Si el futuro no nos sorprende con tecnologías destructivas, esas que lo cambian todo en producción de energías verdes, la solar tiene un gran futuro. Sobre todo, si seguimos cosechando inventazos como éstos, que consiguen mejorar su eficiencia de una forma hasta hace nada impensable.
El primero de ellos apunta a las estrellas. No solo por ubicarse en las alturas, más allá de las nubes, sino también porque se trata de un invento de altas miras, con un increíble potencial que podría revolucionar el panorama de las energías verdes.
El segundo no supone grandes cambios. No aparentemente, al menos. La diferencia es apenas perceptible, pero el pequeño añadido supone una diferencia que según las previsiones alcancaría una eficiencia casi el doble de la actual.
Electricidad e hidrógeno con paneles flotantes
El primer proyecto aludido busca ese mayor aprovechamiento de la energía solar con un doble enfoque: la obtención de hidrógeno y electricidad a un mismo tiempo.
La mayor eficiencia que persigue este proyecto trasciende el concepto tradicional de paneles solares situándolos en globos a una gran altura. El objetivo es sortear las nubes, con lo que la cantidad de luz solar que se recibe es mayor, multiplicando su rendimiento.
Encontrarse en las alturas, en unos globos llenos de hidrógeno a unos 20 kilómetros de altitud, supone que las condiciones climatológicas no interfieren, con lo que eliminamos un factor que suele suponer un grave problema.
Por lo tanto, muy ingeniosos ellos, puesto que las células fotovoltaicas solo pueden aprovechar una parte del espectro solar, hagamos que éste sea mayor para así aumentar la eficiencia. Eso sí, una vez se consiga aumentar la eficiencia de las mismas, el invento podría multiplicar sus resultados.
Aunque todavía es solo un proyecto, los responsables del laboratorio franco japonés confían en poder hacerlo realidad. El prototipo se lanzará en 2016 y a partir de sus resultados irá perfeccionándose.
¿Su gran ventaja? Allí arriba, la fuente de energía solar que llega a las placas es cinco veces más abundante que en el suelo, al tiempo que convierten la energía solar en hidrógeno, con lo que no necesitan almacenarla en baterías. ¿Su principal inconveniente? Quizá posibles accidentes si los globos se averían u otros riesgos asociados a la cercanía del espacio aéreo y su viabilidad real.
A su favor, la existencia de proyectos realizados con globos para altitudes incluso superiores a los 20 km que han demostrado ser viables. Y, por qué no, quizá ésta sea solo una primera idea a partir de la que ir trabajando hasta encontrar la fórmula idónea.
La viabilidad del proyecto, además, dependerá de su coste, un aspecto sobre el que sus inventores tampoco se han pronunciado. Un precio que habrá de tener en cuenta el gasto en infraestructura, mantenimiento y durabilidad. Aspectos clave sobre los que nada se sabe, probablemente porque ni siquiera ellos los conocerán a estas alturas del proyecto.
Recubrimiento que casi doble la eficiencia
El segundo de los inventos no tiene tanta espectacularidad, pero no por ello resulta menos interesante. Su propuesta consiste en recubrir el vidrio de los paneles solares con una capa especial que permite aumentar su eficiencia desde casi cualquier ángulo.
El material con el que se recubren las placas es un revestimiento de vidrio que solo es posible fabricar recurriendo a la nanotecnología. En concreto, se trata de unas varillas ultrafinas y una estructura con forma de panal.
El resultado es un aumento de la eficiencia de la célula que sigue variando en función del ángulo, pero con una mayor productividad que varía desde el 5 al 28 por ciento. A largo plazo, los investigadores esperan que la mejora de la eficiencia podría alcanzar ese 46 por ciento.
A su vez, los investigadores de NexPV, un laboratorio en el que trabajan el Centro Nacional de Investigación Científica francés y la Universidad de Tokio, han ideado una propuesta que supone la conexión de los globos a través de cables, para la producción de electricidad de forma continua.
Con ello se aumenta la productividad. Es decir, la cantidad de energía solar que puede aprovechar cada célula fotovoltaica. De hecho, hasta ahora uno de los grandes inconvenientes de las placas solares es la imposibilidad de atraer el máximo de energía solar por el mismo movimiento del sol y la posición de las mismas.
Si bien luego se aprovecha solo parte de ella, es clave que llegue la mayor cantidad posible, aunque lo hace de forma irregular a lo largo del tiempo. Tengamos en cuenta que, además, hemos de contar con la dificultad añadida de su almacenamiento, el talón de Aquiles tanto de la energía solar como de la eólica.
Gracias a este invento de la Universidad Rey Absullah de Ciencia y Tecnología (KAUST, por sus siglas en inglés) de Arabia Saudí, el innovador recubrimiento podría llegar a aumentar la eficiencia hasta en un 46 por ciento.
A su vez, el recubrimiento ayuda a la autolimpieza, en buena parte responsable también de que la cifra de productividad casi pueda doblarse. Con ello se gana en eficiencia y vida útil del equipo.
Como es sabido, la acumulación de polvo también disminuye la cantidad de sol que llega y, por lo tanto, merma la productividad. Un invento que se presenta como alternativa a los dispositivos de localización que van cambiando la posición de los paneles siguiendo el movimiento del sol.
Su ventaja comparativa no es solamente evitar dispositivos adicionales, con la huella que ello supone a la hora de fabricarlos y trasladarlos o el gasto añadido en infraestructuras, mantenimiento y en alimentación energética. También se soslaya la eterna polémica de hacia dónde dirigirlos.
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