Durante casi 70 años, el paradero final del joven judío había sido desconocido, aunque la versión oficiosa señalaba que probablemente había muerto en la cárcel de Magdeburgo en algún momento durante los estertores de la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, el hallazgo de una fotografía en el Museo Judío de Viena puede cambiar para siempre no solo la biografía de este misterioso catalizador del Holocausto, sino también, de la interpretación que se hace de su acto.
¿Qué hizo durante el resto de su vida y cómo se las arregló para sobrevivir a los nazis? ¿Le protegieron? ¿Quién?
La instantánea muestra a alguien que con casi total seguridad es Grynszpan –según un programa de reconocimiento facial, las probabilidades de que se trate de él son de un 95%– el 3 de julio de 1946, en un campo de refugiados en Bamberga, al sur de Alemania. La foto está tomada durante una manifestación de supervivientes del Holocausto ante la negativa de las autoridades inglesas de dejarles emigrar a Palestina. “Plantea más preguntas de las que resuelve”, ha manifestado al diario británico 'The Guardian'. Armin Fuhrer, uno de los grandes expertos en Grynszspan, “En principio, qué hizo durante el resto de su vida, y más importante aún, cómo se las arregló para sobrevivir a los nazis: ¿le protegieron y si fue así, quién lo hizo?”
Una vida misteriosa
Para entender mejor la importancia de este hallazgo, conviene repasar la trayectoria vital de Grynszpan. Entre el magnicidio y junio de 1940, permaneció detenido en la cárcel parisina de Fresnes. Cuando, tras la invasión nazi, los presos parisinos fueron enviados al sur, el judío dio con sus huesos en Bourges (Orleans), tras un conato de huida, y más tarde a Toulouse. Los nazis le seguían la pista: el 18 de julio, fue entregado por el gobierno de Vichy a las autoridades alemanas y encerrado en los cuarteles de la Gestapo en Prinz-Albrecht-Strasse.La única solución era acusarle de traición mientras pasaba por campos de concentración como el de Sachsenhausen, aunque debido al transcurso de la guerra y el enjuiciamiento de Leon Blum, el juicio programado en enero de 1942 no llegó a celebrarse. El hecho de que Grynszpan pudiese utilizar la tesis de su homosexualidad para acusar a un diplomático alemán de sodomita provocó que esa misma primavera Hitler decidiese que era mejor ahorrarse un escándalo, olvidarse de llevar al polaco ante un tribunal y enviarle a la cárcel de Madgeburgo.
Una imagen que lo cambia todo
Aquí es donde el rastro del joven se pierde. Adolf Eichmann, célebre por el juicio relatado por Hannah Arendt, lo interrogó en algún momento entre 1943 y 1944, como él mismo confesó. No es la primera vez que se especula con la posibilidad de que Grynszpan sobreviviese a la guerra: a principios de los años 60, como explica 'The Guardian', un periodista alemán aseguró que este volvería a Alemania y contaría toda la verdad a cambio de que se garantizase su seguridad.Es tan extraño que sobreviviese que se puede sospechar que colaborase con los nazis de alguna manera
El propio padre de Grynszpan, que había escapado a la Unión soviética en 1939 antes de terminar en Israel, compareció en 1961 durante el juicio de Eichmann, y simplemente aseveró lo siguiente: “No tengo ninguna prueba de que sobreviviese”. La lógica dictaba que los nazis no dejarían con vida a uno de sus presos más importantes, capaz de poner en entredicho la reputación de Vom Rath y, por extensión, la del partido. Como el propio Goebbels afirmó a propósito de la defensa de Grynszpan basada en el crimen pasional, “es una mentira descarada pero muy bien pensada y podría, en caso de hacerse pública en un juicio, convertirse en el principal argumento de la propaganda enemiga”.
La fotografía ha sido encontrada en los archivos del Museo Judío por su jefa, Christa Prokisch, entre la donación realizada por un representante del partido político y sindicato Poalei Agudat Yisrael. La identidad ha sido confirmada tanto por expertos (Prokisch reconoce haberle identificado al instante, sin ninguna clase duda, algo que corrobora el propio Fuhrer) como a través de modernas técnicas de reconocimiento facial.
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Y deja una pregunta en el aire, como señala la propia archivista: “Es tan extraño que alguien de su prominencia sobreviviese, como hicieron muy pocos más, que la sospecha es que pudo haber colaborado con los nazis de alguna manera”. Es posible, sugiere Fuhrer, que incluso siga vivo: ahora mismo, el hombre que sirvió de excusa para la destrucción civil de los judíos tendría 95 años.
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