En una ocasión, hizo que una niña de su Iglesia de Discípulos de los Ministros del Fin de los Tiempos engullera las frondosas trenzas de una amiga. En otra oportunidad, convenció a un hombre de masticar un trapo sucio.
Pero la última vez, el pastor Penuel Mnguni pasó todos los límites. Convenció a sus feligreses de comerse serpientes vivas, con el argumento de que tendrían gusto a chocolate.
Cuando la Sociedad de Prevención contra la Crueldad Animal (SPCA) se enteró de que utilizó una especie en extinción, presentó una denuncia en su contra y logró que lo arrestaran.Los miembros de su congregación lo defienden. Aseguran que es “un hombre de Dios”, capaz de hacer todo tipo de milagros.
Por ejemplo, dicen que los puede convertir en caballos. Aunque lo que hace verdaderamente es obligarlos a ponerse en cuatro patas, hacerlos relinchar y montarlos como si fueran efectivamente corceles.
Un gran constructor de ficciones, que todos se ponían de acuerdo en creer. El interrogante ahora es si esta fe tan particular continuará con el predicador en la cárcel.
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