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Pediculosis (que tiene ladillas, vaya) |
Que el cuerpo humano es un auténtico
ecosistema en sí mismo lo sabemos desde el momento en que los microscopios electrónicos nos permitieron ver que bajo cada escama de piel se esconde una flora y una fauna que ríase usted de la de
Parque Jurásico. Ácaros, bacterias de mil tipos y formas, hongos... ocupan de forma más o menos discreta nuestro cuerpo, y uno de los ecosistemas más ricos es el del
vello púbico, donde podemos encontrar hasta "
megafauna", formada por las siempre incómodas ladillas.
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Endemismo del ser humano |
Las
ladillas (
Pthirus pubis) también conocidas como
piojos púbicos, son unos pequeños animalejos que recuerdan a arañas aplanadas de entre 1 y 3 milímetros, que viven enganchados de los gruesos pelos del
pubis tanto masculino como femenino. En ese particular "
Mato Grosso" corporal -al cual llegan normalmente por contacto sexual- las ladillas se alimentan de la
sangre de sus hospedadores produciendo un intenso picor, llegando hasta tal punto de especialización que su hábitat principal es única y exclusivamente el pubis del ser humano. Bueno... para ser exactos, también son capaces de habitar en las
barbas, aunque mejor no me pregunten por como llegan hasta allí. Tampoco quieran saber la cara que pusieron los científicos cuando adivinaron que el pariente más cercano de las ladillas humanas resulta que son las ladillas de los gorilas. Eso sí, no se me escandalicen antes de tiempo, ya que el linaje entre ambas estirpes de ladillas se separó hace 3 millones de años; no se si les habrá tranquilizado, pero el dato sirve para saber de donde venimos... y que, en cuestión de escrúpulos, seguimos con los niveles muy bajos desde entonces.
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La moda afecta a las ladillas |
Así las cosas, resulta que en nuestro cuerpo, como parásito engorroso (de hecho sólo molestan, ya que
no transmiten enfermedades), tenemos un auténtico endemismo que vive únicamente en el hombre y en un medio ambiente en concreto: el vello púbico. Ello significa que cualquier cosa que afecte a ese ecosistema en concreto afectará indefectiblemente a la vida de estas criaturas y, aunque durante millones de años no ha tenido ningún problema en hacer su ciclo vital entre nuestros pelillos, insospechadamente se ha descubierto su
némesis en forma de una simple moda estética: la depilación brasileña.
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Una serie influyente |
Efectivamente, a partir del año 2000 se puso de moda entre las mujeres el dejar el vello púbico reducido a
un simple bigotillo -cuando no directamente depilado del todo- apoyado en el éxito de la serie
"Sexo en Nueva York", en la cual se hacía apología de la depilación del pubis. Esto y la generalización del uso de
tangas y strings cada vez con menos ropa entre el público femenino hacía que, si querías estar a la moda, te tuvieras que depilar las ingles y lo que no eran ingles. Y es que un diminuto tanga sobre una selva púbica virgen, otra cosa no sé, pero espectáculo seguro que daría.
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Bosque primario en desaparición |
De esta forma, los "
felpudillos" empezaron a menguar por todo el mundo, pero no solo los femeninos, sino que empezaron a hacerlo los masculinos por imitación, por lo que las ladillas, no solo fueron expulsadas de su ecosistema natural, sino que, encima, las posibilidades de reproducirse se veían
seriamente afectadas. Hemos de contar que las pinzas con las que se agarran a los pelos están adaptadas a la forma y grosor de los vellos humanos, de tal forma que o es en ese tipo de pelos o, simplemente, no pueden sobrevivir. Y la cosa se está poniendo realmente dura (no me malinterprete) para las ladillas.
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Los hombres han entrado en la moda |
En el Reino Unido, en 1964 había una incidencia de ladillas del 3.2%, cantidad que se había reducido en 2003 a un 0.17%, a pesar de que el resto de enfermedades sexuales se habían disparado en el mismo periodo. Por su parte, en Australia, en 2013, pasaba tres cuartos de lo mismo, con el añadido de que muchas clínicas de salud sexual no habían visto a
ninguna mujer con pubis a lo salvaje como mínimo desde el 2008, e incluso los hombres habían aumentado en un 80% las veces que iban totalmente depilados a las consultas. La catástrofe medioambiental para estos pequeños seres es solo comparable a la del retroceso de los hielos para los osos blancos... pero no se preocupe, hay quien se ha puesto en lucha para salvar la ladilla de la extinción.
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Save the Crab Louse |
La polémica artista sueca
Frida Klingberg propuso en una entrevista a raíz de una de sus obras llamada "
Save the Crab Louse" (Salvar la Ladilla) que hubiera toda una serie de voluntarios y voluntarias que, por turnos de 15 días, llevaran en sus cuerpos una colonia de ladillas con el fin de asegurarles la existencia, habida cuenta que estos animales, a parte de picar, no transmiten ninguna otra enfermedad al ser humano. Según contaba, el problema lo tenían para encontrar ladillas que compartir, ya que en Suecia cada vez eran más raras. Por algo será que el
Museo de Historia Natural de Rotterdam (Holanda) ha adquirido unos cuantos ejemplares para la posteridad.
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¿Millones de años perdidos? |
En conclusión, que podemos ver todo el asunto de las ladillas como una simple curiosidad -cuando no un chiste- en tanto y en cuanto la erradicación de un parásito no puede ser más que una cosa buena. Sin embargo, la cuestión que queda sobre la mesa es bastante más seria de lo que parece, ya que si ponemos tanto empeño en salvar al lince, al oso panda, al tigre, a las selvas o las sabanas... ¿quienes somos para decidir que éste se salva y éste no? ¿Es nuestra idea de ecologismo una simple fachada con la que salvamos al koala porque nos cae simpático pero al escorpión lo eliminamos porque nos da miedo? ¿Realmente es válido nuestro criterio cuando vemos con ojos raros que se salven las ladillas, pero vemos que hay gente que se tiene que inyectar parásitos porque se muere de asma?
Piense lo que quiera, pero recuerde: el reloj de la cuenta atrás para las ladillas está en marcha.
Igual, después, las echaremos en falta.
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La deforestación púbica está afectando a la biodiversidad |
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