El niño le pedía los panfletos publicitarios para 'poder leer algo'
Mathew Flores tiene 12 años y lo que más le gusta hacer es leer, pero no puede porque no tiene dinero ni para coger el autobús e ir a la biblioteca. Pero su cartero tuvo una gran idea... y ahora Mathew cuenta sus libros por cientos
Definitivamente, Mathew Flores no es como los demás niños de 12 años. Lo que más le gusta a Mathew es leer. Como lo lees: este pre-adolescente prefiere los libros a las consolas, a las tabletas o a los móviles. Pero hay algo más que le diferencia de la mayoría de chicos de su edad y es que Mathew no puede leer porque no tiene dinero para comprar libros. Para satisfacer su avidez lee los panfletos de publicidad que echan en su buzón y así es como pasaba los días en el suburbio de Salt Lake City donde vive, hasta que su cartero se percató de lo que pasaba.
Definitivamente, Mathew Flores no es como los demás niños de 12 años. Lo que más le gusta a Mathew es leer. Como lo lees: este pre-adolescente prefiere los libros a las consolas, a las tabletas o a los móviles. Pero hay algo más que le diferencia de la mayoría de chicos de su edad y es que Mathew no puede leer porque no tiene dinero para comprar libros. Para satisfacer su avidez lee los panfletos de publicidad que echan en su buzón y así es como pasaba los días en el suburbio de Salt Lake City donde vive, hasta que su cartero se percató de lo que pasaba.
Matthew Flores
Ron Lynch reparte la correspondencia diariamente en el bloque de apartamentos donde habita la familia Flores y un día, Mathew se le acercó para pedirle más folletos de anuncios o más correo que no tuviera que entregar. Ron no pudo evitar preguntarle por qué le hacía esta extraña petición y Mathew le contó que solo quería leer. "¿Por qué no lees libros"?, le inquirió el cartero. "Porque no tengo dinero", respondió Mathew. "En la biblioteca tienes muchos", apuntó el cartero. "Pero está lejos y ni mis padres tienen coche ni yo dinero para el autobús", confesó con tristeza el chaval. Lynch le dijo que le ayudaría y él se volvió sonriente a casa.
Cuando Lynch terminó su jornada laboral, lanzó entre sus amigos una petición en Facebook para conseguir libros para Mathew. "¡La mayoría de chavales solo quieren jugar a las maquinitas! Es maravilloso ver cuánto le gusta leer y deberíais haber visto su cara cuando le dije que podría ayudarle. Él confía en mí y yo confío en vosotros", escribió en su perfil.
Y aquí esta la prueba del buen uso que pueden tener las redes sociales y de lo que significa convertirse en 'viral'. Ron Lynch recibió libros de todas las partes del mundo: del Reino Unido, de Australia, de La India... Lynch imagina que reuniría unos 50 o 60 libros, como mucho, pero se encontró con cientos. Y todos fueron entregados a Mathew Flores, en su mismísima puerta. "Yo creí que se habían equivocado", confesó el niño con humilde timidez a la cadena de noticias local, "pero me dijeron que eran para mí". Mathew ha hecho dos promesas: leerlos todos y compartirlos con los niños que se encuentren en su misma situación.
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