martes, 3 de enero de 2017
Seis años sin tabaco en los bares: "No sé cómo podíamos aguantar esa peste"
Parece que llevamos media vida con ello, pero lo cierto es que no hace tanto: este lunes se cumplen seis años de la entrada en vigor de la Ley de medidas sanitarias frente al tabaquismo y reguladora de la venta, el suministro, el consumo y la publicidad de los productos del tabaco, conocida como Ley Antitabaco, que prohibía fumar en todo tipo de espacios abiertos de uso colectivo, así como en locales abiertos al público tales como bares, restaurante, hoteles, tiendas y demás.
La Ley Antitabaco no fue el primer intento del gobierno de Zapatero por eliminar el tabaco de los espacios públicos y de ocio. A modo de 'avanzadilla', en 2006 se aprobó la anterior Ley Antitabaco, que impedía por primera vez fumar en espacios de trabajo y, en el caso de los bares y discotecas de más de cien metros cuadrados, les obligaba a habilitar una zona especial para fumadores. Aquella medida, definitivamente, fue un fracaso: muchos bares no la cumplían, otros lo hacían a medias, otros habilitaban zonas que no cumplían con los requisitos técnicos de la norma...
Llegó el día más temido: el 2 de enero de 2011. Además, aquel año Nochevieja fue de viernes a sábado, con lo que la prohibición de fumar en los bares entró en vigor a la noche siguiente, en pleno sábado, con lo que los bares nocturnos tenían que empezar a aplicarla una noche algo más descafeinada por la fecha, pero un sábado al fin y al cabo.
Y la cosa, claro, fue a peor con el paso de los días: "La gente estaba cabreada, muy cabreada", recuerda César Manjul. "No era sólo que tuvieran que estar en la calle, sino que se sentían como si fueran delincuentes. A mí también me pasaba, ¿eh? Que yo soy fumador, y no veas la mala uva que se ponía de pensar que ni en mi propio bar podía fumar, que tenía que irme a la calle como si fuera un vagabundo. Es cierto que había un poco dos bandos: los no fumadores estaban tan contentos, pero los fumadores estábamos cabreados. Entendíamos a los no fumadores, pero nos cabreaba mucho tener que irnos a la calle".
Al final nadie estaba encantado de la vida, pero todos se iban haciendo a ello: "Al final todo el mundo se fue acostumbrando. No les hacía ninguna gracia eso de tener que salir a la calle, pero qué remedio, no les quedaba otra, cada vez se quejaba menos gente. Estaban resignados", recuerda Manjul.
Con el tiempo, parece evidente que el ciudadano medio no sólo se ha hecho a esta ley, sino que incluso la veía necesaria: "La gente ya está muy acostumbrada y te diría que hasta agradecida", asegura Bonanno. "Los que trabajamos en bares llegábamos a casa con la ropa oliendo a tabaco, los clientes (fumadores o no) también… A todos nos ha costado adaptarnos, pero nos hemos acostumbrado y estamos encantados".
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