armin Fuhrer, uno de los grandes expertos en Grynszspan, “En principio, qué hizo durante el resto de su vida, y más importante aún, cómo se las arregló para sobrevivir a los nazis: ¿le protegieron y si fue así, quién lo hizo?”

Una vida misteriosa

Para entender mejor la importancia de este hallazgo, conviene repasar la trayectoria vital de Grynszpan. Entre el magnicidio y junio de 1940, permaneció detenido en la cárcel parisina de Fresnes. Cuando, tras la invasión nazi, los presos parisinos fueron enviados al sur, el judío dio con sus huesos en Bourges (Orleans), tras un conato de huida, y más tarde a Toulouse. Los nazis le seguían la pista: el 18 de julio, fue entregado por el gobierno de Vichy a las autoridades alemanas y encerrado en los cuarteles de la Gestapo en Prinz-Albrecht-Strasse.
El funeral de  Ernst vom Rath. (Cordon Press)
El funeral de Ernst vom Rath. (Cordon Press)
La importancia del juicio no pasó desapercibida para Joseph Goebbels, que la noche de los Cristales Rotos había pronunciado un incendiario discurso en la cervecería muniquesa Bürgerbräukeller que dio pistoletazo de salida al pogromo contra los judíos, y que intentó convertir el suceso en una campaña propagandística a favor de la Alemania nazi. Sin embargo, se encontró con la negativa del independiente poder judicial y del ministro de Justicia, que consideraban que al no ser alemán y haber cometido sus crímenes en el extranjero, no podía ser juzgado por un tribunal germano.
La única solución era acusarle de traición mientras pasaba por campos de concentración como el de Sachsenhausen, aunque debido al transcurso de la guerra y el enjuiciamiento de Leon Blum, el juicio programado en enero de 1942 no llegó a celebrarse. El hecho de que Grynszpan pudiese utilizar la tesis de su homosexualidad para acusar a un diplomático alemán de sodomita provocó que esa misma primavera Hitler decidiese que era mejor ahorrarse un escándalo, olvidarse de llevar al polaco ante un tribunal y enviarle a la cárcel de Madgeburgo.

Una imagen que lo cambia todo

Aquí es donde el rastro del joven se pierde. Adolf Eichmann, célebre por el juicio relatado por Hannah Arendt, lo interrogó en algún momento entre 1943 y 1944, como él mismo confesó. No es la primera vez que se especula con la posibilidad de que Grynszpan sobreviviese a la guerra: a principios de los años 60, como explica 'The Guardian', un periodista alemán aseguró que este volvería a Alemania y contaría toda la verdad a cambio de que se garantizase su seguridad.
Es tan extraño que sobreviviese que se puede sospechar que colaborase con los nazis de alguna manera
El propio padre de Grynszpan, que había escapado a la Unión soviética en 1939 antes de terminar en Israel, compareció en 1961 durante el juicio de Eichmann, y simplemente aseveró lo siguiente: “No tengo ninguna prueba de que sobreviviese”. La lógica dictaba que los nazis no dejarían con vida a uno de sus presos más importantes, capaz de poner en entredicho la reputación de Vom Rath y, por extensión, la del partido. Como el propio Goebbels afirmó a propósito de la defensa de Grynszpan basada en el crimen pasional, “es una mentira descarada pero muy bien pensada y podría, en caso de hacerse pública en un juicio, convertirse en el principal argumento de la propaganda enemiga”.
La fotografía ha sido encontrada en los archivos del Museo Judío por su jefa, Christa Prokisch, entre la donación realizada por un representante del partido político y sindicato Poalei Agudat Yisrael. La identidad ha sido confirmada tanto por expertos (Prokisch reconoce haberle identificado al instante, sin ninguna clase duda, algo que corrobora el propio Fuhrer) como a través de modernas técnicas de reconocimiento facial.


Y deja una pregunta en el aire, como señala la propia archivista: “Es tan extraño que alguien de su prominencia sobreviviese, como hicieron muy pocos más, que la sospecha es que pudo haber colaborado con los nazis de alguna manera”. Es posible, sugiere Fuhrer, que incluso siga vivo: ahora mismo, el hombre que sirvió de excusa para la destrucción civil de los judíos tendría 95 años.

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